Las dietasindustrializadas, ricas en alimentosprocesados y bajas en fibra, contribuyen al aumento de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes y las enfermedadescardiacas en países como Irlanda. Sin embargo, ahora, un grupo de investigadores ha descubierto que una dieta inspirada en los hábitos alimentarios de las sociedades no industrializadas puede reducir significativamente el riesgo de estas enfermedades crónicas.
Así, imitando los hábitos alimentarios de las comunidades no industrializadas se pueden lograr mejoras metabólicas e inmunológicas. En tan solo tres semanas, en un estudio de intervención en humanos, la dieta disminuyó el colesterol malo en un 17%, redujo el azúcar en sangre en un 6% y redujo la proteína C reactiva en un 14%.
Dichas mejoras se relacionaron con cambios beneficiosos en el microbiomaintestinal de los participantes en los estudios. El microbioma es el hogar de billones de bacterias que desempeñan un papel vital en nuestra salud, influyendo en la digestión, la inmunidad y el metabolismo.
“La industrialización ha afectado drásticamente a nuestro microbioma intestinal, probablemente aumentando el riesgo de enfermedades crónicas”
La investigación fue realizada por un equipo internacional de científicos dirigido por el profesor JensWalter, un científico destacado en el University College Cork, donde ocupa una cátedra de investigación en Irlanda. El ensayo en humanos se realizó en la Universidad de Alberta en Canadá, la institución donde anteriormente trabajaba el profesor Walter.
“La industrialización ha afectado drásticamente a nuestro microbioma intestinal, probablemente aumentando el riesgo de enfermedades crónicas”, explicó el profesor Walter, quien también es investigador principal en APC Microbiome Ireland, un centro de investigación de renombre mundial de Research Ireland.
“Para contrarrestar esto, desarrollamos una dieta que imita los hábitos alimentarios tradicionales no industrializados y es compatible con nuestro conocimiento sobre las interacciones entre la dieta y el microbioma. En un ensayo humano estrictamente controlado, los participantes siguieron esta dieta y consumieron L. reuteri, una bacteria beneficiosa que prevalece en el intestino de los habitantes de Papúa Nueva Guinea, pero que rara vez se encuentra en los microbiomas industrializados”.
La nueva dieta, denominada NiMe (Non-industrialized Microbiome Restore) mejoró la persistencia a corto plazo de L. reuteri en el intestino. Pero, además, mejoró las características del microbioma dañadas por la industrialización, como la reducción de las bacterias proinflamatorias y los genes bacterianos que degradan la capa de moco en el intestino. Estos cambios se vincularon con mejoras en los marcadores cardiometabólicos del riesgo de enfermedadescrónicas.
Por otro lado, pese a que los participantes no consumieron menos calorías con la dietaNiMe, perdieron peso, y la dieta por sí sola produjo considerables beneficios cardiometabólicos. Pero esto no es nuevo: en una investigación anterior, el equipo del profesor Walters, que estudiaba el microbioma intestinal en la zona rural de Papúa Nueva Guinea, descubrió que los habitantes de esa zona tienen un microbioma mucho más diverso, enriquecido con bacterias que se alimentan de fibra dietética y con niveles más bajos de bacterias proinflamatorias asociadas a la dieta occidental.
La información fue utilizada para diseñar NiMe. En concreto, esta nueva dieta comparte características clave con las dietas no industrializadas. Este enfoque dietético se basa principalmente en alimentos de origen vegetal, incluyendo verduras, legumbres y otros productos vegetales integrales, sin ser estrictamente vegetariano. Se permite una pequeña porción diaria de proteína animal, como salmón, pollo o cerdo. Además, se excluyen los productos lácteos, la carne de res y el trigo, no por restricciones nutricionales específicas, sino porque no forman parte de la alimentación tradicional de las poblaciones rurales de Papúa Nueva Guinea.
“Todo el mundo sabe que la dieta influye en la salud, pero muchos subestiman su magnitud”
La dieta es también muy baja en alimentos procesados que contienen altos niveles de azúcar y grasas saturadas, priorizando una alimentación más natural y equilibrada. Destaca por su alto contenido en fibra, alcanzando los 22 gramos por cada 1.000 calorías, lo que supera las recomendaciones dietéticas actuales y favorece la salud digestiva y metabólica. “Todo el mundo sabe que la dieta influye en la salud, pero muchos subestiman su magnitud”, afirma el profesor Walter.
Al comentar este estudio, el profesor PaulRoss, director de APC Microbiome Ireland, afirmó: “Este estudio demuestra que podemos actuar sobre el microbiomaintestinal a través de dietas específicas para mejorar la salud y reducir el riesgo de enfermedades. Estos hallazgos podrían dar forma a futuras pautas dietéticas e inspirar el desarrollo de nuevos productos alimenticios e ingredientes, así como terapias, que actúen sobre el microbioma”.
Para nosotros es importante que estas recetas estén disponibles de forma gratuita para que todos puedan disfrutarlas y mejorar su salud alimentando su microbiomaintestinal”, afirmó la Dra. Anissa Armet de la Universidad de Alberta, dietista registrada que diseñó la dieta NiMe y una de las autoras principales de la publicación.