Conocí a Marciano Sánchez Bayle, fallecido el pasado sábado, hace muchos años. Coincidimos siempre por la misma razón: la protección del Sistema Nacional de Salud y la defensa del servicio público. Especialmente en los últimos años, compartimos la preocupación por el acceso justo a los medicamentos, vinculado al precio excesivo de las nuevas moléculas. Sabíamos que la voluntad del neoliberalismo por privatizar la atención a la salud y comerciar con el sufrimiento humano es más fuerte que nunca. Aunque manteníamos diferencias, siempre tuvimos en común la defensa del Sistema Nacional de Salud (SNS) y su importancia fundamental para la vida de la gente como bien público de primera magnitud. Nuestra relación, siempre cordial, se caracterizó por un respeto mutuo y una admiración por su compromiso con la justicia social. Me despido de él con profundo pesar tras su fallecimiento, pesar que traslado a su familia, que a buen seguro ha sido, durante tantos años de actividad, un apoyo fundamental para su trabajo.
Marciano Sánchez Bayle fue un médico excepcional. Es difícil encontrar a alguien más comprometido y ferviente defensor de la sanidad pública. No solo fue un profesional en el ejercicio de la medicina; fue un incansable luchador por los derechos de los pacientes, un portavoz valiente, un sindicalista de primera línea, y una voz crítica contra los intereses económicos que amenazan la integridad de nuestro SNS. Como portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP), trabajó incansablemente para visibilizar las problemáticas que enfrenta nuestro sistema de salud. Unió su activismo sindical abogando por un modelo que priorice el bienestar de la ciudadanía sobre la rentabilidad económica, lo que también trasladó con su proyección internacional en foros y organizaciones con similares sensibilidades y compromisos.
Su capacidad para movilizar a la comunidad, su carisma y su firme convicción de que la salud es un derecho fundamental fueron claves en la lucha por una asistencia sanitaria equitativa, justa y accesible para todos. Marciano articuló y defendió propuestas que buscaban mejorar la calidad de la atención sanitaria, garantizar recursos suficientes y promover políticas que evitaran la mercantilización de la sanidad. Su trabajo fue crucial para crear conciencia sobre la importancia de proteger y fortalecer el sistema público de salud, y su legado perdura en las iniciativas que él ayudó a impulsar y que, a buen seguro, continuarán los miembros de la FADSP.
Su capacidad para conectar con las personas, escuchar y comprender sus necesidades, junto con su entrega y dedicación a la salud de los demás, fueron algunas de sus virtudes destacadas. Su vida fue un testimonio de compromiso y dedicación a la salud de las personas, un legado que quedará grabado en la memoria de todos aquellos que tuvimos el privilegio de conocerlo y trabajar con él. Hoy, al recordar su vida y su obra, y honrar su memoria, deberíamos reforzar el compromiso de continuar la lucha por una sanidad pública que refleje los valores que él tanto defendió. La pasión y dedicación de Marciano nos inspiran a seguir trabajando por un sistema de salud que ponga a las personas en el centro, libre de intereses ajenos al bienestar de la ciudadanía.
Además de su labor como activista, Marciano fue un compañero generoso. Su obra formará parte de la historia del SNS y vivirá en el recuerdo de los que creemos que la salud es un derecho y no un privilegio que otorga el dinero. Descansa en paz.
Juan José Rodríguez Sendín es expresidente del Consejo General de Médicos y vocal de la Asociación Acceso Justo al Medicamento