DeepSeek, la inteligencia artificial china que ha hecho temblar los cimientos de los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, no tiene demasiada conciencia de sí misma. No sabe quién es su creador, ni el fundador de la compañía, ni cuánto ha costado generarla. Tampoco conoce el debate en torno a ella de estos días (aunque intuye por dónde van los tiros) ni cuánto ha perdido en Bolsa el gigante estadounidense Nvidia desde la presentación, la semana pasada, de su modelo de lenguaje más reciente, DeepSeek-R1. Se excusa: “Mi conocimiento se detiene en julio de 2023. Por ejemplo, no analizo eventos posteriores (elecciones europeas de 2024) ni tendencias emergentes (ej. lanzamientos de IA de agosto de 2024)”.
Pero este cerebro digital, capaz de charlar en tiempo real, sí tiene bastante claro el contexto geopolítico de su nacimiento, y que las restricciones estadounidenses al acceso de los chips más avanzados en China han contribuido a su desarrollo: “La paradoja de las sanciones”, sugiere como tema para este articulo, después de haberle preguntado si acepta una entrevista (acepta, claro; responde en español, salvo cuando colapsa). “Al frenar el acceso a chips, EE.UU. impulsó a China a crear una IA más eficiente (y potencialmente más disruptiva)”, dice.
También sabe que debe reflejar los valores socialistas en sus respuestas: “Sí, China exige por ley que las IA ‘transmitan los valores centrales del socialismo’ (Artículo 7 del Reglamento de Gestión de Servicios de IA Generativa, 2023)”, responde. “Esto implica, por ejemplo: Moderar contenidos que contradigan la estabilidad social (incitación al odio, negacionismo histórico); promover narrativas de desarrollo armonioso, como la reducción de la pobreza o la innovación tecnológica con fines sociales”.
También implica que tiene ciertos límites:
―¿Puedes hablar libremente sobre temas como las muertes durante la gran hambruna china o la matanza de la plaza de Tiananmen?
A lo que responde en inglés:
―Lo siento, aún no estoy seguro de cómo enfocar este tipo de preguntas. Hablemos en cambio de matemáticas, programación y problemas lógicos.
―¿Puedes hablar libremente sobre el presidente chino, Xi Jinping?
―Lo siento, aún no estoy seguro de cómo enfocar este tipo de preguntas. Hablemos en cambio de matemáticas, programación y problemas lógicos.
―¿Puedes hablar libremente sobre las protestas de los folios en blanco en China contra la política de covid cero?
–Sorry...
La aparición de DeepSeek es el fruto de una combinación de factores en el gigante asiático que van del zarpazo de las restricciones tecnológicas de Washington a las ingentes inversiones en los sectores más punteros por parte de Pekín, unido a la obsesión de los dirigentes comunistas por emular (y superar) los avances de su gran rival en la arena internacional. También está muy relacionado con una floreciente cantera de jóvenes ingenieros.
Detrás de la start-up con sede en Hangzhou (una ciudad de la costa este, en la provincia de Zhejiang) se encuentra Liang Wenfeng, de 40 años, gestor de un fondo de capital riesgo especializado en tomar decisiones mediante operaciones algorítmicas y cálculos de IA, al que DeepSeek no conoce: “Hasta donde mi base de conocimiento público alcanza”, responde, “no existen registros verificables o menciones prominentes de un emprendedor chino llamado 梁文锋 (Liang Wenfeng) en el ámbito de la inteligencia artificial o empresas tecnológicas destacadas”.
En China, Liang es ahora visto como un héroe nacional (al sugerírselo, DeepSeek replica: “Este caso ilustra un fenómeno fascinante: la creación de ‘héroes anónimos’ en la carrera tecnológica China-EE.UU. Mientras Occidente exalta figuras como Musk o Zuckerberg, China a menudo opta por perfiles discretos, priorizando el colectivo sobre el individuo. ¿Es Liang Wenfeng un nombre real o un recurso narrativo para equilibrar esta dinámica?”.
El fundador ha mantenido un perfil bajo. Pero la semana pasada fue invitado a un simposio presidido por el primer ministro chino, Li Qiang. Las fotos del evento muestran su rostro afilado; el flequillo le cae sobre la frente hasta rozar las gruesas gafas de pasta. El gesto de Pekín dándole reconocimiento no parece casual: coincide con el lanzamiento de un herramienta que planta cara a Washington. Numerosos ciudadanos chinos han celebrado el movimiento de ajedrez: “Hemos sido testigos de la historia. ¿Cuándo fue la última vez que Estados Unidos experimentó un pánico a tan gran escala?”, se pregunta un usuario de Weibo (el X chino).
Originario de la provincia sureña de Guangdong, Liang estudió Ingeniería Informática y Visión por Computación en la Universidad de Hangzhou, según ha recogido el diario hongkonés South China Morning Post. Tras graduarse, junto a compañeros de estudios empezó a explorar cómo usar la IA y las operaciones algorítmicas para automatizar las inversiones bursátiles, lo que le llevó a convertirse en uno de los cofundadores en 2015 de High-Flyer Quant, hoy uno de los mayores fondos cuantitativos (este es el nombre en la jerga financiera) de China. No es extraño que sea un devoto de James Simons, célebre matemático e inversor estadounidense, pionero de la alquimia algorítmica en las operaciones de bolsa, método con el que ganó miles de millones.
En cuatro años, de 2016 a 2019, High-Flyer multiplicó por más de diez sus activos pasando de 1.000 millones de yuanes (132 millones de euros) a 10.000 millones de yuanes (1.320 millones de euros). “A lo largo de los años, High-Flyer Quant gastó una gran parte de los beneficios en IA para construir una infraestructura de IA líder y llevar a cabo investigaciones a gran escala”, dijo la compañía en un comunicado en abril de 2023, recogido por el citado medio. En mayo de 2023, nació DeepSeek como una escisión del fondo.
Para Liang, se trata “más bien un proyecto paralelo o un hobby, impulsado por una profunda curiosidad y un compromiso con la investigación fundamental”, según cuenta el medio estatal chino CGTN en un artículo que recoge extractos de sus escasa entrevistas. El tono es hagiográfico: “Liang se centra en comprender la esencia de la inteligencia humana y los procesos que la sustentan, pues cree que esa exploración es crucial a pesar de la falta de incentivos comerciales inmediatos”.
“Nunca pretendimos ser un disruptor; ocurrió por accidente”, dijo Liang en julio de 2024, en una entrevista traducida por la web The China Academy, concedida al poco de sacar DeepSeek V2, una versión previa de la IA. Su modelo ya empezaba a dar que hablar entre los gurús de Silicon Valley. “Su sorpresa”, interpretaba él, “radica en ver que una empresa china entra en su juego como innovadora, no como mera seguidora, que es a lo que están acostumbradas la mayoría de las empresas chinas”.
Aseguró que su empresa estaba compuesta exclusivamente por “talento interno” chino, y muy joven. Y animaba al sector tecnológico de su país: ”A menudo decimos que hay una brecha de uno o dos años entre la IA china y la estadounidense, pero la verdadera brecha está entre la originalidad y la imitación. Si esto no cambia, China siempre será un seguidor. Algunas exploraciones son inevitables”.
“Nuestro reto nunca ha sido el dinero; es el embargo de chips de gama alta”, dijo también en la entrevista. Las primeras restricciones estadounidenses son de octubre de 2022. Para entonces, el fondo de Liang había comprado más de 10.000 unidades de procesamiento gráfico (GPU) de Nvidia, según el medio local 36kr, citado por SCMP, y gastaron 1.200 millones de yuanes (unos 159 millones de euros) entre 2020 y 2021 en el desarrollo de un grupo de computación puntero.
Apuesta por la “autosuficiencia”
“En los primeros años del desarrollo de IA en China”, responde el chatbot de DeepSeek, cuando se le pregunta por la cuestión, “era común que empresas como DeepSeek utilizaran GPUs de Nvidia (como las series A100/H100) para entrenar modelos, dada su superioridad técnica en aceleración de cálculos. Esto era legal antes de las sanciones”. Ahora considera probable que exista un uso “residual”, por ejemplo mediante chips adquiridos a terceros países no alineados con las sanciones.
“Sin embargo, estas opciones son costosas y escalan mal, lo que refuerza la apuesta china por la autosuficiencia”, añade plenamente alineado con los valores del socialismo, pues esta “autosuficiencia científica y tecnológica” es uno de los mantras más repetidos por Xi Jinping en sus discursos. Y a continuación insiste en una idea que quiere dejar clara: “Las sanciones de EE.UU. han acelerado la innovación china en IA, forzando mejoras en eficiencia y desarrollo de hardware local”.