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Debate entre Donald Trump y Joe Biden: sin apuntes ni asesores, las 3 claves del primer encuentro que puede definir al futuro presidente de Estados Unidos

Autor: EL TIEMPO

Este jueves, Joe Biden y Donald Trump, los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos, se enfrentarán en un primer debate televisivo considerado como histórico tanto por su forma como por su contiendo y contexto.

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Y es que, aunque todavía faltan casi cinco meses para las elecciones presidenciales, el mano a mano que se darán dos viejos rivales en Atlanta, previsto para que arranque a las 8 p. m. hora colombiana, podría definir el nombre del próximo ocupante de la Casa Blanca.

El TIEMPO le explica por qué en 3 claves.

1. Donald Trump versus Joe Biden, un debate sin antecedentes

En tiempos normales, los debates de cara a las elecciones presidenciales en Estados Unidos suelen suceder entre agosto y noviembre del año electoral. Esto debido a que suele ser el periodo de la campaña en la que los partidos culminan su proceso de elecciones primarias y confirman a su candidato durante las convenciones nacionales de cara a la fecha indicada para acudir a las urnas, en este caso el próximo 5 de noviembre.

Por lo general, son tres debates -y uno adicional de vicepresidentes- que son pactados entre los candidatos ganadores, el Comité Nacional demócrata y republicano y la Comisión para Debates Presidenciales (CPD, por su sigla en inglés) con quienes se fijan las reglas de juego.

El formato, desde que se iniciaron este tipo de intercambios televisados en 1960, era más o menos el mismo. Dos debates “clásicos” con público incluido, por lo general en alguna universidad y moderados por periodistas de las principales cadenas de televisión que son quienes escogen las preguntas.

La medida que rige desde el 5 de junio impacta directo a los migrantes

Joe Biden.

Foto:AFP | Jim Watson

El tercero y último solía ser una especie de “town hall meeting” o reunión de ayuntamiento en el que los candidatos le responden preguntas a miembros de la audiencia.

Pero, en este 2024 no estamos en tiempos normales. Hace poco más de un mes, el presidente Joe Biden rompió el protocolo al retar a Donald Trump a dos debates televisados, no a tres, antes de las elecciones. Eso, pese a que ninguno de los dos ha sido nominado aún por su partido y, por lo tanto, no los representan oficialmente. El segundo será en septiembre, cuando ya estarán nominados, pero aún a dos meses de las elecciones y, en ese caso, el debate final, que por lo general se dejaba para finales de octubre, no tendrá lugar.

Trump -temiendo verse débil si rechazaba la oferta- aceptó y desde entonces ambas campañas vienen negociando los términos del enfrentamiento, a espaldas de los respectivos comités y del CPD. Eso luego de que Trump decidió romper el protocolo al negarse a participar en los debates organizados entre los candidatos del partido republicano durante las elecciones primarias.

Por esto, lo acordado entre ambos para este primer mano a mano rompe con todos los cánones.

El debate de este jueves será en los estudios de la cadena CNN en Atlanta y durará unos 90 minutos con dos interrupciones para comerciales. Será moderado por Jack Tapper y Dana Bash -presentadores de CNN- y no tendrá público presente.

No puedo pensar en un mejor escenario para el presidente. A Trump siempre le va mejor frente a una audiencia. Eso es lo que lo alimenta, lo hace a diario.

Cada candidato tendrá dos minutos para responder una pregunta y un minuto como derecho de réplica. Mientras el candidato responde, el micrófono de su rival estará en silencio para evitar interrupciones y no se les permitirá llevar anotaciones, solo tendrán un papel blanco para escribir y una botella de agua. Durante los comerciales tampoco podrán ser asesorados por sus equipos de campaña, que estarán en el estudio, pero sin posibilidad de intervenir.

Por supuesto, una cosa son las reglas -aceptadas por ambas campañas- y otra si los candidatos terminarán acatándolas. Especialmente Trump que suele ser impredecible y muy hábil en este tipo de circunstancias. Nadie descarta, por ejemplo, ataques contra los mismos moderadores.

La mayoría de los analistas coindicen, no obstante, que el formato -sobre el papel- beneficia ligeramente a Biden.

“No puedo pensar en un mejor escenario para el presidente. A Trump siempre le va mejor frente a una audiencia. Eso es lo que lo alimenta, lo hace a diario. Un evento en el que no hay público y le apagan el micrófono cuando no es su turno no luce muy favorable para su estilo”, dice Douglas Brinkley, historiador presidencial con amplia experiencia en este tipo de enfrentamientos.

Así las cosas, si Trump aceptó es porque cree que puede ganar y quizá guarda algún as bajo la manga.

2. La apuesta por los indecisos: el principal objetivo de Biden y Trump

De acuerdo con la mayoría de encuestas, a estas alturas de la contienda, la gran mayoría de electores ya tomó una decisión sobre por quién piensa votar en noviembre. Tanto en los sondeos del New York Times y Sienna College, como en los de Gallup, al menos el 80 por ciento de los potenciales sufragantes señala esa opción. Esas mismas muestras sugieren que hay un empate técnico – 45 por ciento para cada uno- entre Biden y Trump.

Aunque el expresidente republicano cuenta con una ligera ventaja en la mayoría de los llamados estados “indecisos” como Wisconsin, Míchigan y Pensilvania, la diferencia es de uno o dos puntos. Es decir, dentro del margen de error.

Esos electores, los ya definidos, tiene además una idea bien formada tanto de su candidato como del rival. Unos ven a Biden como un líder al que ya le pesan sus años. Los otros ven a Trump como un criminal convicto que amenaza la misma democracia.

Trump ha criticado constantemente en su campaña la política migratoria de la administración Biden.

Trump ha criticado constantemente en su campaña la política migratoria de la administración Biden.

Foto:Getty Images

Pero, hay un restante 20 por ciento que no se inclina aún por ninguno de los dos y que, en una contienda tan apretada como la actual, son los que van a definir el nombre del próximo presidente de Estados Unidos.

Y es allí donde el debate de este jueves se vuelve neurálgico. “Este debate no es para las bases, que seguramente se van a sintonizar solo para reconfirmar sus ideales, sino para ese otro segmento que no les gusta ninguno de los dos, ni siquiera sabe si va a votar y hasta le atrae la opción de una tercera vía”, afirma Kristen Anderson, estraga política asociada con el partido republicano.

Para Biden, por ejemplo, es una oportunidad para demostrar que, pese a su edad (tiene 81), todavía es muy competente y una opción segura frente a la incertidumbre que plantea Trump. Especialmente, entre votantes, jóvenes, mujeres y minorías (latinos y afros) que suelen hacer parte la coalición demócrata pero que de momento se muestran escépticos.

En el caso de Trump, despejar la idea de que su presidencia sería de extrema derecha y un peligro para la democracia. “Los temas y como los manejen van ser importantes. Pero el elector promedio estará mirando más la actitud y el temperamento. En otras palabras cosas como si Trump se sale de casillas o si Biden confunde ideas o trastabilla respuestas”, opina Anderson.

En otras palabras, el debate será más un juego de percepciones y menos de sustancia.

Adicionalmente, está toda la guerra de las expectativas que han venido librado ambas campañas.

Tanto Trump como su entorno llevan meses describiendo a Biden como una especie de “zombie” o cadáver viviente que no merece estar en la Casa Blanca sino en un hospital para personas de la tercera edad. Una caricatura que se ha propagado en redes sociales y hasta en medios de comunicación como Fox, donde se editan vídeos para hacerlo lucir olvidadizo y perdido en la realidad. Sin embargo, de unos días para acá, han comenzado a describir al presidente como un curtido líder que suele dominar en este tipo de debates.

Trump debe evitar los sobresaltos, las referencias a las elecciones pasadas, y concentrarse en una agenda de gobierno que le hable a los temas que más importan a los electores.

Paralelamente, mueven la idea de que si Biden luce enérgico y le va bien es porque está tomando “algún tipo de drogas”. En cierto sentido, es una estrategia para elevar las expectativas que ellos mismos bajaron. Quizá una lección aprendida tras el último discurso sobre el Estado de la Unión, en febrero, cuando el presidente sorprendió a todo el mundo por su dinamismo y despejó muchas dudas sobre sus capacidades cognitivas.

En la esquina contraria está la idea, vendida por los demócratas, de que Trump es un extremista con ínfulas de dictador cuya agenda es acabar con la democracia y vengarse de sus rivales políticos.

De acuerdo con David Urban, otro estratega político experto en campañas, el objetivo de ambos es neutralizar la narrativa.

“Biden tiene que demostrar competencia. Darle una razón para votar a los muchos que creen que el oficio de la Casa Blanca ya le queda grande. Trump debe evitar los sobresaltos, las referencias a las elecciones pasadas, y concentrarse en una agenda de gobierno que le hable a los temas que más importan a los electores”, afirma Urban.

El 5 de noviembre se celebrarán las elecciones en Estados Unidos

El 5 de noviembre se celebrarán las elecciones en Estados Unidos

Foto:Istock

3. Dos visiones de país, la polarización de Estados Unidos

Por supuesto, más allá de lo simbólico, el debate también será una oportunidad para discutir sobre los temas que más interesan a los estadounidenses.

Sin lugar a duda, bien sea por preguntas o referencias de los candidatos, saldrán a relucir los embrollos legales de ambos.

Por el lado de Trump, la reciente condena en Nueva York, donde un jurado lo declaró culpable de esconder los pagos a una actriz porno para influir en la campaña del 2016. Por el de Biden, la decisión de otro jurado que responsabilizó a su hijo Hunter, por mentir sobre su consumo de drogas a la hora de comprar un arma de fuego.

Pero también temas sustanciales como el de la economía. A pesar de que la inflación viene bajando y las tasas de desempleo se encuentran en niveles históricos, el costo de vida sigue siendo alto para la gran mayoría.

Biden, todo indica, se enfocará en resaltar como las políticas de su gobierno han estabilizado al país tras los años de la pandemia, generado millones de empleos y encaminado la economía en una trayectoria ascendente que ya comienza a notarse en las billeteras. Trump, por el contrario, explotará esa percepción -compartida por la mayoría- de que el país estuvo mejor bajo su presidencia así las estadísticas digan lo contrario.

Igualmente se espera que temas como la migración ilegal, los derechos reproductivos de la mujer y el aumento del crimen en algunas ciudades. Tres temas que figuran alto en la mente de los electores y donde Biden y Trump suelen discrepar. Habrá que ver, por ejemplo si el expresidente insiste en propuestas como la deportación masiva de ilegales y la prohibición federal del aborto, dos ideas muy populares entre la base republicana pero no tanto en el grueso del electorado.

En política exterior, lo más probable es que el debate gire en torno a la guerra de Rusia y Ucrania, la guerra en Gaza y las relaciones con China donde también hay diferencias sustanciales.

A parte del tema de frontera, donde probablemente se hablará de las relaciones con México, no es probable que el debate toque otros temas de la región o Colombia.

Dicho eso, no se descarta que la creciente presencia de Rusia, China e Irán termine colándose en algún segmento de este primer e histórico debate.

SERGIO GÓMEZ MASERI

Corresponsal de EL TIEMPO

Washington

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