Se buscaba al intérprete del hombre prehistórico. Lo buscaba una productora alemana de cine. Se trataba de encarnar al hombre de hace 600.000 años en una película. Con tal motivo se ofrecían tres millones de pesetas. Huelga señalar que se había registrado una auténtica avalancha de candidatos de Madrid, Bilbao, Huelva, Sevilla, Almería, Córdoba… Pero el más destacado –estamos en los primeros meses de 1962– era un tal Luis Pérez Barbeito, de Ferrol. Este nombre apareció en toda la prensa nacional junto con otros que mantenían idénticas aspiraciones. Era presentado como técnico submarinista y excelente nadador.
En El Progreso, de Lugo, Ángel Padín, para Agencia Noticias entrevistaba a Luis Pérez Barbeito, de 42 años de edad, casado y sin descendencia. Recuerda que aparecía como técnico naval dedicado a exploraciones y trabajos submarinos. El notable deportista expresaba su esperanza de resultar elegido para doblar al “hombre prehistórico”.
–Soy muy tranquilo para el cine, tengo muchas facilidades para colocarme delante de las cámaras y una excelente mímica–, le dice al periodista. La foto con que se ilustraba la entrevista y que había enviado para que lo tuvieran en cuenta como candidato, iba en un grupo de documentos gráficos en distintas poses que le hizo el fotógrafo ferrolano Manel.
El 7 de febrero de 1962 en El Correo Gallego, Marius (Mario Couceiro) escribía un artículo que titulaba “Luis y el hombre de Kenya”. Decía, entre otras cosas, lo siguiente: “Es un viejo conocido nuestro. Cuando todavía no le había crecido la barba, dirigía en Baterías un grupo de jóvenes que deseaban llegar a ser émulos de aquel Tarzán que hizo las delicias de chicos y grandes en los años cinematográficos anteriores a 1936. Luis se movía en el agua de nuestra bahía como un delfín. Uno sospechaba, por ejemplo, que si a Luis le diera la real gana, podría irse nadando tranquilamente hasta la costa de Nueva Orleans. No presumía nunca. Quizás en el marco de unos juegos le diese a los neófitos de vez en cuando una caladita en las tranquilas y azules aguas de la ría. A mí, lo confieso, me dio alguna de esas caladas, pero era, desde luego, el pago de mi torpeza para el deporte natatorio. Lo entendí yo así y no le guardaba rencor al amigo. Quien haya conocido bien a Luis Pérez Barbeito seguramente incubó en su ánimo la difusa sospecha de que algún día se hablaría de él como de un hombre excepcional. […] Luis conservó siempre la sonrisa de los 20 años y la mirada viva e inocente de la adolescencia”.
Finalmente, no parece que este ferrolano lograse ser el elegido si tenemos en cuenta que el relato se pierde en el tiempo sin que hubiera arrancado más titulares que los de haber sido uno de los que más posibilidades tuvo. No obstante, paga la pena tener algún dato más de su condición de extraordinario nadador. En una revista que se confeccionaba en la Empresa Nacional Bazán, número 13, cuarto trimestre de 1959, en la sección de deportes aparece Luis Pérez Barbeito como gran nadador. En el texto se dice lo siguiente: “En el año 1930 tomaba lecciones del nadador americano E. G. Mayer y se sometía a los más disciplinados entrenamientos, subordinando y condicionando, con exigencias casi heroicas, su conducta vital. En poco tiempo realizó un historial deportivo brillantísimo tanto que durante toda una década fue lo suficientemente campeón como para acaparar los mejores y más ambicionados títulos de cuántas competiciones importantes se organizaron dentro del ámbito regional”.
A esa altura, Pérez Barbeito se dedicaba a la enseñanza de su deporte desinteresadamente. La natación era como una suerte de religión. Sus éxitos en este magisterio fueron sonadísimos, hasta tal punto que se puede afirmar que una gran mayoría de los grandes nadadores locales y provinciales deben sus conocimientos a Luis Pérez Barbeito. En los últimos años extendió sus actividades a la pesca submarina y a las inmersiones con escafandra autónoma. Se sumergía a unos 42 metros de profundidad y llevaba a cabo trabajos en vapores cuyos restos yacían a la entrada de la ría ferrolana y de otras rías.
El nombre de Luis Pérez Barbeito apareció en innumerables ocasiones en los periódicos debido a su participación, a lo largo de muchos años, en incontables competiciones deportivas, incluso en el equipo de waterpolo de la E. N. Bazán. Poseía en sus vitrinas unos ochenta trofeos. Todavía en el año 1955 encontramos una referencia en prensa de una de esas pruebas que decía: “Cabe destacar la actuación del nadador ferrolano que a sus 36 años ha demostrado poseer excelentes facultades y estimular este deporte para que sean más los aficionados que lo practiquen”.
Señalaremos, por último, que en esa época de los años cincuenta del siglo pasado había otro “crack”, Abelardo López, bastante mayor que Barbeito, el de las grandes travesías a nado, que aún practicaba a los sesenta años y que dio su nombre a una tradicional competición. Parece quedar claro que Ferrol no aportó al “hombre prehistórico” que buscaba la productora alemana, pero sí fue cuna de grandes nadadores, como es el caso de Pérez Barbeito que queda expuesto.