Toda la vida ha habido opiniones, chismorreos y cotillas. Unas veces para avisar de los comentarios ajenos, y otras como burla y mala fe sin compasión. Unas veces ese lenguaraz cotilleo es de boca a oído, y otras por todos los medios disponibles (algunos electrónicos), que llegan como bofetadas con mano abierta y sin escrúpulos. Siempre ha sido -y será- igual por mucho que avance la sociedad (sobre todo la tecnológica), a menos que se produzca el gran apagón para el que debemos estar preparados.
Hace no muchos años, las críticas se producían en círculos más cerrados y casi controlados, pero ahora nadie está libre frente al escaparate público de las redes sociales. Es cierto que algunas exposiciones son hechas con la intención de adquirir seguidores y para ello se abren en canal, ¿por ego, tal vez? diciendo: “Pasen, vean y opinen poniendo un dedito hacia arriba”; no saben los confiados “del muestro todo” que así también dejan pasar a los diablos que los opinantes llevan dentro. Contra esto, algunos se pueden defender, pero otros no y caen en redes de plástico, hasta agonizar y morir como los peces del océano (Día mundial de los Océanos, 8 de junio) engullidos por los dichosos envoltorios de frutas y verduras, tan saludables para una buena alimentación pero a la vez llenas de pesticidas detectados por nanosensores; tendremos vegetales pero mataremos la fauna marina antes de que lleguen a la dieta como saludables proteínas. Morirán también mentes brillantes por no superar la presión de los inconscientes y cotillas.
De esta agonía planetaria, también es necesario salvar a quienes dejan legado social y cultural mediante las “bellas artes”: Arquitectura, Escultura, Pintura, Música, Danza, Literatura, Cine, añadiendo el Deporte, como arte dónde pocos se pueden igualar a los atletas. Cualquiera que destaque en estas disciplinas es gracias a la mucha dedicación y esfuerzo, pero por desgracia, a veces, son atrapados por los que parece que habitan el planeta mirando sólo a los demás y, gratuitamente, opinando. Y así aparecen los ultracrepidianos y el efecto Dunning-Kruger; diferentes pero similares en cuanto a opinar sin que nadie se lo pida, emitiendo juicios sin tener conocimiento exacto de las cosas. Mensajes lanzados al océano de las redes sociales donde, muchas veces, ponen en relieve su propia y absoluta ignorancia. ¿Por qué entonces tanta crítica mal sana? ¿por envidia? Y lo peor es la máscara oculta con la que llegan muchas de las opiniones, ¿por cobardía? En esta época tan mediática, de noticias falsas, pero creíble todo a pies juntillas, en muchos casos sin pruebas fiables ni resultados científicos contrastados, lo adecuado es: conocer, comprender, sopesar y luego aportar desde la construcción y no desde el aplastamiento.
Mensajes lanzados al océano de las redes sociales donde, muchas veces, ponen en relieve su propia y absoluta ignorancia.
Hay que dejar de ser cotillas, por el peligro que causa, como ya demostró el médico y botánico Ignacio Mariano Martínez de Galinsoga y García Valero (1757-1797), en su obra ‘Demostración mecánica de las enfermedades que produce el uso de las cotillas’, cuando en plena época del Infante don Luis, en el siglo XVIII, se atrevió a decir que la prenda femenina llamada cotilla, oprimía todos los órganos vitales, como la ligazón de un torniquete que no deja pasar la sangre, provocando múltiples enfermedades que recorrían todo el cuerpo, provocando “ansiedades, suspiros, síncopes, lipotimias, letargos, apoplejías y muertes repentinas”, como puede leerse en el texto que se ofrece extraído de la Biblioteca Digital Hispánica, y que nos sirve para establecer la comparación entre el mal que hacía la cotilla y que hacen los cotillas.
Sin darme cuenta estoy siendo cotilla, y es que en el fondo dar la opinión sin que la pidan es un deporte internacional digno de los Juegos Olímpicos, para los que en este 2024 no faltarán las opiniones y críticas.
Por tanto, como opinar y dar consejos es muy arriesgado, sólo quiero hacer una recomendación: ¡Disfruten del verano que llega hoy, 21 de junio, y sean felices!
(Documentalista y escritora)