Cada 29 de junio, se realiza la fiesta San Pedro y San Pablo, apóstoles y testigos de la vida y obra de Jesús. Según la Liturgia católica, ambos son las dos columnas de la fe cristiana, porque dieron su vida por el hijo de Dios y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo.
Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados juntos por décadas hasta que tuvieron sus propias sepulcros. Esto dio origen a la celebración doble de ambos apóstoles que es conmemorada el 29 de Junio.
San Pedro fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Su nombre era Simón, pero Jesús lo llamó Cefas que significa “piedra” y le dijo que sería la piedra sobre la que edificaría su Iglesia. Le prometió a Cristo que nunca lo negaría, tan sólo unas horas antes de negarlo tres veces previo a ser condenado a la crucifixión.
Jesús, después de resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe Supremo de la Iglesia. Pedro fue el primer Papa de la Iglesia Católica. Gracias a él, Roma se constituyó como el centro del cristianismo.
En el año 64, hubo un incendio muy grande en la capital italiana que no fue posible sofocar. Se corría el rumor de que había sido el emperador Nerón el que lo había provocado. Nerón se dio cuenta que peligraba su trono y acusó a los cristianos de haber provocado el incendio. Durante esta persecución, que duró tres años, murió crucificado Pedro por mandato del emperador.
San Pablo, cuyo nombre hebreo era Saulo, era judío de raza, griego de educación y ciudadano romano. Se dedicó a combatir a los cristianos. Los jefes del Sanedrín de Jerusalén le encargaron que apresara a los cristianos de la ciudad de Damasco, donde se le apareció Jesús que le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”.
Con esta frase, Saulo comprendió que era verdaderamente Hijo de Dios. Después de este acontecimiento, Pablo quedó ciego y pasó tres días sin comer ni beber. En Damasco, Saulo recobró la vista y fue bautizado. A partir de su conversión, Saulo se cambió el nombre por Pablo y en Jerusalén se puso a la orden de San Pedro. Llevó el Evangelio por todo el mundo mediterráneo.
Al igual que Pedro, fue martirizado en Roma. Le cortaron la cabeza con una espada porque la ley señalaba que, al ser ciudadano romano, no podían fallecer en una cruz, que era una muerte reservada para los esclavos.
El origen de las fogatas
Cada 29 de junio, después de haber recolectado y acarreado durante semanas toda clase de elementos combustibles, se enciende una gran fogata en honor a ambos apóstoles como parte de una tradicional celebración religiosa.
La llamada “fogarata” es un rito religioso en el marco de la fiesta de San Pedro y San Pablo, el primer Papa y el gran Apóstol de los Gentiles; ambos ejecutados alrededor del año 67, por orden de Nerón.
En la tradición popular, el simbolismo del fuego tiene un trasfondo religioso: expía el demonismo de las brujas, ahuyenta los malos espíritus, y conmemora acontecimientos sagrados.
Generalmente, suele realizarse cerca de los acontecimientos de la naturaleza como el cambio de estación, los solsticios y los equinoccios. Según la creencia popular pagana, en esas noches se produce la comunicación entre el mundo profano y el mundo sagrado.
El sentido purificador atribuido al fuego, con el rito invernal también se realiza la fogata de San Juan que recae el 24 de junio. Días mas tarde, se realiza un rito similar por el martirio de los santos Pedro y Pablo, aludiendo al sacrificio en la hoguera.
En el rito de la fogata siempre se incluía un “muñeco” con forma humana como símbolo del sufrimiento de mártires inocentes o como expiación colectiva.
Esta fiesta pagana y religiosa a la vez, sigue vigente y es una tradición que se realiza durante la semana entre el 24 y 29 de junio.
