El gobierno de Joe Biden llega a su fin con un balance mixto en política interna, marcado por logros económicos significativos pero también por desafíos en temas como inflación e inmigración que han afectado su popularidad.
En el aspecto económico, la administración Biden puede presumir de una recuperación notable tras la crisis provocada por la pandemia.
Según Rafael Bernal, periodista de The Hill, “si uno lo ve matemáticamente, sería un gran éxito esta administración”. Biden logró controlar la inflación que llegó al 9,1%, reduciéndola a niveles manejables, y revertir el decrecimiento heredado del último año de Trump.
Bernal destaca que Biden “logró lo que ningún gobierno de izquierda logra jamás: aumenta el gasto público para recuperarse de una crisis y luego deja de dar ese gasto”. Esta disciplina fiscal, aunque impopular, contribuyó a la estabilización económica.
En materia migratoria, tras un inicio complicado, la administración Biden ha logrado un mayor control fronterizo. “La situación en la frontera hoy en día es la más controlada que ha habido en 10, 15 años”, afirma Bernal.
Sin embargo, políticamente Biden enfrenta críticas. El analista Rafael Sánchez señala que “no han sido capaces de transmitir el mensaje” sobre los logros económicos. A pesar de que publicaciones como The Economist han elogiado la recuperación económica de Estados Unidos, persiste una percepción negativa entre la población.
Sánchez explica que “han permitido que el mensaje que se ha expandido completamente es que la situación económica en Estados Unidos es un desastre”, a pesar de indicadores positivos como el bajo desempleo y el aumento de salarios a la par de la inflación.
En resumen, según lo expresado por los analistas, el legado interno de Biden se caracteriza por logros económicos tangibles pero opacados por una comunicación deficiente y la politización de temas como inflación e inmigración.