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Un estudio liderado por investigadores espeañoles abre una novedosa visión de la mielina como combustible cerebral. Han visto que, en los maratonianos, esta estructura del cerebro se ve afectada. Te contamos cómo y por qué.
Actualizado a: Jueves, 27 Marzo, 2025 12:18:54 CET

Correr un maratón supone un desgaste muy importante para el cuerpo de los corredores. De hecho, no es de extrañar que haya personas que justo al terminar de correr caigan rendidas al suelo porque no son capaces de dar un paso más del esfuerzo que han realizado. Y es que, a nivel físico, supone un gran impacto para la salud y no solo articular. Según diversos estudios, una persona puede perder unos 2, 2 kilos al correr un maratón como término medio solo por el efecto de la deshidratación que sufren durante la carrera.
Como informa Eduard Guasch, jefe del grupo de investigación Arritmias y Actividad Física del IDIBAPS, electrofisiólogo cardíaco en el Hospital Clínic Barcelona, profesor asociado de Medicina en la Universitat de Barcelona e investigador del Cibercv, a SMC, “la evidencia científica demuestra que el ejercicio moderado aporta numerosos beneficios a la salud, sin embargo, los cambios y consecuencias del ejercicio extremo, cuya práctica ha ido en aumento en los últimos años son, en gran parte, desconocidos”. El ejercicio extremo “genera una sobrecarga y un estrés hemodinámico y energético mucho mayor y de más larga duración al organismo, generando incluso un periodo proinflamatorio transitorio tras el ejercicio”.
Efecto en el cerebro
Está claro que el cuerpo se resiente pero ¿y si este esfuerzo también tuviera efectos en el cerebro? Un equipo de investigación español ha estudiado el efecto de correr un maratón sobre el cerebro. Se estima que el cerebro consume el 20 % de la energía total que gasta el cuerpo humano, a pesar de que representa en torno al 2 % de su peso, y su principal fuente de energía es la glucosa. Investigadores de la UPV/EHU, CIC biomaGUNE, Ciberned, Biobizkaia y Achucarro, entre otros, liderados por Carlos Matute, catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad del País Vasco, han realizado un estudio en el que han querido saber “qué le sucede al cerebro cuando esa fuente de energía está bajo mínimos, como ocurre en el ejercicio físico prolongado en el tiempo, por ejemplo, una maratón o una ultramaratón”.
Los investigadores han visto que correr un maratón tiene un efecto sobre la mielina, la estructura que envuelve las prolongaciones en forma de hilo por las que las neuronas transmiten impulsos nerviosos. La comunicación cerebral se rige por señales eléctricas y químicas que requieren mucha energía. El ejercicio de resistencia prolongado moviliza las reservas de energía de todo el organismo para satisfacer las demandas energéticas.
Los hidratos de carbono son la principal fuente de combustible; a medida que se agotan estas reservas, el cuerpo empieza a depender más de la grasa almacenada como fuente de energía, y, en última instancia, si es necesario, el organismo puede descomponer las proteínas musculares para utilizarlas como energía. “Los resultados de nuestro estudio indican que las células nerviosas en condiciones de hipoglucemia (poca glucosa) echan mano de fuentes de energía alternativa, como es la mielina, una estructura grasa que envuelve los axones o fibras nerviosas que comunican las neuronas y facilita la propagación ultra rápida de las señales eléctricas”, explica Matute.
Movilidad y emociones
¿Y esto en qué se traduce? Los investigadores vieron que la reducción de la mielina se produjo en partes del cerebro que se utilizan para la coordinación motora y la integración sensorial, así como para el procesamiento de las emociones. La buena noticia es que se recupera de manera progresiva posteriormente, entre dos semanas y dos meses después de la carrera. “Esta pérdida de mielina se recupera tras la carrera, y a las dos semanas de finalizar el esfuerzo sus niveles están prácticamente normalizados. Es un proceso reversible ya que la cantidad de mielina se normaliza con el descanso, tras la demanda extraordinaria de energía; pero si se prolongase en exceso podría tener implicaciones funcionales para el cerebro”, explica el profesor Ikerbasque de CIC biomaGUNE Pedro Ramos Cabrer.
Para llevar a cabo la investigación, escanearon los cerebros de varios corredores de maratón, mediante imagen por resonancia magnética, los días anteriores y posteriores a la carrera, y dos semanas después. Uno o dos días después de la carrera, el equipo observó “una reducción de la cantidad de mielina en el cerebro. Al cabo de dos semanas, los niveles de mielina se habían normalizado”, afirma Matute.
En opinión de Guasch, “quizás lo más importante sería identificar si esta reducción tiene un impacto clínico a corto y largo plazo”. A largo plazo, indica, “deberían estudiarse cuáles serían las consecuencias, especialmente en atletas altamente entrenados que llegan a completar varias maratones anuales, potencialmente sin recuperar niveles de mielina previos a la carrera”. A nivel cardiovascular, por ejemplo, “se ha sugerido que tras cada episodio de ejercicio de muy elevada intensidad podría infligirse un microdaño al corazón y que su acumulación a lo largo de los años sería el sustrato para el desarrollo en algunos pocos atletas de arritmias”, señala el experto.
Hay que tener en cuenta que los autores reconocen sus limitaciones, entre las cuales quizás la más importante es el número muy reducido de atletas incluidos y creen que hacen falta más estudios con muestras más amplias para poder llegar a conclusiones más firmes.