Ciudad de México.- “El Brutalista”, épica migrante sobre las grietas del Sueño Americano, dura más de tres horas y cuenta, además, con un intermedio de 15 minutos.
La pausa, inusual para estos tiempos, no es un guiño a aquellas películas de antaño cuya proyección se interrumpía a la mitad para cambiar los rollos de celuloide y que permitía a los espectadores aprovechar el tiempo en otras cosas.
De acuerdo con Brady Corbet y Mona Fastvold, creadores del ambicioso filme con Adrien Brody nominado a 10 premios Óscar, tiene propósitos estrictamente narrativos y siempre estuvo ahí, incluso desde el guion.
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Funciona así: al terminar el primer acto del largometraje, sobre la pantalla aparecerá una fotografía de la boda de los personajes de László Tóth (Brody) y Erzsébet (Felicity Jones), elemento importante en la trama, y permanecerá allí por un cuarto de hora.
“El intermedio siempre estuvo en los planes, sentimos que el corte se sentía bien en términos narrativos. Amo la idea de que todos están mirando esta fotografía. La foto de la boda siempre estuvo en el guion”, explica Fastvold, co guionista, en un encuentro con medios.
Tras el estreno del título en el Festival de Cine de Venecia, diversos críticos alabaron el intermedio y pidieron que regrese.
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Genera polémica duración
También ha generado conversación la duración de esta ambiciosa cinta, que narra más de 30 años en la vida de un arquitecto húngaro-judío superviviente de los campos de concentración nazi, asentado en los Estados Unidos para buscar fortuna.
Brady me decía: ‘Quiero contar una historia sobre un arquitecto y su relación con un inversor, quiero explorar la arquitectura brutalista de la época. Hicimos mucha investigación, pasamos mucho tiempo ideando la historia. Pero desde temprano sabíamos que queríamos que cubriera toda una vida”, explica Fastvold, pareja sentimental del director.
Si alguien le pregunta a Corbet por qué firmó una película tan larga, él responde que nadie le cuestiona a un escritor el motivo de narrar en 800 páginas lo que quería: este realizador, gran lector, aborda el cine con pasión novelística.
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Mera ficción
Aunque “El Brutalista” se inspira en varios arquitectos de la Bauhaus, como Marcel Breuer, el personaje de László Tóth no existió en la vida real, aclara Corbet.
El László Tóth, húngaro también como el personaje, que en 1972 vandalizó la escultura “La Piedad”, de Miguel Ángel, no tiene nada que ver con el que muestra “El Brutalista”.
Es una extraordinaria coincidencia, una muy poética, porque nuestra película viaja a Carrara, donde el mármol de ‘La Piedad’ fue esculpido”, menciona. “Pero llamarse László Tóth en Hungría es como llamarse John Smith en Estados Unidos”.
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