El pan, fuente fundamental de hidratos de carbono, a menudo se descarta de las dietas de quienes buscan perder peso o controlar sus niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, un método aparentemente simple y difundido ampliamente en redes sociales podría cambiar la forma en que este alimento afecta nuestra salud: congelar el pan antes de consumirlo.
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Este procedimiento altera la estructura del almidón que contiene el pan, transformándolo en almidón resistente. Este tipo de almidón se digiere más lentamente, lo que podría evitar picos de insulina y, por ende, controlar mejor los niveles de glucosa en sangre.
No obstante, expertos en nutrición advierten que los beneficios de esta práctica son relativamente limitados y que los estudios al respecto aún no son concluyentes.
Durval Ribas Filho, nutricionista y presidente de la Asociación Brasileña de Nutrología (ABRAN), explica que el almidón en la harina se expande y gelatiniza con el calor durante el horneado. “Cuando el pan se enfría, el almidón gelatinizado se transforma en almidón resistente”, detalla Ribas. Este tipo de almidón no se digiere completamente y actúa más como una fibra dietética, fermentándose en el intestino grueso y favoreciendo la salud intestinal y la microbiota.
Eliana Bistriche Giuntini, investigadora del Centro de Investigaciones en Alimentos (FoRC/USP), comparte que el almidón resistente no eleva rápidamente los niveles de azúcar en la sangre, como lo haría el almidón común. ” Este almidón resistente se fermenta en el intestino grueso y facilita el tránsito intestinal, ayudando a equilibrar la microbiota y contribuyendo a la salud de la región del colon”, comenta.
Explica que, aunque algunos panes congelados pueden mostrar una reducción en sus índices glucémicos, esta no es lo suficientemente significativa como para clasificarlos como alimentos de bajo índice glucémico
Un estudio clave publicado en 2008 en el European Journal of Clinical Nutrition descubrió que el pan congelado y luego tostado mostraba un pico glucémico reducido en comparación con el pan fresco. Sin embargo, la falta de estudios adicionales hace difícil determinar la amplitud y consistencia de estos efectos en diversos tipos de pan.
Giuntini advierte que, aunque el proceso de congelación puede ser beneficioso para personas con necesidades específicas de control glucémico, como los diabéticos, para la población general los beneficios son modestos. “Sabemos que no todo el pan responde exactamente igual [a la congelación]. Para algunos, el cambio podría no suponer una diferencia”, agrega.
La conclusión parece ser que, mientras congelar el pan puede ofrecer algunas ventajas, especialmente para aquellos que requieren un control más estricto de la glucosa, los beneficios generales son limitados y dependen de la composición específica del pan y de la salud individual de quien lo consume.
Más estudios son necesarios para confirmar estos efectos y posiblemente para explorar cómo diferentes tipos de pan responden a la congelación.
O Globo (Brasil) / GDA
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*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en información de O Globo (GDA), y contó con la revisión de un periodista y un editor.