Luego de más de 24 horas de luchar por su vida, las autoridades de salud de Aguachica, Cesar, confirmaron que Santiago Lora, de 18 años de edad, hijo de Marlon Lora, quien era pastor y Yorley Rincón, falleció a las nueve de la noche de este 31 de diciembre luego de recibir varios disparos por parte de dos personas que se movilizaban en una moto mientras almorzaba junto a su familia en el centro de la ciudad.
El parte médico del 30 de diciembre indicaba que se encontraba en estado crítico y delicado. Incluso, EL TIEMPO alcanzó a conocer que tenía muerte cerebral.
El joven fue sometido varias cirugías, pero este 31 de diciembre la clínica de Alta Complejidad de Aguachica confirmó su deceso, tres horas antes de recibir el 2025.
Siendo así, esta sería la cuarta víctima fatal en este crimen que conmocionó a Colombia en vísperas del cierre del 2024. Marlon Lora (padre); Yorley Rincón (mamá); su hija Ángela Lora Rincón Y Santiago Lora. Toda una familia muy reconocida en la región por predicar la palabra de Dios.
Santiago trabajaba en una tienda digital en Aguachica y ofrecía servicios de producción de televisión.
Su primo y también personero del municipio, Nilson Hernández, dio a conocer que estaba estudiando ingeniería de sistemas en la Universidad Popular del Cesar.
En medio de sus tiempos libres trabajaba con él en el equipo de prensa y comunicaciones de la Personería.
Además, también laboró en la campaña electoral de la actual alcaldesa de Aguachica.
Aún es incierto qué fue lo que sucedió con esta masacre, existen varias hipótesis sobre la matanza en donde murieron cuatro personas, un error de que se iba a matar a otra persona que está en el restaurante, una extorsión o amenazas que habría recibido Ángela Lora Rincón, hermana de Santiago Lora.
Las amenazas a su hermana, Ángela Lora
Hace dos meses habría recibido varias amenazas e intimidaciones a través de llamadas telefónicas.
Incluso, llamó a un familiar a contarle y en su momento estaba muy alterada y nerviosa por la situación.
Nilson Hernández, personero de Aguachica y primo de la familia asesinada, reveló en EL TIEMPO que, en un principio se investigó y se supo que ese número de dónde salió la llamada era de una cárcel de Colombia y se podría tratar de una extorsión.
“Nunca me manifiesta qué le decían, solo me contaba que la habían amenazado, yo le pedí el número y cuando verifiqué, era un número de esos de donde hacen extorsiones desde la cárcel, porque a mí también me amenazaron de ese número, y yo le dije: tranquilízate porque es desde una cárcel, todo quedó ahí”, explicó a este medio el personero.
No obstante, las intimidaciones no pararon, y luego de esas llamadas, al mes volvieron a comunicarse con Ángela, pero desde un número privado y oculto, según dijo Hernández.
“No tuve más conocimiento, pero se pudo verificar que eso venía desde un centro penitenciario del país. Esas amenazas fueron en el transcurso de hace dos meses cuando recibí las dos llamadas de ella informándome y como yo he recibido amenazas, cinco en mi contra, le di un parte de tranquilidad”, reveló.
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Ángela se desempeñaba como comunicadora social periodista en la empresa de servicios públicos de Aguachica y su hermano Santiago, quien todavía lucha por su vida en un centro médico, trabaja en una tienda digital en Aguachica y ofrece servicios de producción de televisión.
Retrato hablado de sicarios
La policía de Aguachica anunció que se están ofreciendo hasta 50 millones de pesos a las personas que brinden información sobre los implicados en la masacre de la familia Lora Rincón.
Ante esta situación y luego de la presión que se ha dado a nivel nacional, Gustavo Petro, presidente de Colombia, publicó las fotos de los retratos hablados y la identificación de estas personas que habrían cometido este crimen.
Se trata de dos personas que se movilizaban en una moto y quien es portaban un buzo rosado y otro verde aguamarina.
Uno de ellos usaba un tapabocas y gorra, el otro, quien iba de parrillero hacía una llamada luego de ejecutar el atroz crimen.
Por ahora, las autoridades siguen investigando qué desató este masacre.
Melissa Múnera Zambrano
Redacción Nación – EL TIEMPO