“Somos el partido de la libertad”. Esas fueron las palabras de Kamala Harris en su primer anuncio en julio como candidata presidencial del Partido Demócrata para las elecciones de Estados Unidos. Su afirmación venía acompañada por la canción Freedom de Beyoncé, que también utilizó en la Convención Nacional Demócrata de agosto en Chicago. De esta manera, la vicepresidenta estadounidense lanzaba un mensaje directo a sus oponentes: los demócratas no solo venían a disputarle la idea de libertad al Partido Republicano. También iban a redefinirla.
La libertad es uno de los temas más importantes de la política estadounidense. Durante más de dos siglos, ha representado el principal mito nacional del país y ha definido su proyección internacional. Sin embargo, los republicanos lograron apoderarse del término en los años ochenta y moldear su significado hasta la actualidad. Ahora, la guerra republicana contra el aborto le ha dado a Harris la oportunidad de recuperar el término e inspirar de paso a otros movimientos de centro y progresistas a nivel internacional.
La libertad: un concepto central y divisivo en Estados Unidos
Estados Unidos es sinónimo de libertad. O al menos, así se ha percibido históricamente en su imaginario colectivo. Ningún concepto está tan arraigado en su identidad nacional. La idea de libertad impulsó su independencia del Reino Unido, y los padres fundadores la consagraron en la Constitución como principio fundacional. Desde entonces, la nación estadounidense se ha concebido a sí misma como la “tierra de los libres”, a pesar de su amplio historial de esclavitud y segregación racial contra la población afroamericana.
Bajo esta premisa, Estados Unidos se proyectó hacia el mundo como defensor de la democracia y la libertad. Esta noción le ha servido como pretexto para intervenir en el exterior con el objetivo de difundir sus valores y de “liberar” a las naciones oprimidas. De este modo, Estados Unidos legitimó su entrada en la Segunda Guerra Mundial frente …
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