Y un día Netflix creó a Macondo. En las afueras de Ibagué, Colombia, se construyó la mítica ciudad-escenario donde transcurre la serie que adapta la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y que se estrenó en la plataforma este miércoles 11 de diciembre. ¿Cuáles son los secretos de Cien años de soledad, la historia que se consideraba imposible de filmar y que ahora es una serie que fascina al mundo?
Responderán, en diálogo vía Zoom con Clarín, los actores colombianos Diego Vásquez (José Arcadio Buendía), Marleyda Soto (Úrsula Iguarán) y Claudio Cataño (el coronel Aureliano Buendía): tres personajes claves de esta novela icónica del boom de la literatura latinoamericana de los años ’60 y del realismo mágico. Pero para escucharlos hablar de la serie Cien años de soledad primero habrá que visibilizar este universo creado por García Márquez en su novela, editada originalmente en 1967 en la Argentina. Una metáfora de la cruda Historia colombiana y de los sueños, pesares y luchas en toda Latinoamérica.
Los ocho episodios de la primera temporada de Cien años de soledad (la segunda llegará en 2025) abarcan la mitad inicial de la novela y la narración comienza con el casamiento prohibido entre los primos Úrsula Iguarán (Susana Morales de joven, y Marleyda Soto de más adulta) y José Arcadio Buen Día (Marco Antonio González y luego Diego Vásquez). Habrá una muerte por venganza y llegará el éxodo hacia el futuro pueblo de Macondo.
Dada la prohibición del incesto entre primos, y el miedo supersticioso de que de aquella unión familiar naciera un niño con cola de cerdo, Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía migrarán por la selva y las sierras, en busca del mar, y establecerán el soñado pueblo de Macondo en la zona Caribe de Colombia. Allí donde también llegará con su troupe circense el gitano alquimista Melquíades Ochoa (el español Moreno Borja), quien despertará las inquietudes esotéricas y pseudocientíficas de José Arcadio.
A la par, la serie recobra la historia fundacional de Macondo, los sucesivos hijos e hijas -de sangre y adoptivos-, las enfermedades, los alumbramientos y la imaginería de García Márquez en un mundo revelado al margen de la civilización: allí donde todo parece recién inventado.
En un escenario de vegetación tropical, paredes de cañabrava, techos de palma y flores amarillas, a orillas de un río de piedras prehistóricas. “Así, varias generaciones de la estirpe de los Buendía marcarán el devenir de este pueblo mítico, atormentadas por la locura, los amores imposibles, una guerra sangrienta y absurda, y el miedo a una terrible maldición que las condena a cien años de soledad”, dice la descripción de Netflix.
Una serie fiel al texto
Décadas atrás se hubiera considerado inviable trasladar a una producción cinematográfica la novela Cien años de soledad, de García Márquez, quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982. Pero esta obra maestra colombiana y universal es, ahora, una fastuosa serie que sigue al texto con detallista fidelidad y multiplica sus personajes y acontecimientos -realistas e inexplicables- a medida que avanzan los años. Si el núcleo de la novela, y de la serie, es Macondo, aquí están Diego Vásquez (José Arcadio), Marleyda Soto (Úrsula Iguarán) y Claudio Cataño (el coronel Aureliano Buendía) para descifrar las claves de esta adaptación al universo del streaming.
-¿Cómo fue para ustedes tres entrar, pero también salir, del mundo de Macondo?
Vásquez: Todos leímos la novela muchas veces y la tenemos siempre como referencia. El primer proceso fue volver a la época y retrotraernos doscientos años para conectarnos con ella. Y, como actores, adquirimos herramientas preciosas para llegar al peso de cada personaje. Para mí, José Arcadio Buendía es como una vela que se apaga y estoy feliz de haber encarnado este personaje desde su punto más alto hasta su ocaso.
Soto: Como lectora tenía mis propios imaginarios de Macondo: el pueblo existía en mi cabeza. Y, ahora, ver el Macondo filmado nos golpea por la minuciosidad y la rigurosidad del trabajo de todo el equipo. Yo siempre digo que quizá mi imaginación era muy pobre, porque el Macondo que yo tenía en la cabeza era muy lindo, pero cuando ya ves las paredes, las ventanas, las plantas, y la casa de los Buendía, todo se vuelve real, asombroso y fascinante. Y una vez que entras en Macondo no sales de él: quedas completamente impregnado de su magia. De toda la fuerza que tiene el pueblo y que lo hace posible.
Cataño: Al preguntarnos qué se siente haber entrado en Macondo y luego salir, me es muy fácil hacer una analogía con la vida misma y con qué se siente nacer y también morir. Creo que es una celebración y una algarabía, con una enorme cantidad de significados a lo largo de toda una vida en la serie Cien años de soledad. Así, para mí es lamentable tener que cerrar este ciclo, porque es una de las cosas más hermosas que he vivido a lo largo de mi trayectoria.
-¿Qué fue lo más gratificante y lo más difícil de encarnar a sus tres personajes?
Soto: Lo más gratificante ha sido todo, ya desde el primer momento en que nos dijeron que íbamos a hacer de José Arcadio, Úrsula y Aureliano. Haber sido llamados a representarlos implica mucha gratitud y un gran privilegio. Yo, Marleyda Soto, soy Úrsula Iguarán, y las nuevas tecnologías van a hacer que ella, con mi rostro, perdure en el tiempo con toda su historia de soledad, de fuerza y de coraje. Es un regalo del universo; una oportunidad inmensa.
Vásquez: Yo dejé que el personaje maduro de José Arcadio Buendía decantara en mí. Que cada cosa que él hiciera y dijera tuviera un nivel apto de credibilidad. Eso, como actores, es el tesoro más grande. Y lo más difícil fue llegar al nivel que esperaban de mí los directores Laura Mora (colombiana) y Alex García López (argentino). Siento que hubo mucho amor por parte de ellos, del equipo técnico y de todas las personas que entregaron tanto en el set. Por eso es la experiencia más bella que he tenido.
Cataño: Pues, mira, haberme encontrado con los ojos de Marleyda Soto en escena y haber visto actuar a Diego Vázquez ha sido transformador. En mi caso, fue desafiante ser el avatar de esta historia, como Aureliano Buendía, y habitar las marcas en el cuadro cinematográfico, donde el personaje construye sus decisiones. Por momentos no estábamos actuando y las cámaras y el lenguaje tan particular de esta serie no permitía las mentiras. Ese ha sido otro gran privilegio: construir desde la verdad del relato.
El mito de la novela infilmable
“Cien años de soledad es una novela infilmable”, se dijo por años, dada la sucesión de hechos del realismo mágico que despliega: se ve una lluvia de flores amarillas, bajo un árbol de castaño, tras la muerte de un personaje; un hilo de sangre recorre el piso para anunciar la pérdida de otro; una joven come tierra para ahogar sus penas de amor; habrá actos de levitación de sillas y canastillas de bebés; se verá una aparición fantasmal recurrente y llegará una lluvia torrencial que dure años, etc.
La serie refleja con naturalidad esos hechos mágicos a la par de los avatares amorosos y bélicos, de las crisis de fe, de los destinos en sombras y de las luchas entre conservadores y liberales que atraviesan a Macondo.
Acerca de ello analiza Diego Vásquez: “Hoy en día los recursos audiovisuales, la inteligencia artificial y los efectos se han puesto a disposición de las plataformas de streaming. Y ya lo dijeron Rodrigo y Gonzalo García Barcha, los hijos de Gabo y productores ejecutivos de la serie: ‘Necesitamos una historia que sea contada desde Colombia, con colombianos y con estas características, para poder recrear lo escrito’”.
La serie avanza cuando ya pasaron cincuenta de estos cien años de soledad “y hay una lectura lineal que nos va llevando desde el principio hasta el fin. Cada escena que veo y que leí desde el primer momento, en el guión, era absolutamente bella y acertada”, prosigue Vásquez.
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Tráiler oficial de Cien años de soledad
Y Marleyda Soto amplía: “Todas las oportunidades tecnológicas de hoy han permitido que todas estas situaciones de realismo mágico puedan tener forma dentro de la serie de una manera aparentemente simple, sencilla y cotidiana. Yo creo que lo van a poder reconocer los espectadores de Colombia, pero también de toda Latinoamérica y del mundo, quienes seguramente también tienen sus propios eventos extracotidianos e inverosímiles”.
Hijos bastardos; bodas anunciadas y frustradas; predicciones como sino trágico; guerras civiles que se extienden por décadas; huidas furtivas y sorprendentes regresos de personajes definitorios; amores entre generaciones disímiles y otros misterios revelados: la serie Cien años de soledad comienza su recorrido en el streaming, y la voz en off que enuncia los sucesos acompañará a quienes se siguen fascinando con aquel comienzo, legendario y circular, de la novela de García Márquez: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.