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¿Cómo celebran la Navidad las diferentes religiones del mundo?

Autor: Carmen Rengel

El mundo entero se llena en estos días de papanoeles, rojo, blanco y verde cruzando el cielo en trineo por obra y gracia de una marca de refrescos. El señor del Polo Norte se ha convertido en un reclamo consumista en los cuatro puntos cardinales, se crea en lo que se crea. Pero más allá de él, está la fe y la tradición. 

Ahí empiezan las diferencias pero también ahí están las similitudes, más de las que puedes imaginar de inicio. Entre mitos y tradiciones cruzadas, ramas de religiones que se tocan o diferencias de calado, el planeta sueña y se esperanza de múltiples maneras. No faltan nunca la luz y la paz como referencias básicas. Un idéntico cielo y un idéntico deseo. 

La mayoría de los españoles conocen la Navidad clásica, la que procede de la tradición cristiana católica y que habla de mesías nacidos en portales palestinos, la que entiende la Misa del Gallo como el momento de plenitud. También, la fiesta contagiada de otras costumbres propias del entorno europeo y anglosajón. Cada día, sin embargo, estamos más afortunadamente mezclados y sumamos las costumbres de los que antes eran forasteros y ahora son de casa o, sencillamente, crece la curiosidad por otras maneras de ver las cosas. 

¿Pero qué hace cada una de las confesiones en estas fechas? ¿Cuáles son sus fiestas principales? ¿Qué conexiones tienen unas con otras? 

Cristianismo

Para la religión cristiana, la Navidad es, junto con la Pascua, una celebración fundamental dentro del calendario de fiestas, ya que, tal y como indica su nombre, es la “natividad”, el “nacimiento de Jesucristo”. En la mayor parte de países occidentales y latinoamericanos, de raíces profundamente cristianas y, ­sobre todo, católicas­, la Navidad es una fecha clave. 

La tradición cristiana fija que el alumbramiento de Cristo se produjo la noche del 24 de diciembre, después de que la Virgen María concibiera un niño “sin haber conocido varón”, motivo por el que su marido, José, un carpintero de Galilea, dudó de su virtud, hasta que se le apareció el arcángel Gabriel, que le pidió que cuidase al niño “como si fuese suyo”.

Como se narra en el evangelio según San Mateo, “José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”. Por eso, el hijo de Dios nació en el lugar más pobre sobre la Tierra (hoy en Cisjordania, Palestina ocupada) como ejemplo para que los cristianos adoptasen la humildad como una de sus máximas. 

Lugar, día y año han sido acuñados como tradición a lo largo de los años, pero en realidad no hay base histórica para afirmar ni una cosa ni la contraria.

Un niño Jesús en un pesebre de escombros, recordando los destrozos de Gaza, en la Iglesia Evangélica Luterana de Belén (Cisjordania, Palestina).AP

Según el calendario litúrgico cristiano, el Adviento es el período de preparación espiritual antrior al nacimiento de Cristo, durante el que los cristianos oran y se preparan para la venida del Mesías. Comienza cuatro domingos antes de esta fiesta y ya va preparando el espíritu para la celebración.

Además del periodo festivo previo, hay días posteriores al nacimiento igualmente importantes, como la epifanía de los Reyes Magos, cuando los tres magos de Oriente, siguiendo la estrella, llegaron al portal de Belén para adorar al niño recién nacido y le ofrecieron sus tres conocidos regalos: oro, incienso y mirra. En conmemoración, cada 6 de enero, las familias reparten los regalos que han traído los Reyes Magos. En algunos países, esa labor se adelanta y se deja a Papá Noel o San Nicolás.

Comunidades cristianas, adventistas, bautistas, manonitas… Todas celebran la Navidad a su modo y aunque parten de la misma premisa, que es el nacimiento de Jesús, también tienen costumbres diferentes. La mayoría de protestantes, que se pueden incluir en tres grandes grupos (luteranos, calvinistas y anglicanos), celebran la Navidad. Lo hacía el mismísimo Martín Lutero, así que no hay duda desde el origen. Sin embargo, dejaron de hacerlo temporalmente en el siglo XIX, como forma de desligarse del catolicismo. No fue así en todas partes: en Estados Unidos, por ejemplo, católicos y protestantes han compartido los fastos de la Navidad desde 1607, primer año en que se celebraron estas fiestas en el país. 

El 6 y 7 de enero es Navidad en aquellos países de tradición cristiana ortodoxa que mantienen el calendario juliano en sus celebraciones litúrgicas (creado por Julio César en el 45 a.C.) en vez del calendario gregoriano usado en Occidente y la liturgia latina (promulgado en 1582 por el Papa Gregorio XIII). El desfase entre ambos calendarios es de 13 días y por eso la Navidad se celebra en Oriente 13 días después que en Occidente. Se exceptúan las Iglesias de Alejandría, Rumania, Bulgaria, Albania, Finlandia, Grecia y Chipre; que sí festejan Navidad el día 25 de diciembre. 

En Belén, donde se mezclan las ramificaciones, es especialmente hermoso ver cómo comunidades de uno y otro signo celebran con días de diferencia pero con una fe compartida, por más que este año las luces, la música y los eventos se hayan visto reducidos al mínimo por los ataques de Israel sobre Gaza y el bloqueo al que se está sometiendo a Cisjordania por parte de su ejército, del que Belén no escapa. 

Hay ramas cristianas que hacen lecturas aún más curiosas sobre la fecha en cuestión del evento fundador de su creencia. Así, la Iglesia de los Santos de los Últimos Días o mormones, que no se considera una Iglesia protestante ni reformada sino una Iglesia “restaurada”, se suma a la fiesta global pero precisa: “Nosotros creemos que el 6 de abril es el cumpleaños de Jesucristo”. Algunos otros como los Testigos de Jehová y denominaciones protestantes menores consideran que, al no indicar en la Biblia la fecha del alumbramiento de Jesucristo ni ordenar celebrarla, no hay razón para fijar una fiesta por ese motivo. Para ellos, la Navidad no es un momento ni una fecha, sino un sentimiento eterno de júbilo, por eso no ponen pesebres ni tienen cenas especiales. “El valor espiritual está en permitir que Jesús nazca en nuestros corazones”, dicen los pentecostales. 

En el mundo hay 2.400 millones de cristianos, de los que 1.285 son católicos. Es la religión más profesada en el mundo, aunque para 2050 podría producirse un vuelco y quedar segunda, tras el Islam, según algunas proyecciones demográficas. 

Judaísmo

La celebración navideña coincide con la fiesta judía de Janucá, Hanukka o de Las Luces, aunque realmente no hay relación entre las dos. La principal diferencia entre el cristianismo y el judaísmo es que los judíos todavía están esperando la llegada del Mesías, ya que para ellos, Jesucristo es sólo un profeta y no el auténtico hijo de Dios. Por eso, no celebran la Navidad como la venida de Cristo, porque no creen que lo sea. Este año, Janucá se ha celebrado un poco antes, del 7 al 15 de diciembre, ocho días en los que se recuerda la derrota de los helenos y la recuperación de la libertad de los judíos.

Además, se celebra un milagro: al recuperar el Templo de Jerusalén, se accedió a una pequeña reserva de aceite y se pudo encender el candelabro durante ocho días, cuando con la cantidad que quedaba alcanzaba sólo para uno. Una multiplicación que sólo se explica desde un poder superior. De ahí surge la tradición de encender cada día una vela en la januquía, el candelabro de nueve brazos (cuatro a cada lado, los ocho días, y uno en el centro para encender los demás) con que se recuerda dicho milagro y la reconstrucción del templo jerosolimitano, del que hoy sólo queda en pie un muro, el de las Lamentaciones.

Un judío ultraortodoxo enciende las luces de Janucá bajo la lluvia en Bnei Brak, cerca de Tel Aviv.Oded Balilty / AP

Cuando se enciende cada vela, los judíos piden que ocurran milagros como el de entonces y se leen textos y salmos relacionados con la creación. En ese sentido, es igualmente una fiesta de renacimiento, más allá de las diferencias. Es típico que se juegue con monedas de chocolate y con un trompo llamado dreidel, con letras pintadas (nun, gimel, hei, shin) que son acrónimo de “Nes gadol haia sham”, “un gran milagro ocurrió allí”. Para comer, en estos días se toman muchas cosas en aceite, fritas, como las tortilas de patata o latkes y, sobre todo, los sufganiot, un dulce de masa frita relleno o espolvoreado de azúcar, mermelada o chocolate, similar a un donut relleno.

El año nuevo judío no llegará en enero, sino que entró en septiembre, con la fiesta de Rosh Hashana, que recuerda la salida del pueblo judío de Egipto. Se inició el año 5784, recibido con manzanas con miel (para tener un año dulce), vino de uva (símbolo de la multiplicación), el cuerno o shofar de fondo.

La celebración más importante del judaísmo, no obstante, es el Yom Kippur, el día de la expiación o del perdón. Se hace ocho días después de conmemorar el inicio del año judío, con un ayuno de 24 horas en el que se perdonan todos los pecados y en el que hay que pedir perdón a quienes se haya ofendido. Se celebra al final del verano.

Se calcula que hay 14,3 millones de judíos hoy en el mundo.

Islam

Los musulmanes celebran dos fiestas principales y ninguna coincide con la Navidad: el Id Al Fitr, la festividad inmediatamente después de terminar el ayuno de Ramadán, y el Eid al ­Adha, el festival del sacrificio durante el tiempo del peregrinaje mayor (Hayy), ya que todo musulmán está obligado a visitar al menos una vez en su vida la ciudad de La Meca (en Arabia Saudí).

El Islam es una de las religiones, no obstante, que tienen en más alta consideración a Jesús, al que reconocen como un gran profeta. Por ejemplo, en Palestina, donde se encuentra la Basílica de la Natividad, se suma la fiesta de los cristianos (son el 7% de la población nacional) con el respeto de los musulmanes, que incluso ven la celebración como una seña de identidad del país. En Belén, la noche del 24, la fiesta es general, da igual a quién se le rece. 

Pero los fieles al Islam entienden que la Navidad no tiene unos orígenes muy fiables. La fecha exacta en la que se sitúa el nacimiento de Cristo (la Nochebuena), fue fruto de reuniones de la cúpula eclesiástica cuatro siglos más tarde y, muy curiosamente, coincidente con la fecha de las saturnales romanas. Además, aducen los musulmanes que es más una fiesta pagana que religiosa y no hay ningún acontecimiento en el Corán ni en la Sunna (el libro con la tradición musulmana) que llame a celebrar festejos especiales en esa fecha.

Mujeres musulmanas celebran la Fiesta del Cordero, el pasado 29 de junio, en Ceuta.Antonio Sempere / Europa Press via Getty Images

Los musulmanes sí que celebran con hondura el día de Ashura, en el décimo día del mes de Muharram, el primero del calendario lunar islámico. En 2023, se ha celebrado en los días 27 y 28 de julio. Es una jornada de ayuno, con la que conmemoran justo la penitencia idéntica con la que Moisés agradeció la liberación del pueblo de Israel de manos de los egipcios, una conexión con los judíos. Según la tradición, el profeta Mahoma solía ayunar en esta fecha y recomendaba este ayuno a sus compañeros y seguidores.

1.322 millones de personas profesan hoy el Islam.

Budismo

El budismo, por su parte, recuerda el nacimiento de Jesús, porque lo considera un ser santo. La Navidad es para sus seguidores muy importante, toda vez que celebran la llegada a la tierra de un hombre excepcional, que trajo consigo una doctrina de paz. Pese a ello, no se llevan a cabo grandes festejos en diciembre, ya que su año nuevo, el Songkran, se celebra el 13 de abril y se extiende durante un par de días. 

Visitar templos locales y ofrecer comida a los monjes budistas son prácticas usuales en esta fiesta principal. El agua se derrama con alegría, sobre todo sobre estatuas de Buda, un acto que representa la purificación y el lavarse a uno mismo de los pecados propios y de la mala suerte. También se hace sobre las manos de los ancianos -es una fiesta de reencuentro familiar-, en señal de respeto y admiración.

Unos niños juegan con agua en las calles de Hong Kong para celebrar la fiesta de Songkran, el pasado abril.Louise Delmotte / AP

El Lhabab Duchen (el pasado 4 de noviembre) tiene aún más importancia que el año nuevo; es la fiesta que recuerda cómo Buda viaja mágicamente al paraíso y predica su enseñanza a los dioses que lo siguen y a su madre, que estaba en un proceso de muerte y dolor que acaba en renacimiento, en un reino celestial. Cuando Buda regresa después de tres meses, sus seguidores hacen una fiesta conocida como “el retorno”. Ese día se hace un ofrecimiento de luces, se pone una mesa llena de velas y los asistentes las prenden cargados de sentimientos de amor, compasión o paciencia.

En este diciembre, los budistas celebraron ya el Día de Lama Tsongkhapa o Del Maestro, en homenaje a una de las figuras más influyentes del budismo tibetano. Sólo se asemeja a la Navidad en que se conmemora un nacimiento, el de este pensador y líder espiritual que redactó el Lam Rim Chen Mo, un texto que por primera vez en la historia reunía la totalidad de la enseñanza de Buda de forma ordenada, para poder estudiarla y practicarla paso a paso.

Otra fiesta clave es la de Visacha Bucha, en mayo o junio, donde se conmemora el nacimiento, iluminación y muerte de Buda, un intento de recordar la importancia de sus enseñanzas con visitas a templos, donativos y ofrendas. Y Makha Bucha, en febrero, sirve para recordar y honrar (bucha, en tailandés, significa justo eso) la reunión de 1.250 monjes ordenados por Buda, que acudieron espontáneamente a recibir sus enseñanzas a la cueva Veluvana, en el norte de la India.

Se calcula que hay unos 230 millones de budistas en el mundo en estos momentos. 

Hinduísmo

Los hindúes, finalmente, defienden que Jesús es uno de los grandes maestros y como a tal se le celebra. En Navidad hay celebraciones puntuales aunque, eso sí, no encontrarás carne en sus menús especiales. Todo vegetariano. De alcohol, ni gota, tampoco. Lo que suelen hacer, además de comer, es bailar y cantar en honor de Krishna, su único dios, promoviendo el amor al prójimo y a la naturaleza.

Sostienen que no necesitan festejar la Navidad, todos los días están recordando y alabando a su divinidad a través del Artik, la fiesta y el ritual que hacen al amanecer y al anochecer. Una de sus principales celebraciones, más allá de lo diario, es el nacimiento de Krishna, que se conmemora entre en un día entre septiembre y octubre. A veces se hacen ayunos de pocas horas y se visten ropas y pintadas especiales.

Mujeres hindúes celebran Diwali en el templo Somi Narin de Karachi, Pakistán, el pasado noviembre.Fareed Khan / AP

La fiesta más expansiva que tienen es la de Diwali, marcada a finales de octubre o principios de noviembre. Tanta fama tiene que, gracias entre otras cosas al cine de Bollywood y a la emigración, se ha convertido en moda celebrarlo en grandes urbes como Londres o Nueva York. Marca el inicio del nuevo año con una fiesta en la que se regalan dulces entre familiares y amigos, conmemorando el triunfo del dios Ram contra el demonio Ravana.

El número estimado de seguidores de esta religión asciende a unos mil millones.

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