El presidente Gustavo Petro junto a su homólogo chino Xi Jinping en 2023.

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Pie de foto, El gobierno de Gustavo Petro busca diversificar las alianzas de Colombia en el mundo.
  • Autor, José Carlos Cueto
  • Título del autor, Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia
  • Twitter, @josecarloscueto

Que “Colombia es el mayor aliado estratégico de Estados Unidos en América Latina” es una frase que se repite a menudo.

Por décadas, ambos países han mantenido una estrecha colaboración económica, política y de seguridad.

Expertos como Sergio Guzmán, de la consultora de riesgo político Colombia Risk Analysis, afirman que “Colombia siempre tuvo una relación de subordinación a EE.UU.”.

Por eso llaman la atención los acelerados acercamientos que en los últimos años Colombia da hacia China, el principal rival geoestratégico de Estados Unidos que gana terreno en el país sudamericano invirtiendo en múltiples megaproyectos.

A comienzos de octubre, el vicecanciller colombiano Jorge Rojas anunció que Colombia entrará a la iniciativa de la Franja y la Ruta de China, la ambiciosa y también cuestionada estrategia de cooperación del gigante asiático con la que ha invertido miles de millones en infraestructuras y tecnología en múltiples naciones desde 2013.

Cuándo y cómo Colombia entrará a este club de más de 150 países, entre ellos más de una decena de latinoamericanos, pende todavía de negociaciones.

Pero los expertos que hablan con BBC Mundo tienen algo claro: tras décadas de una marcada dependencia estadounidense, occidental, Colombia busca, con acierto, diversificar sus alianzas.

Y lo hace apostándole fuerte a un país que le puede traer muchos beneficios, aunque también importantes cuestionamientos que no debe pasar por alto.

Diversificar alianzas

Si bien el gobierno izquierdista de Gustavo Petro parece acelerar las alianzas entre Colombia y China, lo cierto es que continúa un camino iniciado por las administraciones de los expresidentes Juan Manuel Santos e Iván Duque.

Desde la crisis financiera de 2008 que golpeó con fuerza a Estados Unidos y otros países occidentales, “el gobierno colombiano mostró su interés en ampliar sus relaciones a otras partes del mundo”, según el experto en relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia David Castrillon Kerrigan.

Es decir, que la intención de unirse a la Franja y la Ruta beneficiaría a Colombia en seguir colocando sus huevos en varias canastas: diversificar, reducir riesgos políticos y económicos, depender menos de pocos mercados.

Los expresidentes de Colombia y Estados Unidos, Álvaro Uribe y George W. Bush, en 2008.

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Pie de foto, ¿Cambiará la relación entre Colombia y EE.UU. de seguir acercándose el país sudamericano a China? Para algunos expertos ya cambió.

Y al hablar de riesgos, ahora es inevitable mirar hacia Washington.

“Durante el gobierno de Donald Trump entre 2016 y 2020 hubo menos incentivos para que empresas occidentales invirtieran en Colombia. EE.UU. demostró ser un socio menos fiable. Con la victoria de Trump en 2024, si Colombia no diversifica, podría encontrarse en una situación más modesta, precaria, difícil”, le señala a BBC Mundo Guzmán, de Colombia Risk Analysis.

No es asunto menor. Colombia, un país rico en recursos naturales y minerales claves para el futuro, necesita inversión y financiamiento para explotarlos, llevar desarrollo a regiones atrasadas y avanzar en la transición energética.

Y parece haber encontrado en China a un socio más que interesante.

Motor de inversión

En realidad, según analizan los expertos consultados por BBC Mundo, unirse a la Franja y la Ruta sería una reafirmación, “una elevación simbólica” de una relación comercial que acumula años disparándose.

Según cifras de la cancillería colombiana, en 1991 Colombia importaba US$8 millones desde China y les exportaba US$17 millones.

Para 2022, Colombia ya exportaba US$2.165 millones e importaba US$16.000 millones hacia y desde el gigante asiático.

China es hoy el segundo socio comercial de Colombia en términos de exportaciones, después de Estados Unidos, y el primer origen de las importaciones del país.

A la derecha, Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia, junto al entonces presidente chino Hu Jintao en 2012.

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Pie de foto, La aceleración comercial entre China y Colombia coincidió con el final del mandato de Juan Manuel Santos. Desde entonces no para de crecer.

Y expertos como Guzmán vaticinan que para 2025 o 2026 China superará a Estados Unidos como socio principal de Colombia.

Una aceleración asombrosa que despegó alrededor de 2016.

“Colombia, buscando financiación, encuentra que las empresas chinas se presentan a concursos con términos muy favorables. Poco a poco las élites colombianas confiaron en China como financiador de grandes proyectos y China halló en Colombia un país fiable donde invertir”, coinciden Guzmán y Castrillón-Kerrigan.

Desde entonces la inversión china no para en Colombia, sobre todo en sectores como telecomunicaciones, hidrocarburos, infraestructura y tecnología, con múltiples proyectos capitales para el país sudamericano.

Las obras que ya financia China en Colombia

En un informe de comienzos de 2023, la Cancillería colombiana contaba más de 100 empresas chinas que habían llegado al país en varios sectores económicos, con más de 60 proyectos en los cinco años anteriores con inversiones de más de US$3.100 millones en infraestructura, minería y energía.

En la construcción del metro de Bogotá, quizás la obra más mediática en Colombia en los últimos años, la empresa China Harbour Engineer Company consiguió una licitación.

Obras del metro de Bogotá en julio de 2024.

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Pie de foto, La construcción del metro de Bogotá, con licitación de una empresa china, promete revolucionar el transporte de la congestionada capital colombiana.

La explotación de Buriticá, la mina de oro más grande Colombia y una de las más importantes del mundo, está a cargo de Zijin Mining.

Regiotram, otro proyecto clave de transporte en la sabana de Bogotá, lo lleva la China Civil Engineering Construcction Corporation.

De la misma forma, Trina Solar obtuvo varias obras en una subasta de energía renovable y BYD ganó licitaciones para poner buses eléctricos en Bogotá y Medellín.

A estos se suman otras iniciativas como la construcción de plantas de agua, carreteras, túneles y hospitales.

Ahora, con la posible entrada de Colombia en la Franja y la Ruta, economistas como Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), espera que esa relación comercial se siga profundizando.

“Colombia tiene un gran potencial con minerales clave para la transición energética que por falta de recursos o tecnología siguen sin explotarse. China podría ser un gran aliado para desarrollar esta minería de transición“, le dice Díaz a BBC Mundo.

Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Diálogo Interamericano, apunta por otra parte que el objetivo de China con su iniciativa es diferente al que implementó en 2013.

“Colombia se une en un momento en que China está menos interesada en invertir grandes cantidades en infraestructuras de larga escala, sino que mira más por alta tecnología e innovación que considera esenciales para su ascenso económico”, analiza la experta para BBC Mundo.

¿Acercarse a China implica alejarse de EE.UU.?

La pregunta divide a los expertos entrevistados por BBC Mundo.

Myers opina que la decisión de Colombia implica riesgos.

“Puede tener un impacto en las relaciones bilaterales entre ambos países, aunque EE.UU. podría considerar que este acercamiento es algo de esta administración (la de Petro) y que no tendría mucho más recorrido”, le dice Myers a BBC Mundo.

Guzmán piensa que la relación entre Colombia y Estados Unidos pasa por un momento más delicado de lo que ambas partes reconocen.

“Colombia rompió relaciones con Israel, un aliado más importante para EE.UU. Eso no cala bien en muchos círculos, sobre todo republicanos”, argumenta Guzmán.

“No creo que Washington arme una rabieta si Colombia se une a la Franja y la Ruta, pero pueden acabar cobrándolo a largo plazo”, continúa el analista.

Carrillón-Kerrigan piensa que este acercamiento a China tampoco sería una sorpresa para Estados Unidos.

Donald Trump en el discurso donde celebró su victoria electoral el pasado 5 de noviembre.

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Pie de foto, La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca podría implicar, como ya pasó en su primer mandato, que EE.UU. preste menos atención a América Latina, incluyendo Colombia.

“Es algo discutido públicamente, y creo que, de unirse Colombia a la iniciativa, el acuerdo intentará no tocar temas sensibles para EE.UU. Sería una adhesión limitada, dejando fuera temas de seguridad, policiales, de justicia, militares”, explica el académico de la Universidad Externado.

Díaz, por su parte, no siente que este paso afectaría a la relación con EE.UU. De hecho, está convencido de que Colombia debe disminuir su dependencia estadounidense.

“Debemos recuperar el tiempo perdido con China, algo que han aprovechado otros gobiernos de la región como Chile o Perú”, dice el economista.

Es un balance complejo.

Por un lado, Colombia podría arriesgar una relación histórica con EE.UU., un aliado más cercano geográficamente con el que seguramente comparte más valores políticos y económicos, pero por otra parte debe cuidar su imagen como destino fiable de inversión.

En otras palabras, no dar bandazos.

“Si llega un gobierno con ideología distinta a la de Petro y se descoloca con China, podemos quedar como un zapato (mal). Que se nos quede la imagen de que Colombia no es fiable, que con Colombia no pueden firmarse tratados”, reflexiona Guzmán.

La otra letra pequeña

En sus más de 10 años de historia, la Franja y la Ruta, considerado por muchos el proyecto estrella en política exterior del presidente chino Xi Jinping, se ha ganado defensores y escépticos.

Los beneficios, para países emergentes como Colombia, parecen claros: conseguir un capital extranjero cuantioso y tentador para lanzar proyectos clave de desarrollo.

Es la letra pequeña la que todavía parece difusa.

“Colombia debe aprender de otros países en la región, como Chile y Perú, y evitar que las inversiones Chinas se conviertan en monopolios de algunas industrias. En Lima, por ejemplo, la industria de transmisión de energía está dominada por empresas chinas”, advierte Myers.

Gobiernos como el de EE.UU. o India aseguran que detrás de sus proyectos China busca aumentar su influencia geopolítica.

Del mismo modo, expertos y agencias de investigación como AidData incluso denuncian que el gigante asiático aplica la llamada “trampa de la deuda”, en la que ofrece enormes créditos y, cuando los países no pueden afrontar los pagos, pasa a controlar las obras o recursos naturales.

Xi Jinping en octubre de 2022.

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Pie de foto, El presidente chino Xi Jinping ha defendido varias veces a su país frente a las críticas que sostienen los escépticos de la ambiciosa política exterior china.

El gobierno chino ha rechazado todos estos argumentos pero, en el caso colombiano, el analista Guzmán opina que no se están haciendo preguntas pertinentes sobre la dependencia que puede desarrollar el país hacia China.

“Deberíamos debatir más sobre los valores que compartimos con China antes de seguir dando pasos”, dice Guzmán.

“Tradicionalmente ha sido sencillo con Europa y EE.UU. Sus valores de democracia, transparencia y derechos humanos son más congruentes con los nuestros. Pero en China hay formas y valores políticos opuestos a los nuestros”, añade el experto.

Para evitar la dependencia, Myers añade que Colombia debe seguir apostando por la diversificación y no pasar a entregar sus inversiones extranjeras mayoritariamente a empresas chinas.

Son todas cuestiones que serán debatidas en las próximas semanas o meses, mientras funcionarios colombianos y chinos negocian un paso más en las dinámicas relaciones entre ambos países.

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