Juan Diego Calzada, Lara Brown, Jonás de Murias, Nazario Díaz, Aurora Bauzà, Pere Jou y Mariona Naudin presentarán sus espectáculos en enero en el teatro madrileño
Las artes vivas, esa confluencia de performance, teatro, música y danza, tienen una cita destacada en la programación de enero de Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid con cinco espectáculos de artistas que indagan desde la vanguardia en el folclore español, en la relación escénica con el cuerpo y denuncian la violencia contra la mujer.
Los dos primeros montajes que llegarán a las salas de Teatros del Canal constituyen experimentos entre la tradición (el flamenco y la jota) y la vanguardia, como refleja el cordobés Juan Diego Calzada con su proyecto Isabel Do Diego en Gozo jondo, en el que late lo atávico del flamenco. Esta aleación de folclore y música electrónica en forma de concierto escénico la estrenará en exclusiva el 10 de enero en la Sala Negra. Actor y dramaturgo integrante del grupo Vértebro, el artista andaluz desarrolló la investigación de su proyecto en una residencia artística de Los Tientos entre 2023 y 2024. Y su materialización escénica se benefició de otras dos residencias culminadas este mismo año en noviembre y diciembre.
Gozo jondo se presenta en Teatros del Canal con la base del álbum del mismo título publicado este otoño en forma de EP con seis temas. Es un viaje escénico-musical de ida y vuelta entre lo atávico y atemporal del flamenco, el folclore y la electrónica, y su relación con su sonoridad y la manera de habitar el cuerpo en escena, con las manos, los pies y la boca, el rasgueo, el zapateado y el quejío.
Para ello, Isabel Do Diego despliega una electrónica que fundamentan unas melodías vocales tradicionales que se encarnan y vociferan con un cuerpo en pleno fulgor vital. Algunas de las canciones parten de estructuras musicales que, en la tradición folclórica, están relacionadas con la seducción y el placer y las ejecuta en un instrumento de su propia creación, que ha llamado azogue, elaborado con acero cromado conectado a un software.
Como Juan Diego Calzada, también Lara Brown y Jonás de Murias bucean en Lo imposible es desaparecer (11 y 12 de enero) en el universo inagotable de la música popular, en este caso bailada. Brown, nacida en Burgos, desarrolla su trabajo entre Madrid y Barcelona. Es artista, coreógrafa y bailarina y realiza e interpreta sus piezas propias desde 2017. De Murias remezcla en sus piezas material sonoro y letras de archivos de música tradicional y canciones populares, transcendiendo y replanteando la relación de lo folclórico con lo geográfico. A partir de esta mezcla de texturas sonoras y lingüísticas, rastrea y resignifica aptitudes culturales heredadas y rasgos que acostumbramos a relacionar con la identidad.
En Lo imposible es desaparecer, Lara Brown, produce movimientos basados en los pasos de la jota serrana permitiendo que estos pasos viajen por todas las posibilidades que el cuerpo propone. De Murias, por su parte, discurre con la palabra por las instrucciones de la jota serrana que Justo de Río dejó escritas en la revista Folklore, aplicando distintas materialidades de la voz, estirando y amasando los fonemas. Y así establecen un juego de intercambio de lenguajes que sucede entre ellos dos, entre cuerpo y palabra, movimiento y sonido.
Desgaste y desaparición
«Si antes me ocupaba de objetos y de mi propio cuerpo para desgastarlos mediante una acción insistente, mi trabajo actual retoma la idea de desgaste y desaparición de un cuerpo», explica Nazario Díaz, que presenta en Teatros del Canal amanecer alto cielo (11 y 12 de enero, estreno en la Comunidad de Madrid). Díaz desarrolla su trabajo principalmente en el ámbito de las artes performativas, centrándose en la tensión que se genera entre el cuerpo, la mirada y la escritura.
amanecer alto cielo se gestó en 2022 dentro del marco del programa avanzado de creación en artes performativas PACAP5, comisariado por João Fiadeiro para Forum Dança, Lisboa. Plantea el desvanecimiento del lenguaje en cuanto elemento escenográfico. Inspirándose en el trabajo de la coreógrafa y videoartista Lisa Nelson, los tres bailarines que componen el elenco de la obra abordan cómo las diferentes maneras de mirar modifican los cuerpos y la percepción sobre ellos.
La voz humana
Aurora Bauzà y Pere Jou son compositores, creadores e intérpretes a la vanguardia de las artes escénicas españolas, como mostrarán en A beginning_expanded versión, que estrenan en la Comunidad de Madrid el 17 y 18 de enero, en un claro ejemplo de cómo las fronteras del teatro se desdibujan y aúnan disciplinas como, en este caso, la música y la coreografía.
La investigación principal de ambos creadores gira en torno a la voz humana y sus conexiones con el cuerpo, el movimiento, el espacio, el escenario y la luz. Como su nombre indica, A beginning_expanded versión es la versión expandida de la pieza A beginning. Se se exhibirá con diez intérpretes: los 5 originales de la pieza, más otros 5 intérpretes locales.
A medio camino entre la composición musical y la escritura coreográfica, Aurora Bauzà y Pere Jou proponen una pieza escénica en la que el canto en vivo y las luces manipuladas por los propios intérpretes son centrales en la construcción de un relato dramatúrgico sobre el (re)inicio del mundo.
Tragedia y humor
Bajo la forma de uno de esos late shows que ocupan el ocio nocturno de los televidentes, Songs for the bitch witch women (30 y 31 de enero y 1 de febrero) sumerge al espectador en una de las tragedias de mayor impacto mediático de los años 80, la muerte de una mujer, Ana Orantes, que en 1997 denunció en televisión los maltratos sufridos durante cuarenta años a manos de su exmarido, que la asesinó una semana después en el patio de la casa que compartían por orden de un juez. A raíz de este caso se impulsó la primera ley de violencia de género de España.
Homenaje a Ana Orantes, esta pieza de la actriz y creadora escénica Mariona Naudin, está construida con humor, aunque, aclara Naudin, «no es una comedia», si bien defiende el humor como «la mejor herramienta para superar la desgracia». El espacio donde sucede la obra es a la vez un plató de televisión y una especie de cabaret monstruoso. «Nos invita -señala Naudin- a generar analogías con el mismo lugar donde nos encontramos: un teatro donde hay un público que mira y otros que hablan», un público que puede ser el de aquel plató donde Orantes hizo su confesión, pero también, metafóricamente, «el público medieval que contempla la hoguera de una quema de brujas».
