Cinco curiosidades del Metro de Madrid que desconocías
Estación de Metro de Gran Vía en el centro de MadridPiero Di Maria/Pixabay
El de Madrid es uno de los metros más importantes a nivel mundial, la cuarta red en número de estaciones y también la cuarta red en extensión total, unos 295 kilómetros de longitud.
Con más de 115 años y más de 300 estaciones, el metro de la capital española esconde muchos secretos y curiosidades a sus 715,2 millones de viajeros anuales.
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El Metro de Madrid es una de las líneas ferroviarias subterráneas más importantes del mundo: es la cuarta red en número de estaciones, solamente por detrás de los Metros de Nueva York, París y Londres y la cuarta red en extensión por detrás de Moscú, Londres y Nueva York. Cuenta actualmente con 13 líneas principales, tres líneas de metro ligero y más de 300 estaciones a lo largo de un recorrido estimado en 295 kilómetros de longitud. Con semejante magnitud, es normal que haya todavía muchos secretos que se escapan a los 715,2 millones de viajeros anuales que tiene (según cifras de 2024). Hoy te contamos cinco de esas curiosidades que puede que no supieras.
Una inauguración inolvidable
El Metro de Madrid se inauguró el 17 de octubre de 1919. La figura del Rey Alfonso XIII fue clave en su puesta en marcha, hasta el punto de que, en agradecimiento, el nombre original de la empresa era Compañía Metropolitano Alfonso XIII. El monarca se convirtió en el principal accionista, con 200 acciones valoradas en un millón de pesetas de la época. A cambio de la inversión, se establecieron dos condiciones. La primera, que todo el material empleado en la construcción de las estaciones del Metro en su inauguración fuera de origen español. La segunda, que el primer viajero fuera el propio rey.
Imagen editada del rey Alfonso XIII en la inauguración del Metro de MadridMetro de Madrid
Cuando llegó el momento de poner en marcha la red madrileña de metro, Alfonso XIII acudió a realizar el primer trayecto de prueba en un coche que se puede visitar en la estación de Chamartín (con entrada gratuita previa reserva en la página museosmetromadrid.es), el acontecimiento histórico fue reflejado en los diarios de la época. Sin embargo, el rey salió en la foto con los ojos cerrados, por lo que se pintó unos ojos para su publicación en prensa, dando como resultado la cómica estampa que tenéis sobre estas líneas. La puesta en marcha para la población en general no se produjo hasta el 31 de octubre del 1919.
El primero del mundo en adoptar una medida que salva vidas
Cuando se inauguró el Metro de Madrid en 1919, ya funcionaban otros suburbanos europeos de gran importancia, como Londres (1863), Budapest (1896) o París (1900). Sin embargo, cuando se estrenó la red de metro original, se apostó por una decisión de diseño que fue pionera y que salva muchas vidas cada año. Resulta que el de la capital española fue el primer metro que instaló la catenaria en el techo. Además, fue 100% eléctrico desde sus comienzos, teniendo sus propias centrales que convertían en tensión continua la suministrada por las empresas.
Cada año son muchas las personas que por accidente caen a las vías. Si bien esto todavía es un riesgo elevado de que suceda algo grave si el tren está llegando a la estación, y puede provocar lesiones por la caída, al menos no provoca electrocuciones que causen la muerte. Resulta que hasta entonces, los cables de tensión de otros metropolitanos estaban en el foso, por lo que una caída a las vías significaba una descarga eléctrica mortal. Con una decisión tan acertada como colocar el tendido eléctrico en el techo, sobre los vagones, se impide el contacto de las personas con la red eléctrica y se salvan todas las vidas de las personas que caen de la muerte por electrocución. Como es normal, tras ser pioneros en este diseño con el que se convirtió en uno de los más seguros del mundo, posteriormente lo fueron adoptando el resto de redes de metro de todo el mundo.
Varias estaciones fantasma
El término estación fantasma se emplea cuando una estación ferroviaria queda fuera de servicio por múltiples motivos, bien sea porque su construcción nunca llegó a finalizarse, o porque acabó siendo clausurada tras un tiempo en activo. En Metro de Madrid podemos encontrar varios ejemplos. El más notable es el de la antigua estación de Chamberí, situada en la L1 entre Iglesia y Bilbao y que se puede apreciar en medio del túnel si te fijas bien. También se puede visitar, ya que ha sido convertida en museo y se puede acceder en la esquina de las calles Luchana y Santa Engracia previa reserva de entrada.
Estacion museo de Chamberí en el Metro de MadridPxHere
Diseñada en 1919 por el arquitecto Antonio Palacios, era una de las ocho estaciones que conformaban la red original de Metro de Madrid, junto a las de Ríos Rosas, Martínez Campos (Glorieta de Iglesia), Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal), Red de San Luis (Gran Vía) y Sol. Sin embargo, a comienzos de la década de los 60, se decidió aumentar la longitud de los trenes, algo imposible para esta estación, que acabó siendo clausurada definitivamente el 22 de mayo de 1966, siendo durante muchos años un simple recuerdo que observar entre los túneles. Ahora podemos realizar una visita y volver al Madrid de los años 50 y 60 tan solo bajando unos escalones.
Además de esta estación histórica, Metro de Madrid contó durante 20 años con otra estación fantasma que, afortunadamente, acabó siendo utilizada. En este caso, hablamos de la estación de Arroyofresno, en la Línea 7 y ubicada entre Lacoma y Pitis. El motivo de que estuviera en desuso durante dos décadas desde que fuera construida en 1999 es un exceso de optimismo en relación con el plan urbanístico de la zona. Como se había construido una estación donde todavía no había ni edificios, nadie tenía un motivo real para utilizarla, hasta que se decidió clausurarla y, aunque los trenes pasaban por sus vías, no paraban. Finalmente, tras una remodelación para recuperarla del vandalismo de dos décadas, fue puesta en marcha definitivamente el 23 de marzo del año 2019, cuando ya cuenta con vecinos presentes en la zona y opera con normalidad.
Por qué circula en sentido contrario
Si te fijas bien, el Metro de Madrid tiene un funcionamiento en el que sus trenes circulan por la izquierda. Existe la creencia popular de que esto se debe a la influencia inglesa, al haberse inaugurado en 1863 el Metro de Londres, o que los ingenieros eran de dicha nacionalidad. Sin embargo, se debe a razones más prácticas que tienen que ver con la inauguración en 1919 del metro madrileño.
En aquella época, cada municipio era el encargado de elegir el sentido de la circulación. En Madrid se había decidido que se haría por el lado izquierdo (efectivamente, como sucede en las carreteras inglesas). Esto estuvo vigente hasta que en 1924 se unificó a nivel nacional el sentido de circulación, estableciéndose por la derecha en Madrid y el resto de municipios de España. En Metro de Madrid se planteó adaptar este cambio, pero finalmente se mantuvo el sentido original debido a que no compartía circulación con otros vehículos y el coste de readaptar la red al nuevo sentido de circulación sería demasiado costoso.
Un frecuente yacimiento de huesos
Con frecuentes obras bajo la superficie, no es extraño que aparezcan durante sus obras restos. Uno de los más impresionantes se descubrió durante las obras de remodelación de la estación de Carpetana. Allí se encontraron restos paleontológicos de la época del Mioceno. Esto se tradujo en una reconstrucción de los paleoambientes en dos yacimientos verticales. El primero cuenta con una reconstrucción de un ciervo denominado heteroprox , incluyendo además ambientes y especies vegetales existentes entonces en la zona. El segundo tiene representaciones de algunas especies halladas entre los restos, como el oso-perro, el oso-lobo, un felino, una tortuga gigante, rinocerontes y un jabalí.
También hay una curiosa historia relacionada con huesos humanos. Concretamente, los encontrados a principios de la década de los años 20 en la estación de Tirso de Molina. Allí, los obreros encontraron restos humanos pertenecientes al cementerio del antiguo convento de la Merced, que había sido derribado en 1840. Como no se sabía qué hacer con ellos, decidieron dejar que su descanso eterno se mantuviera más o menos igual, por lo que decidieron lapidar los huesos y ocultarlos entre los azulejos que decoran las paredes de la estación, ajenos al tránsito de miles de usuarios que pasan a su lado sin ser conscientes.