Foto de portada: Mafalda Gomes
Con su nuevo libro, Herejía, la historiadora Catherine Nixey viaja a los años posteriores de la muerte de Jesús, una época donde todavía no existía un relato consensuado sobre quién era Cristo y los hechos que habían acontecido en su vida. Un momento fundamental para el porvenir y el asentamiento de esta nueva fe y en la que convivieron diferentes tipos de entender el cristianismo, aunque hoy en día no lo recordemos
Más que una historiadora, es una provocadora. Una de esas personas que, quizá, en otra vida, hubiera sentido predilección por las carreras a trescientos kilómetros por hora o practicar escalada sin cuerda en las faldas heladas del K2. Pero la vida condujo a Catherine Nixey a estudiar. Pero ni siquiera aquí ha tenido la prudencia de apartarse de los caminos espinosos y se ha adentrado en el cristianismo para desmontar tradiciones, concepciones asumidas y equivocaciones que el tiempo ha aposentado en nosotros. Con su anterior obra, La edad de la penumbra (Taurus) ofrecía la historia natural de la destrucción, evocando a Sebald, del legado cultural de la antigüedad a manos de los cristianos. En Herejía, su nuevo libro, ha decidido desmontar una parte, bastante amplia, de la vida de Cristo, y mostrarla a ojos de los griegos y romanos que vivieron el nacimiento y extensión de su fe. Un relato igual de implacable que el anterior que a muchos asombrará.
*****
—Herejía, en griego, es «elección».
“Los heréticos, cuando se implanta el cristianismo, se convierten en una especie de enfermedad, de serpiente, de gangrena, y, según San Agustín, de excrementos“
—Las palabras tienen connotaciones, y las connotaciones de la palabra «herejía» son buenas en griego, pero no sucede lo mismo cuando irrumpe el cristianismo. En un plazo relativamente corto, unos cien años, se ha convertido en algo negativo, y no negativo solamente, sino en algo horroroso. Los heréticos, cuando se implanta el cristianismo, se convierten en una especie de enfermedad, de serpiente, de gangrena y, según San Agustín, de excrementos. Es una forma total de cambiar la manera de pensar vigente. En el mundo antiguo existían otras religiones, cada una de ellas con otras deidades. Para esos hombres, esta convivencia era normal. Lo lógico. Todas las personas de la antigüedad aceptaban los dioses a los que oraban los demás. Es cierto que esas deidades eran diferentes, pero eso era aceptado como algo normal. Lo que sin embargo era raro era «la herejía». A nosotros no nos choca porque hemos crecido con una manera de pensar que es cristiana. Pero antes no era así.
—¿Las herejías inician una historia de la intransigencia hacia el otro? ¿Esto lo imitarían las ideologías políticas posteriormente?
—No sé si es una imitación lo que hacen determinados políticos con algunas ideologías concretas o simplemente es que es la naturaleza humana, aunque esto es, precisamente, lo que estamos presenciando con la cultura de la cancelación. Se requiere una conformidad con lo que dicen aquellos que mandan. Esto es muy peligroso. Recuerde lo que dijo Walter Bagehot: «Puedes hablar de la tiranía de Nerón y Tiberio, pero la tiranía real es la del vecino de al lado».
—¿El cristianismo fue la «cancelación» de la tolerancia?
“Con el cristianismo llega una cancelación de la tolerancia de manera explícita“
—Con el cristianismo llega una cancelación de la tolerancia de manera explícita. Es lo que quieren. Existen escritores antiguos que comentaban justo esto. Aseguran: «¿Por qué todos están tan enfadados? ¿No se supone que sois una religión de paz?». Para ellos no había ninguna religión tan peligrosa como esta. Además, tenían un solo dios y no hacían más que pelearse entre ellos. Amiano Marcelino comentó: «No hay ninguna fiera tan salvaje como los cristianos». Lo aseguraba porque atacaban siempre a todos.
—Su libro demuestra que los «milagros» —ciegos que recuperan la vista, muertos que resucitan, cojos que andan— era un asunto muy extendido en la época y no un asunto exclusivo de Jesús. Algo que, además, estaba vinculado a la magia y que la mayoría de las personas cultas consideraban mentira. ¿Es así?
—Era así. Esas curaciones y milagros no eran nada nuevo. Antes de Jesucristo la gente llevaba haciendo eso mismo durante siglos. Hay datos de que, en el siglo IV a. C., aseguraban que había personas que hacían que los ciegos vieran y que los cojos anduvieran. Eso ya estaba inventado, y los críticos lo dicen de manera abierta en los textos que conservamos. El poder del cristianismo es que ellos dicen que es la verdad. Y en Europa, después de un tiempo lo que ha prevalecido es el cristianismo. Pero en el mundo antiguo lo criticaron con dureza por eso mismo.
—Hay una lección que extraer de todo esto, sobre todo ahora con Trump en la Casa Blanca ya. ¿Por qué la gente se cree las mentiras?
“¿Quién sabe quién era Jesucristo? Nadie lo sabía, pero la gente creía en él“
—Porque estas son mentiras muy bonitas. Es muy difícil conocer la verdad. En el caso de Cristo, ni siquiera sabemos qué había de verdad, porque en la antigüedad todos hacían propaganda de una manera o de otra. Esta es una de las razones principales por las que hay que tener sumo cuidado con los textos antiguos que leemos. ¿Quién sabe quién era Jesucristo? Nadie lo sabía, pero la gente creía en él. Hay un asunto que describo en el libro y que es fundamental: era una época muy difícil para vivir. Incluso alguien como Cicerón, que era brillante, un filósofo con una lógica aplastante, cuando muere su hija se vuelve loco y hace un templete para que esté más cerca de los dioses. En aquel momento de la historia no había seguridad social. La muerte estaba presente todo el rato. Es un mundo peligroso y el cristianismo ofrece salud y ayuda. Esto lo vimos hace años cuando la covid: la religión subió. Hubo una mayor observancia religiosa. La gente se hizo más devota con la epidemia. Un académico alemán de época victoriana aseguró, por esto mismo, que el cristianismo en realidad va de curar enfermedades. Aludía justo a esto.
—¿Quién era Jesús?
—Nunca sabremos quién fue Jesucristo. Incluso los académicos han renunciado a saberlo. El Cristo histórico, cuando se analiza, hay que hacerlo siempre con extremo cuidado porque los cristianos y los no cristianos relatan las mismas historias de manera recurrente en uno y otro caso. Por ejemplo, el nacimiento de Augusto se vio como algo milagroso y vino acompañado de una matanza de inocentes. No ocurrió al final porque todos creían que iba a convertirse en la persona más poderosa del mundo. Otros, cuando nacieron, llegaron a este mundo precedidos con una señal en el cielo. ¿Le suena? Hay quien resucitaba a los muertos. Estos relatos son semejantes tanto en unos como en otros. Por eso estas obras hay que interpretarlas de una manera rigurosa. Los cristianos eligieron los cuatro evangelios que tenemos hoy, y no los otros, que es a los que he recurrido yo en esta ocasión y que son importantes porque hablan de otros modos y creencias que hubo de vivir y ver el cristianismo. Por eso debemos tener en cuenta que al recurrir a estas fuentes hay que ponerlas en entredicho, porque, de lo contrario, es como si escribiéramos una biografía de Mao o Charles de Gaulle y usáramos solo documentos de los afines a ellos. ¿Qué sabríamos entonces?
—Apolonio de Tiana. Su vida es semejante, si no igual, a la de Cristo. Es casi un calco.
“En el mundo antiguo se consideró una gran amenaza a Apolonio de Tiana. A los cristianos no les gustaba este personaje“
—Es sorprendente, desde luego. En el mundo antiguo se consideró una gran amenaza a Apolonio de Tiana. A los cristianos no les gustaba este personaje. De hecho, aseguraban que fue el demonio quien lo creó para no que se creyera en Jesucristo. Nació a principios del siglo I, de un padre que es un dios y de una madre mortal. Curioso, ¿no? Cuando la madre estaba embarazada se le anunció que iba a recibir un hijo y que este hijo iba a ser Dios y, curioso también, hubo un signo celestial mágico. Al igual que en el caso de Cristo, expulsaba demonios de los cuerpos, llevaba sandalias, tenía el pelo largo, fue juzgado por los romanos, resucitó y ascendió a los cielos… Es sorprendente para una mentalidad moderna que hubiera habido este personaje tan parecido. Pero hay que tener cuidado, porque la única fuente que conservamos de él data del siglo III, aunque sabemos que hubo otros relatos bastante anteriores y que tuvieron mucho éxito. Este documento es interesante, pero los cristianos ni lo mencionan. El libro de Apolonio no parece que fuera creado para luchar contra cristianos, pero es muy raro. Va a la india y hace cosas extrañas. Lucha contra un vampiro, incluso. Pero también sorprende que tenga elementos que coincidan con los de Jesucristo. Todos ellos, de todas maneras, son relatos que existían en el ambiente y que se plasmaban en figuras de magos.
—Los evangelios. No existían solo los canónicos en un principio. Había más.
—Esos cuatro son los primeros. Los demás son posteriores, pero tuvieron una enorme aceptación desde el principio entre los creyentes. Existían porque la gente creía en ellos. Los primeros cristianos también creían entonces en los evangelios apócrifos. En uno de ellos Jesucristo mataba gente. Esta idea perduró porque muchos lo veían plausible y tenía sentido para ellos. Cuando los escritores antiguos analizaban los relatos cristianos en ningún momento los ven como una narración lógica, sino que los consideran ridículos, absurdos. Para nosotros tienen sentido porque los conocemos de toda la vida, pero para los antiguos no tenían ni pies ni cabeza. Decimos que tenemos un dios omnipresente que permite el mal. Esto se acepta en el mundo moderno. Pero en el mundo antiguo dicen sencillamente que es una locura. Si dios es omnipresente, ¿por qué no creó el mundo en un momento? ¿Por qué tardó siete días? ¿Y por qué descansa? ¿Y por qué manda a su hijo para salvarnos? ¿Por qué no nos salva directamente él? ¿Y si Jesucristo nos tiene que salvar, por qué Dios tardó tanto en mandarnos al Salvador? ¿Se había olvidado de nosotros? Son problemas lógicos para ellos. Nosotros estamos acostumbrados, pero los apócrifos son todavía más descabellados.
—No se creyó a los que fueron críticos con el cristianismo. Hoy pasa igual. A pesar de aplicar el sentido común y un pensamiento científico, el mundo se vuelca con los terraplanistas.
“San Agustín mismo se opone a la curiosidad, porque la curiosidad, dice, cuando uno cree, no es necesaria“
—Los cristianos decían que su visión no era científica. Juliano el Apóstata, el emperador —que, por cierto, él nunca se declaró apóstata—, decía qué había sucedido, por qué había perdido el sentido común. Se preguntaba que se habían dado las matemáticas a los babilonios y la astronomía a los griegos, y enumera una larga lista de otras disciplinas y pueblos, pero cuando llega a los cristianos no tiene nada que mencionar de ellos. Juliano se pregunta por qué. El mundo era una esfera en la antigüedad, pero a los cristianos no les gustaba esta idea. No les gustaba porque no entendían que se pudiera estar de pie boca abajo. Se preguntaban: «¿Y qué ocurre con la lluvia? ¿Y con los árboles? ¿Crecen al revés?». Esto les agobiaba mucho. Los griegos y los romanos creían que la Tierra era una esfera y que las personas que estaban en el otro extremo también estaban de pie. Las Antípodas era una evidencia clara para ellos. Así es como pensaban. Pero tuvieron que enfrentarse al mundo cristiano, que no comprendía lo básico y que tampoco quería comprenderlo. San Agustín mismo se opone a la curiosidad, porque la curiosidad, dice, cuando uno cree, no es necesaria. Lo curioso de todas estas ideas es que atrapan a la gente. Lo estamos observando en el caso de Trump. Hoy en día. No hay que hacer estas comparaciones, pero las actitudes que tienen los escritores antiguos cuando veían el cristianismo era de una incredulidad total. La misma incredulidad que cuando uno observa a Trump y contempla que existen personas que se creen lo que está diciendo.
—¿Qué hizo que triunfara Jesús? ¿Qué tenía su mensaje de particular para que fuera aceptado?
—Esto es como comentar una carrera de caballos cuando ha terminado. Enseguida se dice que era el más rápido, que era obvio, que iba a ganar. Pero hay otras cosas. Hay factores en el caso del cristianismo. Es una religión de conversión. Las otras religiones no hacían proselitismo, pero en el cristianismo se sienten obligados a hacer adeptos, a evangelizar. Si crees en nosotros, no puedes creer en otros. Es una religión de tierra quemada. Además, se encuentran con el favor del emperador Constantino, que vivió durante treinta años y que convirtió el Imperio Romano al cristianismo. Lo legalizó. Juliano el Apóstata trata de retroceder, pero se muere a los tres años. El cristianismo posee características positivas, pero también tuvo un montón de suerte, mientras que los otros credos no la tienen. Se dice que los cristianos fueron perseguidos, pero se ha demostrado que Roma los persiguió muy poco y muy tarde. El cristianismo fue un perseguidor mucho más eficaz que el paganismo.
—El cristianismo no es científico, como la religión pagana, que sí lo es.
“Durante siglos solo se escribió sobre Dios y no se escribió sobre lo demás“
—Digamos que los cristianos pensaban de manera diferente. Es interesante leer a San Agustín. Cuando habla de cómo una araña teje su tela… Si hubiera sido Plinio el Viejo, o Aristóteles, habría escrito sobre la araña, cuál era el proceso que sigue en su vida, cómo se reproduce, cómo son sus huevos. Plinio hablaría de la geografía de la araña. Pero San Agustín asegura que no debe ver a la araña, sino que a través de ella debe contemplar a Dios. El problema, y esto fue un problema, es que los primeros cristianos no tienen la misma formación que los autores paganos. Además, los cristianos no quieren leer libros que amenacen sus creencias. Sí hay filósofos cristianos que entran en la ciencia y la medicina, pero no son muchos. La consecuencia es el coste que tuvo. La oportunidad que quedó atrás. Hay tantos libros de San Agustín y Biblias… Durante siglos solo se escribió sobre Dios y no se escribió sobre lo demás. Muchos piensan que el problema del cristianismo ha sido un tema de su opresión, pero no es así. Ha sido una cuestión de todas las oportunidades que se dejaron atrás.
—Fue un retroceso.
—Respecto a este tema… Bueno, consideraban que la Tierra era plana. Hubo cristianos que fueron astrónomos… Es imposible comparar los libros de una biblioteca pagana y otra cristiana. Enseguida encuentras la diferencia. Y cualquier lector se iría a la pagana. En la época clásica puedes encontrar obras de ciencia, filosofía, medicina, tragedias, comedias, poemas épicos… Los libros de los cristianos solo van de Dios y de religión. Y esto enfada a los cristianos, pero no se puede negar. Con ellos hubo un declive en la copia de los textos clásicos. Una vez que apareció al cristianismo, hubo una clara hostilidad hacia otras ideas. Cuando se comenzó a plantear de nuevo que la Tierra no era plana, a esa primera persona se la expulsó por hereje de la Iglesia.
—Para un católico, un hombre de fe, su libro puede resultar duro. ¿Qué le diría?
—Que uno puede elegir entre saber o no saber. Es una decisión propia. Uno puede creer lo que sea, pero el conocimiento no ocupa lugar. Salvo que seas un primitivo cristiano, claro…
0/5 (0 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)