Antonio Carlos Ortega (52, Málaga) se retiró como jugador del Barça en 2005. Este extremo internacional había formado parte del mejor equipo de balonmano de la historia, y se iba con seis títulos de campeón de Europa a iniciar su carrera de entrenador. En tres campañas en el banquillo azulgrana ha conquistado dos Champions, y entra en el libro de los récords: nadie tiene más que él, que este verano tiene un extra: dirigir a Japón en los Juegos Olímpicos.
-Dio la impresión que la manera con que usted celebró la Champions de 2024 en Colonia fue un tanto exagerada para un tipo tranquilo.
-Es que fue una explosión de alegría, de júbilo, una catarsis ante un gran equipo como el Aalborg, la mejor defensa de Europa y plagado de estrellas. Y además, la manera de ganar, porque teníamos la final ya encarrilada, y excluyen a Mem por una protestita, lo que nos complicó todo. Esta Champions la necesitaba el club y también nosotros, porque era muy especial.
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-También lo era la del 2022.
-Diferente. Llegué al equipo y tenía que ganarme a unis jugadores, de uñas y acostumbrados a otro sistema y que habían sido campeones; y lo conseguí. Pero esta temporada perdimos a dos estrellas, Cindric y Fabregas, y hemos sufrido muchas lesiones. Nadie apostaba por nosotros al principio de la temporada, pero apretamos los dientes todos para salir adelante. Por eso la alegría final de todo el equipo. Una Champions muy deseada.
–Se ha encontrado con un diamante como Petar Cikusa.
-En la pretemporada perdimos prácticamente para todo el año a Makuc, y luego a Pol Valera. Petar ha aprovechado su oportunidad, es un talento de 18 años, y mejorará, como Javi Rodríguez, por ejemplo. Apostamos por él y por Jaime Gallego, medio año lesionado, dos chicos de 21 y 22 años, para reemplazar a Fabregas, uno de los mejores pivotes del mundo, y ya se ha visto la progresión de Javi, siempre hacia arriba, y eso que la presión de jugar en el Barça no te facilita las cosas.
-Da la sensación de que mientras tengan ustedes al francés Mem, el lateral derecho y capitán, el equipo está a salvo.
-Dika es un fenómeno, muy comprometo, con gran acierto en las situaciones límites díficiles, en los pasivos. También hemos descubierto a Melvyn Richardson en su faceta goleadora, por ejemplo.
-Con este éxito, una ampliación de contrato, ¿le hacía falta un trabajo extra este verano con Japón?
-Mi contrato hasta 2026 tenía una prolongación automática hasta 2027 si ganábamos la Champions. Ya dirigí a Japón y hacerlo ahora en los Juegos es gratificante. Con el Barça sales a ganarlo todo; con Japón eres la Cenicienta, y las exigencias son otras, porque si en vez de perder por veinte lo haces por diez cumples. Es otro registro de entrenador.
-¿Tendrá vacaciones?
-Dos semanas, esta y otra al acabar los Juegos. La plantilla del Barça ya está cerrada para la siguiente campaña, aunque nunca se sabe; y competir en París frente a los mejores, aunque sepas que no les vas a ganar, es una motivación.
