Carlos Bardem.

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Pie de foto, El novelista español Carlos Bardem cree que el rey de su país debe pedir disculpas por la conquista de América.

¿Qué hacía un rinoceronte indonesio encerrado en un corral junto a un convento en el centro de Madrid a finales del siglo XVI?

Esta pregunta llevaba despertando la curiosidad del escritor español Carlos Bardem desde que era un niño que correteaba por las calles de la capital de España cuando supo que una de las calles de su ciudad, la calle de la Abada, debía su nombre a tan exótico animal.

Bardem indagó y descubrió que el rinoceronte había sido arrancado de su hogar por exploradores españoles, y lo convierte en uno de los protagonistas y narrador principal de su nueva novela, “Badaq”.

El autor convierte al paquidermo en una hembra en su novela y hace de ella el hilo conductor de la historia y una de las víctimas de la depredación imperialista a las que quiere dar voz.

Con ella busca una llamada a un mayor respeto a la naturaleza y una denuncia de la idealización de la época del imperio de la que culpa a la “derecha nacionalista” de su país.

BBC Mundo conversó con él con motivo de su participación en el Hay Festival de Arequipa.

Su novela trata de la violencia y los abusos perpetrados en la época del Imperio español. Es un tema que se ha tratado mucho, ¿Qué aporta su libro a un tema tan trillado?

Que haya mucho escrito sobre ese tema no significa que todo lo escrito sea muy bueno. Por eso me gustaría pensar que mi libro tiene algunas originalidades al respecto.

Quería escribir un libro sobre la relación, a mi juicio absolutamente errónea, entre el ser humano y la naturaleza. La opción obvia hubiera sido situar la historia en la actualidad, en una sociedad hiperconsumista que ha agotado los recursos del planeta y en el calentamiento global

Pero como creo que esto no es más que la decantación acelerada de un proceso cultural que se inicia en en los albores de nuestra cultura, recuperé de la memoria un episodio real que me atrajo desde niño.

Siempre he sido curioso de la historia y mucho de la historia de mi ciudad, Madrid. Y a finales del siglo XVI trajeron en un galeón desde las Molucas un rinoceronte indonesio. Estuvo encerrado en un corral contra la tapia del convento de San Martín, en lo que luego se denominó calle de la Abada, de la palabra Badaq, que es el título de mi novela y significa rinoceronte en indonesio.

Allí estuvo encerrado este rinoceronte, penando unos meses en Madrid hasta que se acabó escapando y tuvo un final no muy propio de Walt Disney

Me dije que con este hecho real podía jugar con lo que realmente quería contar, que es esta relación errónea, destructiva, depredadora entre el hombre y la naturaleza.

Es inevitable situar a los personajes en el contexto histórico en que se desarrolla la acción de la monarquía hispánica, porque los muy puristas cuestionarían incluso que entonces existiera España

Lo que me resultó fascinante fue comprobar que esos mecanismos de saqueo y depredación que se aplican entre colonizadores y colonizados son exactamente los mismos que han construido la relación entre el hombre y la naturaleza desde el principio de la cultura occidental.

Como dijo Feuerbach, Dios no es más que el hombre intentando escapar de los límites de su existencia. Y el génesis 25 claramente dice que el hombre dominará sobre todo lo que vive sobre la tierra, con lo cual el hombre, hablando en nombre de Dios, se está situando en un plano de superioridad, sobre todo lo que le rodea.

Aristóteles plantea la dicotomía en la que establece que lo que razona es quien tiene alma y es el ser humano quien razona y los animales son, por tanto, inferiores. Luego Santo Tomás le da a esto un barniz teológico y Descartes dice que los animales no son más que máquinas sintientes.

Cuando se establece que todo lo que está en el planeta está puesto ahí para que lo consumamos, se priva de toda protección a la naturaleza y eso es lo que pasa cuando se dan los procesos de conquista. Espejear esas dos realidades y mostrar que pertenecen a un mismo cuerpo cultural son una aportación original de esta novela.

Si todo esto empieza con Aristóteles o antes ¿intenta entonces decirnos que el hombre, con sus elaboraciones intelectuales y su cultura es incompatible con la naturaleza?

Absolutamente. Y la naturaleza nos lo está gritando a la cara.

Pero si nuestra cultura y nuestro progreso son incompatibles con la naturaleza, ¿qué camino nos queda?

Aprovechar nuestra cultura, aprovechar nuestra capacidad de razonar para reintegrarnos en plano de igualdad con la naturaleza y dotarle de personalidad jurídica y derechos iguales a los de los humanos.

Si los humanos tenemos derechos, los derechos humanos, la naturaleza debería de tener derechos en plano de igualdad con nosotros.

¿Animales como el rinoceronte de su novela deberían tener derechos iguales a los de las personas?

No sé si iguales, pero deberían tener derechos, como deberían tenerlos también los ríos, las junglas, los bosques y los montes.

Y si alguien comete un atentado ecológico y destroza algo debe pagarlo penalmente y no con multas.

Recuperar el respeto a la naturaleza es la única vía para intentar revertir la situación de colapso medioambiental a la que camina este planeta por culpa del hombre.

Ya que somos seres racionales deberíamos darnos cuenta de eso. Y mi novela ironiza mucho sobre esa racionalidad del hombre al darle voz a la rinoceronte, que vive primero en estupor y luego en el horror.

No entiende las acciones de estos monos sin pelo, como llama a los humanos; no entiende su codicia, porque eso no existe en la naturaleza, como no existe el asesinato por ideas abstractas como las religiones.

En mi novela le doy voz a una mujer que ha sido tratada como botín de guerra, someto a la masculinidad más tóxica y violenta al escrutinio de una mujer inteligente, y cuando les das voz a los conquistados se derrumban las narrativas que idealizan los procesos de conquista.

Portada de la novela

Fuente de la imagen, Cortesía Carlos Bardem

Pie de foto, Una rinoceronte indonesia atrapada en Madrid es el hilo conductor de la novela “Badaq”.

Es interesante eso del punto de vista femenino. El rinoceronte del episodio histórico que inspira su novela era un macho, pero usted lo ha convertido en una hembra. ¿Por qué?

Me salté conscientemente la realidad histórica, porque pienso que la capacidad de dar vida, de dar a luz, predispone a cierto tipo de empatía y a sentidos comunes que los hombres muchas veces perdemos de vista.

Me interesaba mucho reflexionar también sobre dos realidades paralelas, como la depredación de la naturaleza y la depredación de otros humanos en los procesos de conquista. Y me interesaba aproximarme desde un punto de vista femenino porque creo que al rebrote de las narrativas que idealizan estos procesos, como la que se está produciendo en mi país, lo anima un culto a la violencia masculina más tóxica.

Hay musicales sobre Malinche y gente que dice qué la gente de Latinoamérica tuvo suerte de que le cayéramos encima nosotros y no los ingleses, por ejemplo. La derecha nacionalista en mi país, como en otros, reelabora todas estas cosas y dulcifica todos estos procesos para sentirse dignos herederos de Cortés y Pizarro.

Yo prefiero sentirme heredero de españoles como Lorca, Miguel Hernández, Ramón y Cajal, María Moliner o los maestros y maestras de la República que de aquellos saqueadores exitosos que fueron los conquistadores.

Es interesante someter todas estas mentiras edulcoradas, romantizadas, de lo que fue un proceso brutal a la visión de hembras, a la visión de mujeres, a la visión de los descubiertos. Y entonces vemos que todo se cae, que no se sostienen.

Ese es un tema que recientemente ha sido motivo de polémica de nuevo con la toma de posesión de la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de la que se excluyó al rey de España. ¿Cree que España debería pedir disculpas por la conquista de América, como se le reclama desde México?

En la presentación de mi libro en Ciudad de México lo primero que hice es pedir disculpas. Si hasta el Vaticano las ha pedido por las atrocidades de la Iglesia católica durante la conquista.

Cuando yo pido disculpas a la audiencia mexicana, lo hago sintiendo que pedir disculpas nunca te hace más débil, sino más fuerte.

El rey Felipe VI de España lee un discurso.

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Pie de foto, Bardem cree que la Corona española debe pedir disculpas por la conquista de América

Pero usted, como gran parte de la historiografía, cuestiona que en esa época existiera ese sujeto al que hoy llamamos España. ¿Tiene sentido seguir insistiendo en que la España actual pida disculpas por cosas que ocurrieron en una época en la que tal vez ni siquiera existía?

Evidentemente, esta petición o demanda de disculpas y la negación a darlas responden a necesidades de política interna tanto en México como en España. Dicho esto, la única institución que existe de aquellos tiempos es la monarquía española.

En sentido estricto, España no existía en aquella época. Es otra falacia, otra reelaboración de la derecha nacionalista en mi país.

Lo que si existía era la monarquía hispánica, compuesta de muchos reinos peninsulares, territorios europeos y por su expansión imperial en América.

De toda aquella realidad, lo único que sigue existiendo de alguna manera es la monarquía.

Yo entiendo que estas peticiones de disculpas hay que abrazarlas como una invitación a revisar juntos una parte de nuestra historia, que fue en común, y generar narrativas que se aproximen más a lo que pasó.

El Imperio español no fue ni mejor ni peor que el resto de los imperios. Todas las conquistas, desde la guerra de Troya a las cruzadas, las del Imperio español, al francés, al inglés, a la Operación Libertad Duradera de Estados Unidos en Irak, todas son lo mismo. Son socializaciones a gran escala del saqueo. Y como la gente tiene la lastimosa tendencia a defenderse de quien le roba, esa socialización del saqueo deriva fácilmente en la socialización del asesinato a gran escala.

Todas las conquistas son genocidas, todas.

Señala a la derecha nacionalista española, pero España tiene ahora un gobierno de izquierdas, y también se niega a ofrecer las disculpas que piden desde México.

Que un gobierno se afirme de izquierdas no significa que sea de izquierdas.

¿El actual gobierno español no es de izquierdas?

El PSOE (Partido Socialista) no es un partido de izquierdas. Es un partido liberal con algunos toques de pretendida socialdemocracia.

¿Cree que alguna vez llegará esa petición de disculpas desde su país?

No lo creo. Porque hay un encastillamiento en posiciones nacionalistas. Y tengamos presente que la reclamación de México también responde necesidades de política interna.

¿Cuáles?

A diferencia del nuestro, el gobierno mexicano está reelaborando su propia narrativa sobre lo que fue la conquista de México y dentro de esa nueva narrativa se va a poner en valor a los pueblos originarios y ahí entra esto de pedir estas disculpas.

Identifica el imperialismo español con lo que denomina una masculinidad tóxica. Sin embargo, hubo imperios regidos por mujeres, como Isabel I de Castilla o la británica reina Victoria, y tampoco eran particularmente benévolos con las poblaciones a las que sometía. ¿Por qué relaciona entonces la violencia colonial con lo masculino?

Existen excepciones a la regla, pero la violencia está patrimonializada por el hombre.

Las primeras víctimas de cualquier conflicto son las mujeres y los niños, como las primeras víctimas de la violencia doméstica son las mujeres. No conozco muchos hombres abusados o golpeados.

Por supuesto, ha habido mujeres que para acceder al poder han adoptado roles de esa masculinidad más tóxica. Margaret Thatcher era un señor malvado, desde mi punto de vista. Cuando ha habido mujeres que han accedido a posiciones de poder y dominación en grandes imperios es porque han encajado dentro de un marco cultural absolutamente masculino y violento.

¿Hemos aprendido algo de los excesos de la conquista? ¿Tendrá una rinoceronte del siglo XXII un final distinto al que tuvo la protagonista de tu libro?

Algo hemos mejorado ya. Yo vivo mucho el dolor del mundo y creo que cualquier persona con sensibilidad y con inteligencia sufrirá viendo lo que pasa en Gaza y todas las barbaridades medioambientales que vivimos.

Pero yo soy un optimista patológico.

Mi libro invita a pensar nuestra relación con la naturaleza y nuestra relación con otros seres humanos. De ahí a lo mejor alguien saca alguna inspiración.

Línea.

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