El papel de El Salvador en la estrategia de deportación del gobierno de Trump señala un nuevo nivel de poder y visibilidad mundial para Bukele, quien se convirtió en presidente a los 37 años en 2019 y fue reelegido por una amplia mayoría el año pasado.

Poco después de que el gobierno de Donald Trump deportara a cientos de venezolanos a El Salvador este fin de semana, el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, publicó un video de tres minutos en las redes sociales. En la grabación se ve a hombres con grilletes que bajaban de un avión con una dramática banda sonora electrónica y entraban en prisión, donde les rapaban la cabeza.
Bukele también se burló del juez estadounidense que ordenó sin éxito que se suspendieran los vuelos, publicando en la red social X: “Uy… demasiado tarde”, con un emoticono de risa. El secretario de Estado Marco Rubio compartió el video, al igual que Elon Musk. Trump dio las gracias a Bukele en internet, diciendo: “¡No olvidaremos!”.
El papel de El Salvador en la estrategia de deportación del gobierno de Trump señala un nuevo nivel de poder y visibilidad mundial para Bukele, quien se convirtió en presidente a los 37 años en 2019 y fue reelegido por una amplia mayoría el año pasado.
Se ha convertido en el dirigente más popular de América Latina por su lucha contra las pandillas, aunque suspendió libertades civiles fundamentales y ha sido acusado por fiscales estadounidenses de negociar en secreto con esas mismas pandillas. Ahora se está posicionando como un aliado regional crucial para Trump.
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El “dictador más cool” del mundo
Bukele utiliza las redes sociales para proyectar una imagen elegante y desenfadada —a menudo con una gorra de béisbol y gafas de aviador— y para responder a las críticas por su férrea política contra la delincuencia y la violencia.
En la primavera de 2022, tras un aumento de la violencia de las pandillas en El Salvador, el gobierno impuso un estado de excepción que se mantiene desde entonces. Bukele facultó a la policía y a las fuerzas militares para llevar a cabo detenciones masivas que, según los grupos de derechos humanos, han detenido sin el debido proceso a personas que no tienen vínculos con las pandillas.
Muchos de los 85.000 salvadoreños detenidos han desaparecido en el sistema penitenciario, recluidos durante años sin juicio y sin que sus familias sepan si están vivos.
Bukele también ha sido acusado de socavar las instituciones democráticas. Ha aceptado las críticas, refiriéndose a sí mismo como el “dictador más cool del mundo mundial”.
A su imagen de mano dura contra la delincuencia se añaden los videos y fotos de gran producción que su gobierno difunde con regularidad. En ellos aparecen hombres sin camiseta esposados o presos trabajando en condiciones similares a las de una fábrica. Y a menudo incluyen imágenes del polémico Centro de Confinamiento del Terrorismo, conocido como CECOT, un enorme recinto que puede albergar hasta 40.000 reclusos.
Una alianza con Trump
La adopción por Bukele de los poderes de seguridad de emergencia y su promoción de la criptomoneda Bitcoin le han granjeado elogios en el círculo íntimo de Trump.
Recientemente se reunió con Musk en una planta de Tesla en Texas.
El mes pasado, Bukele llevó a Rubio a una visita a la residencia presidencial en las afueras de San Salvador. Después, Rubio anunció que Bukele se había ofrecido a acoger a deportados de cualquier nacionalidad, incluidos estadounidenses, y a alojarlos en el CECOT, previo pago.
En ese grupo, dijo Rubio, estaría incluido “cualquier extranjero ilegal en Estados Unidos que sea un delincuente de cualquier nacionalidad, ya sea de la MS-13 o del Tren de Aragua”, las pandillas salvadoreña y venezolana.
Una portavoz de la Casa Blanca dijo el lunes que El Salvador recibiría 6 millones de dólares por acoger a los deportados venezolanos, de quienes el gobierno estadounidense dijo que eran miembros del Tren de Aragua, sin ofrecer pruebas ni los nombres de los detenidos.
La deportación sembróel pánico entre las familias venezolanas, que temían que sus parientes estuvieran entre las personas que fueron entregadas a las autoridades salvadoreñas.
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Traer de vuelta a los miembros de la MS-13
Al día siguiente del anuncio de Rubio, la embajadora salvadoreña en Washington, Milena Mayorga, dijo que Bukele había pedido incluir a dirigentes de la MS-13 entre los deportados a El Salvador: “fue un tema de honor”.
“El presidente fue tajante y le dijo a Rubio: quiero que me manden a los cabecillas de pandillas que están en Estados Unidos”, dijo Mayorga.
Entre los deportados había también dos salvadoreños descritos por Rubio como “peligrosos altos dirigentes de la MS-13”.
La relación de Bukele con la MS-13 —que comenzó en El Salvador pero se ha extendido por Latinoamérica y Estados Unidos— es complicada.
Durante el gobierno de Joe Biden, el Departamento de Justicia acusó a Bukele y a su gobierno de negociar en secreto un pacto con ciertos líderes de la pandilla: a cambio de ayudar a reducir las cifras de homicidios, funcionarios salvadoreños les ofrecieron privilegios entre rejas, dijo el departamento.
El Departamento de Justicia dijo que altos funcionarios salvadoreños también ayudaron a un jefe de la MS-13 a escapar del país, a pesar de que Estados Unidos había solicitado su extradición.
En 2021, el Departamento del Tesoro impuso sanciones contra funcionarios gubernamentales salvadoreños por conceder favores a líderes de la pandilla. Bukele, y algunos miembros de su gobierno, fueron mencionados en acusaciones estadounidenses contra dirigentes de la MS-13.
Bukele ha negado haber hecho tratos con los líderes de las pandillas.
Aunque su popularidad se ha disparado, algunos analistas afirman que el dirigente salvadoreño puede temer perder su control del poder si su presunta colaboración con los líderes de las pandillas saliera plenamente a la luz.
Bukele dijo que los deportados serían recluidos durante al menos un año y obligados a realizar trabajos y asistir a talleres en el marco de un plan denominado “Cero Ocio”.
Al anunciar la llegada de los vuelos de este fin de semana, el mandatario los calificó como “los primeros”.
Gabriel Labrador colaboró con reportería desde San Salvador.
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