El inicio de un nuevo año es un terreno abonado a los buenos propósitos. Entre ellos, un clásico: hacer dieta, perder peso, ir al gimnasio. Una decisión bienintencionada que puede tener consecuencias psicológicas si no va acompañada de ciertas pautas. Repasamos con Mary Viñas, psicóloga experta en alimentación, cómo afrontar estos objetivos sanamente.
¿Es positivo tener buenos propósitos de año nuevo?
“Sí, siempre que escojamos nuevos hábitos con flexibilidad y respeto por nosotros mismos, el problema es que nos ponemos objetivos demasiado duros, como adelgazar tantos quilos en tres semanas; la clave es preguntarnos desde dónde estamos escogiendo cambiar, si es desde una imposición porque es ‘lo que se espera de mí’ o desde una motivación personal desde el respeto.
¿Es bueno pasar de los excesos de Navidad a una dieta estricta?
“Igual en Navidad no hay que comer tanto, o reaccionar después de un almuerzo abundante y no cenar tanto. Demasiadas veces vemos las comidas como “tengo que aprovechar” y comemos más porque estamos esperando a que en enero haremos algo distinto. Si comes lo que quieres realmente no le coges tanta ansia, y debemos huir del comentario ‘me lo como todo porque en enero ya recuperaré’. Tenemos que evitar este extremismo“.
¿Cómo podemos escuchar nuestras necesidades reales?
“Una cliente me dijo que su familia había comprado polvorones y que ella no quería y todos la miraban. Ella sencillamente se estaba escuchando. Muchas veces comemos por tendencia, porque lo han comprado, porque lo ha cocinado la abuela y no puedo hacerle un feo… Debemos preguntarnos de qué tenemos hambre. Esta escucha queda fuera de los días de Navidad, porque comemos socialmente, porque es nuestra cultura, celebrarlo todo con comida. Y no nos tenemos que enfadar porque esos días pase esto. Pero tampoco significa que tengas que comértelo todo al 100%”.
¿Hay alternativas?
“Comer es un recurso para determinadas situaciones, pero no solucionará las necesidades reales; tenemos otros recursos como el descanso, en lugar de llegar, abrir la nevera y hacer un atracón. Se puede hacer un día o dos, pero no solventará la raíz de tu necesidad, porque tu cuerpo te está diciendo que lo que necesitas es descansar”.
¿Qué ejercicio físico debo hacer?
“Sólo harás lo que te divierta, olvídate de las modas sobre los gimnasios, si no encuentras algo que te haga moverte desde la diversión, no lo harás. Cambia ejercicio por movimiento y piensa qué puedes hacer para moverte: bailar en casa, por ejemplo, caminar, hacer algún deporte… Me gusta el concepto de movimiento consciente. Escúchate cada día, es imposible tener la misma motivación los 365 días del año y mantén el foco en: me quiero cuidar”.
¿Pesa demasiado el sentimiento de culpa?
“Pesa muchísimo, y en enero y de cara al verano esto se ve mucho en las consultas, los anuncios publicitarios además se aprovechan de estas inseguridades. Yo insisto en que la persona se escuche, porque lo que no quieren es otro año de dietas y frustración posterior, porque a mediados de enero ya han abandonado la dieta. Y esto pasa a muchas más mujeres que hombres, porque solo hay que levantar la vista y ver los anuncios, enfocados a nosotras”.