Que un presidente y su sucesor se reúnan en la Casa Blanca tras las elecciones presidenciales en Estados Unidos es una tradición. Una costumbre que, sin embargo, se rompió en 2020 cuando el republicano Donald Trump fue incapaz de aceptar su derrota en las urnas frente a Joe Biden. Este miércoles es Biden el que recibirá a Trump en un símbolo del traspaso ordenado y pacífico del poder. La reunión del Despacho Oval servirá, además, para tratar algunas de las cuestiones abiertas en la agenda nacional e internacional. En particular, el actual presidente trasladará a su sucesor su visión sobre la importancia de no abandonar a Ucrania ante la agresión rusa.
Biden se reúne con el que ha sido su némesis política. Gran parte del objetivo de su candidatura de 2020 fue pasar la página del trumpismo. Se presentaba como un presidente de transición para devolver la normalidad a las instituciones tras los caóticos cuatro años de su antecesor. Convertido en el primer presidente octogenario de Estados Unidos, los buenos resultados de las elecciones legislativas de 2022 y la poca confianza en que hubiera otro candidato demócrata capaz de batir a Trump le animaron a buscar la reelección. Sin embargo, su envejecimiento se convirtió en un obstáculo demasiado grande para aspirar a ganar de nuevo.
La victoria de Trump, al que ha calificado como una amenaza para la democracia de forma insistente, amenaza su legado. El presidente quiere predicar con el ejemplo en un traspaso de poderes modélico, al tiempo que intenta afianzar algunos de sus objetivos en los algo más de dos meses restantes de su mandato. El papel de Estados Unidos en el mundo es algo que preocupa especialmente a Biden, que ha dedicado grandes esfuerzos a fortalecer la OTAN y tejer alianzas en el Pacífico, principalmente.
Biden va a aprovechar lo que le queda de mandato para enviar a Ucrania toda la ayuda ya autorizada por el Congreso. El total asciende a unos 175.000 millones de dólares (165.000 millones de euros), de los que están pendientes de ejecutar en torno a 6.000 millones de dólares. El actual presidente es partidario de seguir prestando al Gobierno de Volodímir Zelenski la ayuda que precise. Y tratará de transmitir ese mensaje a Trump.
Los dos líderes “repasarán los temas más importantes, tanto de política interior como exterior, incluyendo lo que está ocurriendo en Europa, Asia y Oriente Próximo”, avanzó este domingo en una entrevista en la cadena CBS el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. “El presidente tendrá la oportunidad de explicar al presidente Trump cómo ve las cosas, dónde están y hablar con el presidente Trump sobre cómo está pensando en asumir estas cuestiones cuando asuma el cargo”, añadió.
Trump habló el pasado miércoles con Zelenski, en una conversación en la que también puso al teléfono al multimillonario Elon Musk, financiador de la campaña de Trump y dueño de SpaceX, que facilita conectividad a Ucrania a través de la red de satélites Starlink. Según fuentes citadas por The Washington Post y Reuters, Trump también habló con el presidente ruso, Vladímir Putin, el jueves y le pidió que no intensificara la guerra. El Kremlin, sin embargo, lo ha negado tajantemente, calificando las informaciones como pura ficción.
El entonces candidato republicano sostuvo durante la campaña que Putin nunca se habría lanzado a invadir Ucrania si hubiera estado él en la Casa Blanca. También aseguró que acabaría con la guerra en su primer día de mandato o incluso antes de tomar posesión. Karoline Leavitt, portavoz de Trump, insistió en Fox News tras conocerse la victoria de Trump, que ahora podría “negociar un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania”. “Incluye, en el primer día, sentar a Ucrania y Rusia a la mesa de negociaciones para poner fin a esta guerra”, añadió.
El que se perfila como futuro secretario de Estado, Marco Rubio, y el elegido para consejero de Seguridad Nacional de Trump, Mike Waltz, han mostrado cierto escepticismo sobre la multimillonaria ayuda a Ucrania y han señalado que la paz tendrá que llegar a través de una negociación. Muchos temen que Trump amenace con suspender la ayuda si Zelenski no se pliega a algunas de las exigencias rusas.
Biden ha tratado de que Ucrania tenga “la posición más fuerte posible en el campo de batalla, para que en última instancia esté en la posición más fuerte posible en la mesa de negociaciones”, dijo Sullivan. “Debe ser Ucrania quien decida, por su propia soberanía y su propia integridad territorial, cuándo y cómo acude a la mesa de negociaciones”, añadió. Según el actual consejero de Seguridad Nacional, el presidente tendrá la oportunidad de “argumentar ante el Congreso y la Administración entrante que Estados Unidos no debe alejarse de Ucrania, que alejarse de Ucrania significa más inestabilidad en Europa” y, en última instancia, arrojaría dudas sobre el compromiso de Estados Unidos con sus aliados en Asia.
La reunión también servirá para que Biden transmita a Trump información delicada sobre seguridad nacional. La ley indica que debe entregarse al presidente electo en cuanto sea posible un resumen clasificado sobre esa materia y lo habitual es que luego sigan recibiendo informes hasta asumir el cargo.
Impulsos de revancha
La reunión, por otro lado, servirá de termómetro para medir si el presidente electo está dispuesto a refrenar sus impulsos de revancha y de persecución de sus rivales políticos, a los que ha calificado de “enemigo interno” en campaña, o si modera esa retórica en busca de “bajar la temperatura”, como pidió Biden la semana pasada.
Trump aprovechará su viaje a Washington para reunirse con el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, que se espera que repita en el cargo. Buena parte de la agenda política del presidente electo depende del Congreso. También este miércoles los senadores votan para elegir a su líder. Trump quiere que la Cámara alta agilice al máximo su nombramiento.
La que no acudirá a la Casa Blanca es Melania Trump. La costumbre es que en paralelo a la reunión de los presidentes haya otras entre la primera dama saliente y la entrante, pero la mujer de Trump se excusó y no acudirá a la invitación de Jill Biden.
Se trata de la primera reunión de traspaso de poderes en más de 30 años entre un presidente y su sucesor habiendo sido ambos rivales en las elecciones. La última fue en 1992, cuando Bill Clinton derrotó en las urnas al entonces presidente, George Bush. Clinton, George W. Bush y Barack Obama traspasaron el poder tras cubrir dos mandatos. En el caso de Trump y Biden, han sido rivales dos veces, en 2020 y en buena parte de la campaña de 2024, hasta que el actual presidente tiró la toalla. Biden y Trump se reúnen cara a cara por primera vez, con la excepción de los debates presidenciales.