Un reportaje de The Washington Post de este fin de semana desveló, basándose en el testimonio de antiguos colaboradores empresariales, papeles procesales y documentos mercantiles, que Elon Musk, el hombre más rico del mundo y uno de los mayores donantes de la campaña presidencial de Donald Trump, trabajó ilegalmente cuando llegó a Estados Unidos procedente de Sudáfrica para fundar su primera start-up. Según las acusaciones del Post, que el empresario niega, este accedió al país con una visa de estudiante, con la que no le estaba permitido trabajar, pero nunca se inscribió en los cursos de la Universidad de Stanford en los que en teoría iba a participar.
El presidente estadounidense, Joe Biden, partió de esa información para criticar en un acto electoral en Pittsburgh, en el muy decisivo Estado de Pensilvania, la aparente hipocresía de que Musk se haya convertido en uno de los adalides del discurso antiinmigrante de Trump, así como en un crítico intransigente de la política de “fronteras abiertas”, que, según la campaña del candidato republicano, ha alentado la desidia de la Administración de Biden.
“Es el hombre más rico del mundo y resultó ser un trabajador ilegal aquí. No, hablo en serio. Se suponía que debía estar en la escuela cuando llegó con una visa de estudiante. Pero no fue a la universidad. Violó la ley. ¿Y ahora está hablando de todos esos [trabajadores] ilegales que vienen este país? Vamos, hombre”, dijo Biden mientras hacía campaña en un sindicato de Pittsburgh.
Al rato, Musk publicó en X, red social de su propiedad: “El títere Biden está mintiendo”. También anunció que en algún momento de aquella estancia, su visa J-1, para estudiantes extranjeros de intercambio en Estados Unidos, “se transformó en una H1-B” (una visa de empleo temporal). El dueño de Tesla no especificó cuándo se produjo ese cambio. En el artículo del Washington Post se recoge la preocupación de los socios de la empresa entonces recién fundada, Zip2, por el estatus migratorio de Musk.
A sus inversores, siempre según el Post, les preocupaba que fuera deportado y le dieron una fecha límite para obtener una visa de trabajo. El reportaje también cita un correo electrónico de 2005 de Musk a los cofundadores de Tesla en el que aquel reconocía que cuando llegó a Estados Unidos no tenía autorización para trabajar.
Musk ha puesto 75 millones de dólares en la campaña presidencial republicana, lo que lo convierte en uno de los mayores donantes de este ciclo. A cambio de esa ayuda, Trump ha prometido que contará con él en su gabinete si gana las elecciones.
I was in fact allowed to work in the US.
The Biden puppet is lying.
— Elon Musk (@elonmusk) October 27, 2024
El fundador de la empresa astronáutica SpaceX ha estado además rifando un millón de dólares diario (920.000 euros) entre quienes firmen una declaración de defensa de la libertad de expresión y el derecho a tener armas de fuego, dos derechos que protegen, respectivamente, la Primera y la Segunda enmiendas. Para firmarla se exige al participante en el concurso ser votante registrado, lo que ha despertado las sospechas sobre la legalidad de esas rifas, que pueden ser constitutivas de delito electoral, porque en Estados Unidos es ilegal pagar para incentivar el voto en un sentido u otro.
En los mitines que ha dado en solitario en apoyo al expresidente, Musk ha abrazado sin rubor la teoría del gran reemplazo, argumentación predilecta de la extrema derecha estadounidense que asegura que la izquierda está dejando entrar a una riada de inmigrantes para alterar demográficamente el país y así asegurarse un triunfo eterno en las urnas. “Veo un intento deliberado de importar tanta gente como sea posible en los Estados decisivos como Pensilvania para asegurarse de que Estados Unidos se convierta en un país de partido único”, declaró en uno de esos mítines. Aunque, añadió, “los falsos medios tradicionales” traten de ocultarlo.
Musk también afirmó: “Kamala [Harris, rival de Trump] es solo una marioneta de una máquina mayor. Si la máquina funciona otros cuatro años, no habrá elecciones significativas en el futuro, como pasa en California. Todo Estados Unidos será californicado”, aseguró. “Será aún peor que en California porque la gente todavía puede mudarse fuera de California y seguir en Estados Unidos, pero ¿qué pasará cuando no quede ningún lugar al que mudarse?”.
De ser cierta la información aportada por el Post, las palabras del hombre más rico del mundo entrarían en clara contradicción con sus actos de cuando era un joven abriéndose paso en Estados Unidos.