En las elecciones, la economía de Joe Biden no tuvo quien la defendiese. Durante su mandato como presidente, el crecimiento de Estados Unidos ha sido la envidia del mundo desarrollado, la tasa de paro ha sido la más baja en medio siglo y se han batido récords de creación de empleo. Donald Trump, sin embargo, supo capitalizar el descontento de la clase trabajadora con la inflación más alta en cuatro décadas ―aunque se tratase de un fenómeno global―. Y Kamala Harris, en su intento de desligarse de Biden, apenas lució los logros de su mandato en su fracasada campaña. Antes de pasar el testigo, el presidente ha decidido ser él mismo el que reivindique sus éxitos económicos. Este martes lo hizo en un discurso desafiante, aunque con un poso de melancolía, en el que retó a Trump a superar su balance.
Biden recordó que el presidente republicano Ronald Reagan insistía en que los hechos son tozudos. “He aquí los hechos, un conjunto de indicadores con los que debemos medir el éxito y el fracaso de nuestros próximos cuatro años. Durante mi presidencia, hemos creado 16 millones de nuevos puestos de trabajo en Estados Unidos. ¿Creará empleo el próximo presidente o será como Herbert Hoover el único presidente que perdió puestos de trabajo durante su mandato? Durante mi presidencia, hemos visto la tasa media de desempleo más baja de los últimos 50 años. ¿Será mayor o menor el desempleo en los próximos cuatro años? Hemos tenido un fuerte crecimiento económico del 3% de media anual. ¿Será con el próximo presidente más fuerte o más débil el crecimiento económico?”, argumentó, antes de abordar el punto débil de su balance.
“La inflación, sí. Hemos luchado con los efectos mundiales de la pandemia, la guerra de Putin en Ucrania y las interrupciones de la cadena de suministro”, se justificó, antes de subrayar que deja el cargo con la tasa cerca del 2%. “¿Dónde estará la inflación al final [del mandato] del próximo presidente?”, se preguntó.
Aunque Biden insistiera en que todo eso no eran “opiniones políticas y retóricas, sino simples hechos”, su selección de unos datos y no de otros imponen un filtro muy subjetivo. El hecho por el cual los estadounidenses están descontentos con la evolución de la economía es que los precios han subido más de un 20% en sus cuatro años de mandato. La inflación llegó a alcanzar el 9,1% en junio de 2022, su nivel más alto en cuatro décadas. Eso obligó a la Reserva Federal a reaccionar con las subidas de tipos más agresivas también desde la década de 1980, lo que a su vez ha encarecido la compra de vivienda.
El mejor defensor de la bonanza económica de Estados Unidos ha sido en los últimos meses el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. “Me siento muy bien respecto a la situación de la economía y de la política monetaria”, afirmó la semana pasada. Una y otra vez, ha insistido en que la primera economía del mundo está en buena forma, aunque la inflación se resista aún a alcanzar el objetivo del 2%. Pero el propio Powell reconoció que harán falta unos años de ganancias de poder adquisitivo y de inflación controlada para que las heridas abiertas por la subida de precios cicatricen.
“Un desastre económico”
La primera economía del mundo crecerá este año el 2,8%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI) más del triple que la de la eurozona, y un 2,2% el próximo, casi el doble, con el consumo y la inversión no residencial como principales motores. La resistencia del consumo se deriva de la creación de empleo, las subidas de sueldos y el efecto riqueza de una Bolsa en máximos históricos. El FMI, eso sí, advirtió en escenarios hipotéticos del lastre sobre el crecimiento que supondría una guerra arancelaria (como la que puede desatar Trump). El FMI calcula que tendría un impacto negativo de 0,4 puntos en 2025 y 0,6 puntos en 2026. El efecto se amortiguaría un poco con la prórroga de las rebajas fiscales, pero sería aún mayor con fuertes restricciones a la inmigración (que también propugna Trump), que restarían 0,5 puntos al PIB y añadirían dos décimas a la inflación en 2025.
Hay incertidumbre sobre el modo en que Trump cumplirá o no sus promesas, pero pueden provocar que la Reserva Federal pise el freno en el ciclo de rebaja de tipos de interés. Aun así, Powell se ha mostrado partidario de no prejuzgar y de esperar a ver qué medidas se aprueban antes de valorarlas.
En su discurso del martes en la Brookings Institution, Biden comenzó afirmando que el Gobierno de Trump asumirá el poder con una “economía bastante fuerte, al menos por el momento”. Y concluyó sus comentarios prediciendo “déficits masivos” y recortes a los programas federales de educación, sanidad y prestaciones sociales si Trump implementa sus rebajas de impuestos y pone rumbo hacia lo que denomina una “economía de goteo” (beneficiar a los ricos y las empresas con rebajas de impuestos, con la esperanza de que eso gotee hacia abajo) y una política comercial demasiado proteccionista. “Parece decidido a imponer aranceles elevados y universales a todos los productos importados que lleguen a este país, con la creencia errónea de que serán los países extranjeros los que asuman el coste de esos aranceles, y no el consumidor estadounidense. ¿Quién cree que pagará por ello? Creo que este planteamiento es un grave error”, dijo. “Ruego a Dios que el presidente electo deseche el Proyecto 2025 [el programa máximo de los conservadores]. Creo que sería un desastre económico”, afirmó el presidente.
“Sé bastante sobre política exterior. No todos los grandes líderes mundiales llevan 500 años”, bromeó. Conozco a estos tipos. No conozco a nadie que no cambiaría su economía por la nuestra”, añadió.
Aunque la inflación es lo que ha pasado factura a los demócratas en las urnas, el principal problema económico que afronta Estados Unidos es el de sus cuentas públicas. El déficit previsto es el más alto de los países desarrollados (entre el 6% y el 7% del producto interior bruto) y la deuda crece de forma insostenible. Sin medidas drásticas en partidas como la sanidad y la seguridad social, el margen de maniobra para sanear la situación fiscal no es muy elevado por el lado del gasto. Por el de los ingresos, sí que Estados Unidos tendría margen para recaudar más, pero lo que ha prometido Trump es no solo prorrogar los recortes de impuestos ya en vigor, sino nuevas rebajas fiscales a diversos colectivos.
Pese a que el tema del discurso de Biden del martes era la economía, hubo también hacia el final una referencia a la política exterior y a la defensa del papel que ha desempeñado Estados Unidos durante su mandato. “Si no lideramos el mundo, ¿quién lo hará?”, se preguntó.