Joe Biden llamó a “bajar la temperatura” política tras la victoria de Donald Trump, prometió un traspaso “pacífico” del poder y se comprometió a trabajar con ahínco los 74 días que le quedan de mandato.
El presidente estadounidense sabe que después de la derrota toca aceptar el veredicto de las urnas y levantar el ánimo a las tropas y es lo que hizo en un discurso a la nación, que aprovechó además para intentar apaciguar un país muy polarizado políticamente.
“Algo que espero que podamos hacer, independientemente de a quién hayan votado, es vernos los unos a los otros, no como adversarios, sino como conciudadanos estadounidenses. Bajar la temperatura”, dijo desde la Casa Blanca.
Lea también: Biden responde a la oleada de misiles iraníes lanzados contra Israel
“Una derrota no significa que estemos derrotados. Perdimos esta batalla, el Estados Unidos de sus sueños los está llamando a que se levanten”, añadió.
Porque, según él, “los reveses son inevitables, pero rendirse es imperdonable”. Su discurso conciliador contrasta con la reacción de Trump cuando perdió las elecciones hace cuatro años.
El republicano arengó entonces a seguidores a “luchar como demonios”, antes de que cientos de ellos irrumpieran en el Capitolio para interrumpir la certificación de la victoria de Biden.
El presidente ha invitado a Trump a la Casa Blanca. Será la primera vez que se vean las caras desde el desastroso desempeño del demócrata, de 81 años, en un debate electoral que le obligó a retirarse de la carrera y ceder el testigo a su vicepresidenta Kamala Harris, derrotada en las urnas.
Donald Trump, en Florida
Trump se encuentra en su mansión de Mar-a-Lago en Florida, desde donde perfila su próximo equipo. Su misión: transformar a su manera el país, con el riesgo de desmontar parte del legado de Biden.
El miércoles por la noche, su equipo anunció que “en los próximos días y semanas, el presidente Trump seleccionará personal”.
Se intuye que contará con Robert F. Kennedy Jr., el heredero de la dinastía política estadounidense que ha renegado de los demócratas, y con Elon Musk, el hombre más rico del mundo, muy implicado en la campaña.
Kennedy, un activista antivacunas, parece moderar su mensaje. En declaraciones a NBC News el miércoles afirmó: “No voy a quitarle las vacunas a nadi”.
Pero reiteró que recomendará eliminar el flúor del suministro de agua. El presidente electo quiere que Musk audite el gobierno para reducir los gastos. Los votantes apoyaron las políticas de línea dura de Trump y sancionaron el historial de Biden y Harris.
La economía más fuerte en Estados Unidos
Pese a que la economía estadounidense goza de una salud excelente, según los últimos datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), muchos ciudadanos no lo perciben.
Se quejan de la inflación y eso ha determinado el voto de millones de ellos, según las encuestas a salida de urnas.
“Dejamos atrás la economía más fuerte del mundo. Sé que la gente todavía está sufriendo, pero las cosas están cambiando rápidamente”, afirmó Biden este miércoles.
Trump llegará a la Casa Blanca con una condena penal y será el presidente de más edad en prestar juramento. Tomó su revancha después de una campaña turbulenta en la que escapó de dos intentos de asesinato.
Gobernará con una enorme ventaja: su partido ha arrebatado a los demócratas la estrecha mayoría que tenían en el Senado y se encamina a mantener el control de la Cámara de Representantes.
No solo ganó las elecciones, sino que se llevó el voto popular. Llega más fuerte que nunca. El partido le será leal, porque las voces más críticas las ha eliminado durante los últimos cuatro años o se han distanciado ellas mismas.
Tiene varias prioridades: usar el departamento de Justicia para atacar a quienes consideran sus enemigos, deportar a los migrantes en situación irregular, especialmente a aquellos con antecedentes penales e imponer la pena de muerte a los traficantes de drogas y de personas.
Además, se propone imponer aranceles por doquier, en particular a los productos chinos y fomentar la extracción de petróleo. En política exterior ha prometido terminar con la guerra en Ucrania, sin decir cómo, y un apoyo inquebrantable al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.