Joe Biden llegó a la Casa Blanca con la voluntad de pasar la página del trumpismo y unificar el país. Fracasó en ambos intentos. Devolver la normalidad a las instituciones tras los años de caos de su antecesor y cerrar la fractura social y política heredada para ceder el testigo era su propósito original. Sin embargo, la arrolladora victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del martes supone que tendrá que entregar el poder a su némesis política. Dar las llaves de la Casa Blanca al hombre que le ha insultado y vituperado sin descanso durante los últimos cuatro años no será un plato de gusto para el presidente. Biden, sin embargo, hará de tripas corazón y tratará de poner las cosas fáciles. Será una transición tensa, pero ordenada.
Biden descolgó este miércoles el teléfono para llamar a Trump. Le felicitó por su victoria y expresó su compromiso de garantizar una transición fluida, según la información difundida por la Casa Blanca. En la conversación, subrayó la importancia de trabajar para unir al país. Además, invitó al presidente electo a reunirse con él en el Despacho Oval en la fecha que sus equipos acuerden en un futuro próximo.
“El presidente Trump tiene gran interés en la reunión, que tendrá lugar en breve, y agradeció mucho la llamada”, dijo el director de comunicación de la campaña de Trump, Steven Cheung. La llamada de felicitación es la que nunca hizo Trump cuando perdió las elecciones de 2020. Ha pasado cuatro años negándose a reconocer su derrota y en la reciente campaña electoral llegó a decir que no debería haberse ido de la Casa Blanca. La reunión no será un encuentro fácil, pero es una señal de normalidad democrática. Hace cuatro años, Trump se fue de la Casa Blanca ―cargado con secretos oficiales― resentido por su derrota y sin dar la bienvenida a Biden.
Trump es el único presidente de Estados Unidos que se resistió a una transferencia pacífica y ordenada del poder tras perder las elecciones. Lanzó una arenga a sus seguidores en la Elipse, el jardín contiguo al solar de la Casa Blanca, antes de que estos se dirigieran a asaltar el Capitolio. Trump estuvo maniobrando para revertir el resultado de las presidenciales y fue imputado por ello, aunque su elección despeja la mayor parte de sus problemas judiciales.
La transición arranca un año antes
La transición de poder en Estados Unidos es un procedimiento muy pautado, que arranca un año antes de las elecciones presidenciales, pero que toma cuerpo cuando ya hay un presidente electo. El objetivo es que cuando el nuevo presidente jura la Constitución y asume el cargo, el 20 de enero a mediodía, la maquinaria de la nueva Administración eche a rodar sin interrupciones.
En 2020, el equipo de Trump se negó inicialmente a cooperar con Biden al no reconocerle como ganador, lo que retrasó el traspaso de papeles. No fue hasta 20 días después de las elecciones, y cuando ya se acercaba Acción de Gracias, que el entonces presidente dio luz verde a su Administración para empezar a trabajar en la transición, aunque eso no supuso que Trump reconociese su derrota ni que dejase de intentar subvertir el resultado. El 23 de enero, el entonces presidente se limitó a recomendar a su equipo que hiciera “lo necesario” en relación con “los protocolos iniciales” del traspaso de poderes.
Tras el caos de 2020, el Congreso aprobó en 2022 una nueva ley de transición presidencial que define mejor las obligaciones de la Administración saliente. Trump ha puesto al frente del equipo del traspaso de poderes a aliados políticos, amigos y familiares. Los copresidentes de la transición son Howard Lutnick, consejero delegado de Cantor Fitzgerald, y Linda McMahon, que dirigió la Administración de Pequeñas Empresas durante el primer mandato de Trump. El equipo lo lideran su vicepresidente electo, J. D. Vance, sus aliados Robert F. Kennedy y Tulsi Gabbard, y dos de los hijos del presidente electo: Donald Trump Jr. y Eric Trump. Tratarán de evitar repetir el caos de 2016, cuando Trump despidió a su responsable inicial de transición, Chris Christie, y lo sustituyó por su vicepresidente electo, Mike Pence.
El jefe de gabinete de Biden, Jeff Zients, se puso en contacto este miércoles con el equipo de Trump para firmar los acuerdos federales necesarios para iniciar una transición presidencial ordenada, según dijo un cargo de la Casa Blanca a Associated Press. Se espera que las conversaciones sobre la transición se intensifiquen a lo largo de la semana, cuando la atención se centre en nombrar un comité de investidura y un equipo de transición formal.
Una de las tareas esenciales del equipo de Trump es tener a punto una lista de nombramientos para unos 4.000 cargos de la Administración, empezando por los miembros de su Gabinete. Hay unos 1.200 nombramientos que necesitan la ratificación del Senado, pero eso no será un obstáculo, puesto que los republicanos se han asegurado el control de la Cámara alta. Trump ha dejado claro que primará la lealtad personal en sus nombramientos principales.
Otro aspecto importante de la transición es la información sobre secretos oficiales. La ley indica que debe entregarse al presidente electo en cuanto sea posible un resumen clasificado relativo a la seguridad nacional. Es frecuente que los presidentes electos reciban informes de inteligencia diarios o casi diarios durante el periodo de traspaso de poderes, que se extiende por unos dos meses y medio.
En 2008, el presidente saliente, George W. Bush, informó personalmente al presidente electo, Barack Obama, sobre las operaciones encubiertas de Estados Unidos. Cuando Trump se preparaba para asumir el cargo en 2016, la asesora de seguridad nacional de Obama, Susan Rice, informó a Michael Flynn, su sucesor en la nueva Administración. Sin embargo, en 2020, las sesiones informativas presidenciales con Biden no comenzaron hasta el 30 de noviembre por culpa de la resistencia de Trump a reconocer su derrota.
Un largo proceso
De acuerdo con la ley aprobada en 2022, el pistoletazo de salida del proceso de transición se dio en noviembre de 2023, un año antes de las elecciones, aunque con trabajos internos. La Administración de Servicios Generales elaboró un directorio de transición con información sobre los organismos federales, un informe que resume las actividades de transición y los recursos pertinentes.
En mayo pasado, seis meses antes de las presidenciales, se creó el Consejo de Coordinación de la Transición de la Casa Blanca, presidido por el jefe de Gabinete del presidente y compuesto principalmente por altos cargos del Ejecutivo. El Consejo supervisa y orienta a los organismos y al coordinador federal de la transición, la persona que dirige el proceso. Cada organismo designa a un funcionario superior de carrera para escrutar las actividades de transición de su agencia, que pasa a formar parte de otro consejo que comienza a reunirse periódicamente. El coordinador da cuenta de los preparativos a las comisiones pertinentes del Congreso.
Desde las convenciones de nominación de los candidatos hasta la fecha electoral, la Administración de Servicios Generales (GSA) comienza a proporcionar espacio de oficina y apoyo preelectoral a los principales candidatos. Para el 1 de septiembre, la GSA debe haber firmado acuerdos con los candidatos elegibles en relación con los servicios de apoyo y se aceleran los preparativos, planes de sucesión y la preparación de los materiales informativos de transición.
Tras las elecciones, si hay un ganador claro, como es el caso, la GSA continúa proporcionando espacio de oficinas y servicios de apoyo al presidente y vicepresidente electos. Ese apoyo continúa hasta 60 días después de la toma de posesión. Una de las prioridades, tan pronto como sea posible, es entregar al presidente electo un resumen clasificado relativo a la seguridad nacional. Además, empiezan las actividades de formación y orientación para los futuros cargos presidenciales, normalmente financiadas por el Congreso para el ejercicio fiscal en el que se produce la transición. Del presidente electo, se pasa luego al cesante. Desde 30 días antes de la expiración del mandato, la GSA comienza a prestar apoyo al presidente y vicepresidente salientes, que continuará durante un total de siete meses.