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DAVID G. MEDINA
Actualizado
La primera parte fue un monumento a la intensidad y a la intención. A las ganas. A intentar jugar. A proponer. A llegar. A crear. A hacer daño. A levantar a la gente del asiento. En un Betis-Atlético, con todos los respetos, todo ello debe corresponder al equipo madrileño, tercer grande del campeonato y el único con capacidad para plantar cara a la dupla Barça-Madrid. Nada más lejos de la realidad, porque fue el equipo local el que pasó por encima de los rojiblancos, minimizados, perdidos y con fallos de calidad impropios de alguien que aspiraba (o aspiraba) a pelear LaLiga. Así, tendrá problemas hasta para jugar la próxima Champions.
La desesperación de Simeone
Pocas veces, durante un partido, se ve a Simeone tan desesperado como en el primer acto. Al final, antes del descanso, el argentino mostró su incredulidad agachándose, tocándose la chaqueta y mirando al banquillo quizá pensando qué hacer. De hecho, al contrario de lo que suele hacer, no dudó en hablar con Piñedo, preparador físico, para decirle los jugadores que debían apretar en el entreacto para intentar darle la vuelta a un partido dantesco. El Cholo, mejor que nadie, sabe cuando el equipo está caído.. y la primera parte del Villamarín es el mejor ejemplo de ello.
Gallagher, el Pitbul que ya no muerde… ni juega
Fue la aparición más fulgurante entre los fichajes del Atlético. Llegar y besar el santo por su implicación, actitud y ganas en cada jugada. Ayudó algún mensaje de cara a la grada y su impecable actitud en el verano mientras se cerraba su fichaje que fue un culebrón. Luego llegarón los dos goles ante Valencia y Rayo y Conor Gallagher, de él hablamos, se vistió de ídolo por momentos. Pero eso parece lejano viendo sus últimas actuaciones y 45 minutos como los que perpetró ante el Betis antes de ser reemplazado por un Simeone desesperado con sus fallos con el balón y su colocación. El Pitbul no llegó ni a morder. Debe levantar el vuelo.
Abde, una pesadilla
Un mano a mano tras el enésimo error grosero del Atlético lo mandó fuera por milímetros. Otra jugada por la banda acabó con un zurdazó que sacó las astillas del larguero de un Oblak que no entendía lo que estaba sucediendo en el césped del Villamarín… y como era posible que Abde fuera un demonio incontroloble para los Witsel, Reinildo, Molina y demás defensas de un Atlético superado en un arranque para olvidar.
La mala suerte del mejor central
Pocos dudan, con Le Normand fuera, que José María Giménez es el mejor central de un Atlético que está sufriendo en el eje las mayores consecuencias de las lesiones. Nadie duda que el uruguayo, como está este curso, es uno de los grandes líderes del equipo. De ahí que el 1-0 fuera especialmente cruel al anotarlo el 2 en propia puerta tras un arranque horrible de los rojiblancos, otro más, que esta vez fue penalizado por una diana en la que el toque de Josema acabó despistando a Oblak… que nada pudo hacer. Ni sus habituales milagros.