Fotografía facilitada por ACIERA
El pasado 28 de octubre, en una jornada histórica para toda la comunidad evangélica y protestante de Argentina, organizado por la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), el Auditorio Nacional del Palacio Libertad fue el escenario de la celebración del ‘Día de las Iglesias Evangélicas y Protestantes’ la cual se constituyó en Ley Nacional 27.741 en el mes de abril.
El encuentro de ACIERA conformó un acto con presencia de diferentes actores gubernamentales, como también de autoridades de diferentes cultos religiosos.
Entre los asistentes, la vicepresidente de la Nación, Victoria Villarruel, el jefe de Gabinete de ministros de la Nación, Guillermo Francos, y la ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Diana Mondino. El encuentro fue declarado de interés de la Secretaría de Culto y Civilización.
Varias confesiones religiosas e instituciones acompañaron el acto, tales como AMIA, DAIA, Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Centro Islámico y además ACDE, Congreso Judío Latinoamericano, CONIN, Cáritas, FAIE, y FECEP, Fundación Convergencia, Sociedad Rural Argentina, entre otras.
En su discurso, el pastor Christian Hooft, presidente de ACIERA, expresó “Hoy no celebramos una fiesta religiosa. Celebramos la identidad histórica de la fe de millones de ciudadanos argentinos. Celebramos junto a las instituciones amigas que hoy nos acompañan, la pluralidad, la diversidad y la igualdad. Un reconocimiento que encuentra en la fecha del 31 de octubre la unidad de los cristianos evangélicos y protestantes, como un hito que marcó el inicio de la Reforma Protestante, allá por 1517, la transformación de una parte importante de Occidente. Las 5 “solas” del monje Martín Lutero: “Solo Cristo, Sola Escritura, Solo Gracia, Solo Fe y Solo a Dios la Gloria” fueron un emblema que permaneció y llegó a influenciar fuertemente la cultura, el conocimiento y la ciencia. Hoy, esta fe cristiana contiene millones de personas en el mundo, y en nuestro país, según la última encuesta del CONICET en 2019, ya éramos el 15,3% de la población, relevando nosotros unas 25.000 iglesias evangélicas.”
Por otra parte, agregó: “Por eso, estamos agradecidos que este año 2024 se sancionó la Ley 27.741 que finalmente instituyó este día, y se transformó en la primera ley nacional que toma nota de la comunidad evangélica, sumándose a las 20 provincias que ya lo habían legislado. Es de destacar que tanto la media sanción en la Cámara de Diputados del año pasado, como en la Cámara de Senadores se logró por unanimidad, destacando a los autores de los proyectos de ley; el primero del Dip. Tonelli a instancia de las Dras. Marcela y Renata Viglione hace 15 años; luego en 2020 los de la Diputada Dina Rezinovsky (junto a 14 Diputados que la acompañaron de JxC); luego los de las Diputadas Massetani, Chahla y Agustina Propato (de UxP) y finalmente el impulso que le dio en la Cámara Alta el Senador Abad (UCR), y la presidente del Senado Victoria Villaruel, terminando en la promulgación por parte del presidente de la Nación Javier Milei en abril del 2024”.
El pastor también destacó otro evento importante: “Este año también celebramos qué por resolución del Ministerio de Justicia de la Nación, desde la Inspección General de Justicia, se reglamentó el derecho a la personería jurídica religiosa otorgada por el Nuevo Código Civil y Comercial en su artículo 148 inc. E., (pendiente hace 9 años) y esperamos que esto mismo se extienda prontamente a todo el territorio nacional”.
El presidente de ACIERA prosiguió: “Estamos viviendo tiempos complejos. Muchos años de crisis tras crisis. Un índice de pobreza y de degradación cultural y moral enorme. Aunque tenemos fe en Dios, no sostenemos el pensamiento mágico. Salir de este estado requiere mucho esfuerzo, y el compromiso de TODOS, y por supuesto la ayuda del Dios Todopoderoso. No podemos salir, sin falta de perdón, sin justicia y sin respeto a las libertades individuales. Un pueblo dividido no prevalece. Esta lógica amigo/enemigo y de denostar al que piensa distinto nos paraliza y nos inhibe como nación. Esta manía de deconstruir todo para lograr nada, no nos lleva a ningún lado, es más de lo mismo. Debemos percibir y llamar las cosas como son, no hacernos los distraídos, hablar la verdad y dejar los eufemismos de lado”.
“La Palabra de Dios, sin sesgos ideológicos, nos lleva a estar del lado correcto de la historia. Es la que predicamos todas las semanas en los templos y vivimos en los quehaceres cotidianos; la que nos acerca al Creador y nos inspira a amar al prójimo”, señaló hacia el final de su discurso.