La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos no solo significa un regreso a la Casa Blanca; para muchas de las grandes empresas estadounidenses, representa un cambio radical que podría poner en riesgo años de crecimiento. Durante su primera administración, Trump impuso los mayores aranceles de la historia reciente contra productos chinos. Y esta vez, el plan va aún más lejos: reducir o incluso eliminar la producción de compañías norteamericanas en suelo chino. Para gigantes como Apple, Tesla, Qualcomm, Amazon, General Motors y Boeing, este nuevo enfoque proteccionista podría traducirse en costes de miles de millones de dólares, ya que el objetivo es un arancel del 10% sobre todos los productos provenientes de China.
Trump ya se ha reunido con ejecutivos como Tim Cook, CEO de Apple, y en julio le urgió a trasladar la producción de la compañía de vuelta a Estados Unidos, redoblando así su posición proteccionista. Pero, ¿qué opciones tienen Apple, que depende de China para el 90% de su producción de iPhones, o Tesla, con un 40% de su capacidad global ubicada en Shanghai? La respuesta es compleja, y la factura de estos posibles cambios podría ser elevada.
Grandes empresas de EEUU que dependen de China
Para las principales empresas estadounidenses, China no solo es un centro global de manufactura, también es un mercado de consumo fundamental para sus ingresos. Apple, por ejemplo, obtiene más de 70.000 millones de dólares en ventas anuales en el país, mientras que Tesla ha hecho de sus fábricas en Shanghai un motor de crecimiento fundamental, con cerca del 40% de su producción global concentrada allí.
Qualcomm, otro peso pesado en China, depende del país para alrededor del 65% de sus ingresos, dada su posición dominante en la venta de chips de alta tecnología. En el caso de General Motors y Boeing, el país asiático representa uno de sus principales mercados. Por su parte, Starbucks, con miles de tiendas en el país, tiene el reto de mantener su crecimiento sin dejar de lado el mercado chino.
Esta situación no es nueva. Durante su primer mandato, Trump impuso aranceles de hasta el 25% sobre una amplia gama de productos provenientes de China, lo que elevó los costes operativos de empresas como Intel, Microsoft y Amazon, forzándolas a reconfigurar sus cadenas de suministro. Amazon, que abastece muchas de sus líneas de productos de marca propia en China, sufrió por ejemplo la caída de sus márgenes por el incremento de los precios.
El impacto de los nuevos aranceles sobre la industria
Como parte de su campaña, Trump ha propuesto un arancel del 10% sobre todas las importaciones desde China, lo cual, según el Peterson Institute for International Economics, podría costar a las empresas estadounidenses unos 30.000 millones de dólares adicionales en costes de importación. Para compañías que dependen fuertemente de manufactura china, como Apple, Tesla y Starbucks, esto significa asumir ese gasto adicional o trasladarlo a sus clientes, algo que afectaría las ventas en el mercado estadounidense y global.
Durante el primer mandato de Trump, las políticas arancelarias tuvieron un efecto importante. Un estudio de la Cámara de Comercio de Estados Unidos muestra que los aranceles entre 2018 y 2020 generaron aumentos en los precios de consumo y productos tecnológicos, con un costo estimado para los consumidores estadounidenses de alrededor de 50.000 millones de dólares. De aplicarse aranceles adicionales ahora, se espera que estos incrementos superen los 70.000 millones de dólares en los próximos años.
Apple, Tesla y Qualcomm: ¿cómo se adaptarán a la nueva política?
El caso de Apple es especialmente complicado: trasladar la producción fuera de China no es solo una opción costosa, sino que impacta directamente en su eficiencia y capacidad de producción. Tim Cook ha señalado que la infraestructura tecnológica, ingenieros de manufactura y técnicos especializados que Apple necesita para fabricar sus dispositivos de alta gama no se encuentran disponibles en la misma escala en Estados Unidos. De hecho, Apple ha intentado diversificar su manufactura en países como India, pero la capacidad sigue siendo limitada en comparación con la producción en China.
Tesla tiene problemas similares. Aunque ha establecido plantas en Texas y otras ubicaciones en Estados Unidos, su fábrica en Shanghai sigue siendo crucial para sus planes de crecimiento en Asia, donde China es uno de los mercados clave para sus vehículos eléctricos.
Por otro lado, Qualcomm, cuyo negocio depende de la venta de chips para dispositivos móviles en China, se vería afectado en múltiples niveles. No solo aumentaría el coste de sus productos si estos nuevos aranceles se aplicaran, sino que, en caso de que se intensifique la rivalidad con China, el gobierno chino podría optar por favorecer a proveedores locales, afectando sus ventas y recortando su cuota de mercado en uno de los mayores mercados de móviles del mundo.
¿Qué alternativas les quedan a las empresas?
Algunas empresas como Microsoft, Starbucks y Amazon están evaluando la viabilidad de expandir sus operaciones en países como Vietnam y México. Sin embargo, construir infraestructuras de manufactura de alta tecnología en estos países es un proceso lento y costoso, que requeriría años y una inversión inicial considerable. Por otro lado, las compañías también podrían optar por negociar exenciones arancelarias con el gobierno de EEUU, tal y como hizo Tim Cook en 2019 para evitar los aranceles en varios productos de Apple.
Para Apple, Tesla, Qualcomm y otras empresas profundamente expuestas a China, el reloj ya ha comenzado a correr.