La secularización, en sus múltiples formas, ha provocado que el cristianismo en Europa haya perdido su papel político-cultural como integrador de toda la sociedad. Otros fenómenos han aspirado a ese papel, intentando ser la fuerza integradora o el lenguaje común (ciencia, arte, nacionalismo, neoliberalismo, comunismo, sociedad del bienestar…) con resultados limitados.
La práctica religiosa en España, como en el resto de Occidente, se ha reducido considerablemente. Las diversas encuestas muestran que solo un poco más de la mitad de población se declaran católicos y algo más del 15% practicantes, siendo estos porcentajes incluso más bajos entre jóvenes. Destacados pensadores católicos se han preguntado por el futuro del cristianismo en Occidente (en Asia y África la situación es muy diferente, creciendo su práctica considerablemente). Ejemplo de esto, son el escrito del teólogo Torres Queiruga El cristianismo en el mundo de hoy (Sal Terrae), el libro del fundador de la comunidad de Sant Egidio, Riccardi La iglesia arde y el del teólogo Halik La tarde del cristianismo.
Hay una parte de la Iglesia católica que tiene una nostalgia del pasado y tiene una actitud de alarma y pánico ante el peligro de la ola de secularismo y liberalismo. Ven al Papa Francisco y a sus actitudes de diálogo, compasión y transparencia, como veían a Gorbachov muchos rusos que le hacían responsable del derrumbamiento del Imperio soviético, en este caso le achacan el colapso del catolicismo. Por el contrario, hay otros católicos que ven esta situación de crisis, a pesar de las amenazas graves, una ocasión para nuevas oportunidades de renovación y profundización como apunta el Papa. Una ocasión en que los cristianos no lo sean porque tradicionalmente así lo eran los mayores, sino por el convencimiento que la visión cristiana da sentido a la vida propia y a la de la humanidad y que supone una liberación para el hombre de cualquier esclavitud.
La actitud cristiana surge en la medida en que se encuentra, dentro de sus alegrías y sufrimientos, un tipo de respuesta a las grandes preguntas de la vida y de la existencia. Esa respuesta, no carece de búsqueda e interrogación, sino que comprende que nuestra existencia esta apoyada en Dios y acompañada por El, generando con esperanza un modo específico de vida, de colaboración con los demás en el mundo de todos. Toda nuestra vida, en todas sus dimensiones, es querida y apoyada por Dios. ( No se entiende el rechazo a determinados aspectos de la Ciencia de determinados sectores cristianos, cuando el desarrollo de la Ciencia es una expresión de la autonomía del hombre, querida por Dios. ) El interés de Dios es que seamos plenamente humanos.
Uno de los principales desafíos es dar un giro de la religión a la espiritualidad como dice Halik. Hay formas institucionales tradicionales de la religión que no provocan ni inquietudes ni búsquedas; sin embargo, hay una sed creciente de interés por la espiritualidad, que abre nuevas posibilidades y caminos. Entre el cristianismo tradicional y el ateísmo dogmático hay muchos buscadores de sentido de la vida y felicidad, de salirse de uno mismo para escuchar al otro. Los cristianos debemos acompañar a estas personas en la búsqueda y descubrir con ellos un cristianismo maduro que ayude y de paz y sentido a la humanidad.