El 27 de agosto se celebra la fiesta de Santa Mónica, a quien se le considera como la patrona de las madres cristianas y protectora de las viudas, dejando ver su fe y devoción cristiana, en la cual también crió a sus tres hijos, entre ellos el filósofo cristiano Agustín de Hipona, según ‘Hozana’.
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Este último se había alejado de la religión y decidió convivir con una mujer, con la cual tenía un hijo sin estar casado y se consideraba un fiel creyente del Maniqueísmo, una religión que fue fundada por el sabio persa Maní, quien decía ser el último de los profetas.
Adicional a esto, se casó desde muy joven con Patricio, un hombre pagano, que le era infiel y se caracterizaba por ser violento, pero nunca se atrevió a golpearla en medio de sus discusiones, cosa que no sucedía en el caso de sus vecinas.
La profecía de Santa Mónica
Como Santa Mónica buscaba la ayuda de los miembros del clero por el estilo de vida que llevaba su hijo Agustín, en una de sus súplicas se encontró con el padre San Ambrosio, quien le expresó: “Estad tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Ante sus consejos y ayuda, la mujer se convirtió en una mayor ferviente cristiana, según ‘Aciprensa’.
Consuelo angelical
Su hijo, San Agustín de Hipona, escribió en diversas ocasiones sobre su mamá y en uno de sus relatos explicó que la mujer un día soñó que estaba parada sobre una regla de madera y un joven se le acercó para preguntarle por qué lloraba de manera constante.
Ante esto, Santa Mónica le respondió que la razón era su hijo, quien en ese entonces andaba en malos pasos, al escuchar esto, el ángel le dijo que donde ella estaba, también se encontraba su hijo y tras esto observó que su descendiente se encontraba sobre la misma regla.
La petición que le hizo a Agustín de Hipona antes de fallecer
No volvió a África.
Foto:iStock
Santa Mónica había viajado hasta Italia para ayudar a que su hijo se convirtiera, y tras el bautismo de San Agustín, se dirigieron al puerto de Ostia con la intensión de regresar a su natal África, pero luego de que su hijo se convirtiera en cristiano cayó gravemente enferma, muriendo a sus 56 años.
En los escritos de su descendiente se encontró que ella le había hecho una petición muy puntual: “Nos dijo: ‘Enterráis aquí a vuestra madre’. Yo callaba y frenaba el llanto y, mirándome después a mí, dijo: ‘Enterrad este cuerpo en cualquier parte, ni os preocupe más su cuidado; solamente os ruego que os acordéis de mí ante el altar del Señor doquiera que os hallaréis’“, de acuerdo con ‘Aciprensa’.
Debido a que Mónica se casó con Patricio, un hombre pagano, mujeriego, con carácter muy fuerte y violento, pero que nunca le alzó la mano a su esposa, sus vecinas le preguntaban cómo hacía para que su esposo no la golpeara en medio de sus discusiones, puesto que en sus casas ellas sí tenían estos problemas.
Para resolver la duda de quienes le solicitaban su ayuda, les explicó: “Cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues, no peleamos”.
Santa Mónica les aconsejaba controlar sus palabras porque este era el origen de muchas de las peleas en el hogar, pero esto no era lo único que hacía, ya que complementaba con oraciones para lograr que su esposo y su suegra también se convirtieran, por lo que murieron sanamente.
Oración a la sangre de Cristo para comenzar el día | El Tiempo
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