A 100 metros de Anfield, se vendían churros: dos con un poco de azúcar por una libra y media. Con chocolate, el doble. Y al lado, el pub La Iglesia. La gente lo devoraba todo fuera mientras el palco recibía a Rafa Nadal, Pep Guardiola y Rafa Benítez, el último entrenador red que había derrotado al Madrid. Allá por 2009 con aquel 4-0. Sobre el césped, la noche del Madrid empezó rezando y terminó con lamentos.
Raúl Asencio recurría a las plegarias a punto de empezar el partido, como Antonio Rüdiger, aunque cada uno a su dios. El chaval se santiguaba antes de la noche que nadie le había pronosticado. Lo suyo era todo decisión en la velada de su vida en un Madrid que busca centrales de forma desesperada; y si es al menor precio posible, mejor. Arne Slot le soltó a Darwin Núñez, un tipo impetuoso y de tino mejorable, y el canario no se cortó. Nada más arrancar el duelo, Asencio lo empujaba para alejarlo a la zona del alemán, una forma de marcarle el territorio, y en el minuto cinco le sacó el gol al charrúa sobre la línea tras una buena mano de Courtois.
Esa jugada, nada intrascendente, comenzó también a marcar el paso de Kylian Mbappé. La acción había arrancado con un robo de Mohamed Salah al francés en el ataque madridista. Hasta allí bajó el egipcio para defender. El galo empezó a perseguirlo, pero, a diferencia de su colega, abandonó pronto la misión, en cuanto este cruzó la medular. Se frenó y esperó la siguiente. Fue el momento que anticipó una cita muy oscura para el ex del PSG. La lesión de Vinicius le entregó la izquierda, como en Leganés, y el liderazgo de las maniobras ofensivas. Acodado en la zurda, las pelotas le fueron cayendo en su costado para iniciar sus clásicas diagonales de fuera adentro. Pero nada.
La paciencia es a lo único que pudo agarrarse Carlo Ancelotti para analizar el partido del atacante. “Ha pasado con delanteros a los que les cuesta marcar y están un poco decepcionados por no hacerlo. La medicina es ser pacientes. Es un momento difícil para él. Hoy, sobre todo, por el penalti fallado. Todos tienen que apoyarlo y pronto saldrá adelante”, reclamó el técnico, que debió afrontar una amplia batería de preguntas sobre el galo y su juego torcido en estos primeros meses como blanco. “Le falta un poco de confianza. Que siga peleando y luchando. No le están saliendo las cosas, hay que ser pacientes”, insistió el entrenador del Madrid, que admitió la justicia de la derrota pero aseguró que el planteamiento [defender y tirar contras] era acertado, y que “este es el camino del equipo, el sacrificio y ser competitivos”.
En un Madrid cada vez más aculado por el atornillamiento creciente de los red, el despliegue ofensivo se fue reduciendo a los contragolpes; sin embargo, casi todos morían en los intentos de Mbappé.
“El Madrid ha sido un grano en el culo durante muchos años”
La noche se le puso definitivamente imposible al Madrid con el gol de Mac Allister, la lesión de Camavinga (problema en los isquios) y el colmo: el penalti errado por Mbappé, que no encontró alivio ni desde los 11 metros. Se la tiró a la izquierda de Kelleher y el meta local le sacó la mano firme. La confirmación de que la cita ya no tenía remedio ni escapatoria para Mbappé justo cuando los focos más se posaban sobre él por el escenario y las muchas bajas con las que afrontó el duelo el Madrid, que le dejaron al mando del ataque. Su padecimiento para dejar rastro en Anfield reflejó el sufrimiento de un conjunto blanco, muy lastrado por las bajas, que no encontró la forma de domar el ímpetu del Liverpool, sobre todo tras el descanso. “La presión que tiene Kylian es muy grande. No hemos perdido por el penalti, han jugado mejor que nosotros. Tiene que mantener la cabeza alta y dará grandes momentos a este club”, indicó Jude Bellingham.
Asencio, tutelado por Rüdiger, resistió con entereza las embestidas, Courtois sacó tres manos clave, pero Mbappé se quedó muy corto desde su orilla favorita y los 11 metros cuando la noche todavía tenía arreglo para los blancos. Paciencia, recetó Ancelotti más de tres meses después de su llegada al Bernabéu. Mucho más feliz se marchó Arne Slot: “El Madrid ha sido un grano en el culo para el Liverpool durante muchos años”, zanjó.