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Expertos analizan el significado de las amenazas arancelarias de Trump
04:21 – Fuente: CNN
(CNN) – Cualquiera que tuviera alguna duda de que el amor de Donald Trump por los aranceles es genuino debería tomar nota de su nueva promesa, hecha para el día uno de su presidencia, de imponer un impuesto del 25% a los productos importados de Canadá y México.
Trump dijo que los nuevos impuestos sobre esos bienes extranjeros, junto con un aumento del 10% en los aranceles de los productos provenientes de China, se mantendrían en vigor “hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los inmigrantes ilegales detengan esta invasión a nuestro país”.
Estados Unidos importa gas de Canadá y depende de México para sus productos agrícolas. Los precios podrían aumentar en las gasolineras y en las tiendas de comestibles, entre otros lugares, si Estados Unidos se ve envuelto en una guerra comercial con el norte y el sur.
Después de una elección en la que muchos votantes pensaban que estaban votando para abaratar los bienes, el futuro presidente está prometiendo esencialmente aumentar los precios de cosas como los alimentos, la electrónica y los automóviles, y potencialmente iniciar una guerra comercial con dos de los socios comerciales más cercanos del país.
Los aranceles también podrían violar el acuerdo comercial que Trump negoció con México y Canadá durante su primer mandato.
¿Son estas nuevas amenazas una táctica destinada a llevar a los países a la mesa de negociaciones en materia de inmigración, o son promesas reales? Lo veremos con el tiempo. Mientras tanto, vale la pena examinar por qué Trump podrá imponer estos aranceles sin la participación del Congreso.
Después de todo, la Constitución otorga específicamente al Congreso, no al presidente, el poder de “regular el comercio con naciones extranjeras”.
¿Cómo tiene Trump el poder de imponer aranceles sin ninguna participación del Congreso? Es prácticamente lo opuesto a lo que dice la Constitución, pero es algo que no sucedió de inmediato.
Para obtener información, hablé con Doug Irwin, profesor de Economía en Dartmouth College y autor de varios libros sobre aranceles y política comercial, incluido “Desastre de política comercial: lecciones de la década de 1930”.
En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial, el Congreso había optado por el aislamiento y había impuesto aranceles a las importaciones en Estados Unidos como una forma de proteger a las empresas y trabajadores estadounidenses de la competencia. A medida que la Gran Depresión comenzaba, el Congreso volvió a utilizar esta herramienta e impuso una ley nombrada en honor al entonces senador Reed Smoot, de Utah, y al entonces representante Willis Hawley, de Oregon. Los aranceles adicionales generales de la Ley Smoot-Hawley desencadenaron una guerra comercial que exacerbó la Gran Depresión.
Después de que Franklin D. Roosevelt asumiera el cargo junto con una mayoría demócrata, los legisladores corrigieron la situación en la dirección contraria. En 1934, aprobaron la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos, que otorgó al presidente el poder de reducir los derechos de importación para los países con los que Estados Unidos tenía acuerdos comerciales.
En la década de 1960, los presidentes obtuvieron poder del Congreso para imponer aranceles por razones de seguridad nacional, algo que Trump utilizó durante su primer mandato al tratar con China, Europa, Canadá y México.
Irwin dijo que podría tomar algún tiempo que el Departamento de Comercio de Trump realice esa investigación y determine que hay una amenaza a la seguridad nacional proveniente de Canadá y México, pero también es posible que Trump intente eludir un informe de ese tipo.
En la década de 1970, el Congreso otorgó al presidente un nuevo poder de autoridad de promoción comercial para negociar acuerdos comerciales y luego hacer que el Congreso los ratificara sin enmienda. Es algo que los legisladores han concedido en momentos clave en los años posteriores, incluido en 2015, cuando un Partido Republicano mucho más orientado al libre comercio le otorgó al entonces presidente Barack Obama la autoridad para negociar con un grupo de países de la región del Pacífico.
Trump luego canceló ese acuerdo, pero en cambio usó esa autoridad de vía rápida para negociar el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá, que ahora podría violar con los nuevos aranceles.
En cuanto a los aranceles, Trump se ha enfocado en la mencionada ley de 1962, que requiere un informe de su administración justificando los aranceles como una cuestión de seguridad nacional, pero no requiere un voto del Congreso. Notablemente, el presidente Joe Biden mantuvo los aranceles de Trump sobe China e incluso aumentó algunos otros.
“El Congreso, básicamente desde la década de 1930, hace casi un siglo, ha ido cediendo gran parte de su autoridad sobre aranceles”, dijo Irwin. “Y así, ahora estamos en una situación donde el presidente es realmente el principal impulsor de la política comercial, y el Congreso, aunque la Constitución le otorga la mayor parte de la autoridad, va en el asiento de atrás”.
Si todo esto suena un poco familiar, es porque Trump finalmente levantó los aranceles que impuso sobre el acero y el aluminio de Canadá y México en 2019, en el camino hacia la finalización de ese acuerdo comercial.
Los asesores de Trump ven las tácticas de la primera administración como un modelo para la segunda administración de Trump, según Priscilla Álvarez, de CNN, quien informa que estas amenazas son parte de un intento por resucitar un enfoque antiguo y hacerlo desde el principio.
“Sabemos lo que funciona”, le dijo un funcionario de transición de Trump a Álvarez.
Álvarez agrega que hay una creencia entre quienes lo rodean de que las amenazas funcionaron la primera vez para lograr que los países vecinos cumplieran con la migración. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió a la amenaza arancelaria de Trump con una advertencia sobre los aranceles recíprocos y dijo que “ni las amenazas ni los aranceles resolverán el problema de la migración o el consumo de drogas”.