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Garantías de seguridad. Es la frase que el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, utilizó innumerables veces durante un explosivo enfrentamiento con el presidente estadounidense Donald Trump y el vicepresidente J. D. Vance en la Casa Blanca la semana pasada, y desde entonces.
¿Cómo puede Ucrania estar segura de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, respetará cualquier acuerdo de cese del fuego y no reanudará los combates dentro de uno o dos años? ¿Y cómo puede protegerse Ucrania de las ambiciones inflexibles de su vecino más poderoso?
Trump ha despreciado abiertamente la preocupación de Zelensky por tales garantías. “La seguridad es tan fácil, que es aproximadamente el 2% del problema”, dijo durante el enfrentamiento del viernes en la Oficina Oval.
Las respuestas de Trump a la cuestión más amplia de la seguridad ucraniana han sido vagas, más allá de afirmar que los europeos se encargarán de ello y que no será necesario un respaldo estadounidense.
“No debería ser tan difícil llegar a un acuerdo”, dijo Trump el lunes, horas antes de anunciar una pausa en los envíos de ayuda militar estadounidense a Ucrania.
También sugirió que la presencia de empresas estadounidenses que exploten las tierras raras y otros minerales de Ucrania bastaría para mantener a raya a Rusia. “No creo que nadie tontee si estamos allí con un montón de trabajadores”, afirmó.
Había muchas empresas estadounidenses operando en Ucrania el día antes de la invasión a gran escala de Rusia en 2022.

El secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, podría tener una opinión más realista. En una entrevista concedida la semana pasada a Fox News, afirmó que “lo que Ucrania necesita realmente es un elemento disuasorio… que haga que resulte costoso para cualquiera volver a ir a por ellos en el futuro”. Añadió que esto “no tiene por qué ser solo Estados Unidos. Los europeos pueden participar en ello”.
Otros funcionarios estadounidenses han dicho que Estados Unidos no formará parte de esa disuasión. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, dijo que las fuerzas europeas en Ucrania no gozarían de protección en virtud del principio de seguridad colectiva de la OTAN. El consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, ha dicho que la cuestión de las garantías de seguridad “recaerá directamente en los europeos”.
Los líderes europeos se reunieron en Londres el domingo para empezar a buscar algunas respuestas para Ucrania, así como soluciones a más largo plazo para el desmoronamiento de las relaciones transatlánticas.
“Éste es un momento único en una generación para la seguridad de Europa”, dijo el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, pidiendo una “coalición de voluntarios”.
“Europa sabe una cosa: el acuerdo, de producirse, no trata simplemente de dividir Ucrania o de garantizar un rápido cese del fuego… trata de un acuerdo de paz duradero y seguro, de cuestiones de seguridad existenciales para toda Europa”, escribió Wolfgang Ischinger, exembajador de Alemania en Washington, en Foreign Affairs.
Pero Claudia Major y Aldo Kleemann, del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad, afirmaron en un artículo publicado recientemente que los europeos “carecen tanto de las capacidades militares necesarias como de la voluntad política y la unidad” para asumir la carga.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, sugirió con optimismo que las negociaciones durarían “varias semanas y luego, una vez firmada la paz, un despliegue (de tropas)”. El despliegue tendría que acordarse con Rusia.

Macron reconoció, sin embargo, que una tregua a lo largo de la línea del frente de 1.000 kilómetros (6.200 millas) sería “muy difícil” de hacer cumplir. Las fuerzas de paz tendrían que operar en un paisaje de bosques, campos y restos de ciudades industriales, rodeadas por tres lados en algunas zonas, con carreteras deficientes o inexistentes.
El Reino Unido y Francia han expresado su voluntad de formar parte de una fuerza posconflicto para mantener la paz. Australia también ha dicho que está abierta a discutir un papel.
Pero la respuesta de otros europeos ha sido decepcionante. El canciller alemán saliente, Olaf Scholz, dijo que “requerirá un esfuerzo para el que muchos no están aún suficientemente preparados”. Otros aliados eludieron las preguntas sobre su disposición a unirse a un mandato de mantenimiento de la paz. La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, dijo que el despliegue de tropas italianas “nunca ha estado sobre la mesa”.
Starmer afirma que otros países están dispuestos a contribuir, pero no los ha identificado. Pero el primer ministro del Reino Unido también dijo que el “esfuerzo debe contar con un fuerte respaldo estadounidense”, que está lejos de estar asegurado.
Las estimaciones sobre el tamaño de esta fuerza propuesta varían tanto como las ideas sobre su misión y sus poderes. ¿Se trata de una pequeña fuerza que disuade porque está respaldada por una respuesta más enérgica ante cualquier violación? ¿Se trata de una misión totalmente equipada capaz de defenderse?
Una fuerza de la ONU es poco probable porque “Rusia, como Estado interesado y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tendría que estar de acuerdo con un despliegue”, escribieron Major y Kleemann en un documento, aún por publicar y compartido con CNN.
Pero advierten de que “sería irresponsable un enfoque de ‘alardear y rezar’ que desplegara muy pocas tropas y se basara esencialmente en la esperanza de que Rusia no las pusiera a prueba”.
Zelensky insistió en el mismo punto en Londres durante el fin de semana, insistiendo en la necesidad de “garantías de seguridad muy específicas y con proveedores muy específicos de estas (garantías)” que harían “100% imposible cualquier tipo de oportunidad para que Rusia venga con otra agresión”.
Una fuerza de mantenimiento de la paz en toda regla tendría que tener al menos 100.000 efectivos, un compromiso abrumador solo para los ejércitos europeos, especialmente si se incluyen las rotaciones necesarias. En comparación, la misión de mantenimiento de la paz que comenzó en Kosovo en 1999 tenía 48.000 soldados. Ucrania tiene más de 50 veces el tamaño de Kosovo.
Los analistas dicen también que una fuerza así requeriría una importante zona desmilitarizada (DMZ) que separara a los combatientes y un enlace constante con ambas partes para ocuparse de las violaciones.
Tendría que haber una Línea de Control y la retirada de las armas pesadas a una distancia mínima de 40 kilómetros (unas 25 millas), dicen. Y ninguna de las partes podría volar drones en la DMZ.
También está la cuestión de los drones. Al intervenir en un conflicto en el que los drones y los misiles han cambiado la naturaleza de la guerra, la fuerza de mantenimiento de la paz necesitaría “capacidades de guerra electrónica, antidrones y contrainteligencia”, según Mick Ryan, autor del blog Futura Doctrina.

También existen innumerables riesgos de escalada. Si las fuerzas rusas lanzaran proyectiles de largo alcance sobre un puesto de avanzada de soldados franceses o británicos, ¿pondría eso a los Estados de la OTAN en guerra con Rusia? Eso podría ser incluso tentador para el Kremlin. Si atacara a tropas europeas cerca de las líneas del frente de Ucrania, los miembros europeos de la OTAN podrían verse en guerra con Rusia sin el apoyo de Estados Unidos.
Mientras tanto, es poco probable que un cese del fuego poco vigilado sirva de mucho.
“En el mejor de los casos, se obtendría una situación muy inestable, en la que una reanudación de las hostilidades sería fácilmente posible o incluso probable”, dijo Marc Weller, profesor de Derecho Internacional de la Iniciativa de Cambridge para los Acuerdos de Paz.
Matthew Schmidt, profesor de Seguridad Nacional y Ciencias Políticas de la Universidad de New Haven, declaró a CNN que unas garantías de seguridad realistas implican tres componentes: una presencia internacional sustancial sobre el terreno, el respaldo de Estados Unidos y un ejército ucraniano modernizado y ampliado.
En su opinión, hasta 100.000 fuerzas de mantenimiento de la paz, junto con una fuerza terrestre ucraniana de unos 200.000 soldados, podrían bastar como elemento disuasorio. Eso equivaldría aproximadamente a un tercio de la fuerza rusa desplegada en Ucrania o sus alrededores.
Starmer insistió en que el “esfuerzo debe contar con un fuerte respaldo estadounidense”.
Incluso una fuerza de mantenimiento de la paz bien equipada requeriría capacidades estadounidenses de transporte aéreo, cobertura por satélite y defensas antimisiles para disuadir de nuevas ofensivas rusas, activos de los que carecen los europeos.
Zelensky afirma que la “mejor garantía de seguridad es un ejército ucraniano fuerte y con suficientes efectivos”.
Las capacidades ucranianas también tendrían que incluir misiles occidentales de mayor alcance que permitieran a Ucrania ir tras las líneas de suministro y los centros logísticos rusos, así como un poder aéreo mucho más potente, en caso de que se reanudaran las hostilidades.
Pero a menos que el Kremlin se vea obligado a negociar, todo esto es una quimera. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia ya ha dicho que la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania, bajo la bandera de la Alianza o no, sería “categóricamente inaceptable”.
La agencia de noticias oficial rusa RIA Novosti citó el martes al Servicio de Inteligencia Exterior diciendo que una fuerza de 100.000 soldados de mantenimiento de la paz “equivaldría a la ocupación de facto de Ucrania”.
Rusia “ha planteado exigencias maximalistas y será muy difícil que ceda”, escribió Ischinger. “Es ilusorio creer que se alcanzará una paz duradera con Rusia simplemente consagrando la línea de contacto en el este de Ucrania”.
Según la teoría de la guerra de Putin, Rusia va ganando. Está logrando avances graduales que pueden acelerarse si Ucrania pierde material militar estadounidense crítico. El Instituto para el Estudio de la Guerra afirmó que las prioridades de Putin son “impedir que Ucrania adquiera y mantenga los efectivos y el material necesarios para detener los avances graduales pero continuos de Rusia”.
Con Trump en la Casa Blanca, el Kremlin ve a Zelensky aislado y a los europeos abandonados a su suerte. Rusia no tiene ningún incentivo para hacer concesiones en sus demandas, que incluyen la posesión de las cuatro regiones orientales de Ucrania que se anexionó ilegalmente (aunque Rusia no las ocupe todas); límites estrictos al tamaño y las capacidades del ejército ucraniano; y la neutralidad de Ucrania.
“Ucrania debe adoptar un estatus neutral y no alineado, estar libre de armas nucleares y someterse a la desmilitarización y desnazificación”, dijo Putin a una audiencia el verano boreal pasado. Conforme a la lógica de Moscú, Zelensky debe irse, porque Rusia no puede firmar un acuerdo con un dirigente “ilegítimo”.
A la hora de la verdad, ¿apretará la administración Trump las tuercas al Kremlin? Trump y otros altos funcionarios estadounidenses han dicho que se esperará que Rusia haga concesiones, sin dar más detalles.
Según el derecho internacional, el reconocimiento del dominio de Moscú sobre las cuatro regiones orientales de Ucrania rompería todos los precedentes, por lo que la cuestión territorial tendría que aplazarse, como ha ocurrido en la península de Corea durante más de 60 años.
Mientras el Gobierno de Trump indica que una revisión de la defensa conducirá a una eventual reducción de la huella militar estadounidense en Europa, y tras su decisión de pausar la ayuda militar a Ucrania, todas las miradas están puestas en los próximos movimientos de los líderes europeos.
Europa solo puede contribuir a las garantías de seguridad que Ucrania necesita desarrollando su propia identidad de defensa, combinando investigación, producción y formación conjuntas. Esto no ocurrirá de la noche a la mañana, pero ya se están dando pasos para resucitar las industrias de defensa europeas. Ahora hay que darles un impulso.
La Comisión Europea se ha mostrado optimista respecto al desarrollo de un fondo para las industrias de defensa, y el martes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, propuso permitir a los países de la UE obtener hasta 150.000 millones de euros en préstamos y desbloquear hasta 800.000 millones de euros de gasto adicional en defensa en los próximos años.
Dijo que los miembros de la Unión Europea podrían !agrupar la demanda y comprar juntos y, por supuesto, con este equipamiento, los Estados miembros pueden aumentar masivamente su apoyo a Ucrania”. El objetivo: convertir a Ucrania en un “puercoespín de acero” que resulte “indigerible para futuros invasores”.

El Memorando de Budapest de 1994 incluía la garantía de que Rusia, junto con el Reino Unido y Estados Unidos, “respetaría la independencia y soberanía y las fronteras existentes de Ucrania” a cambio de que Ucrania renunciara a las armas nucleares de la era soviética que había heredado.
Moscú socavó repetidamente el proceso de Minsk, diseñado para resolver el estatus de los territorios de la región ucraniana oriental del Donbás, tomados en 2014-15 por las milicias prorrusas. Putin insistió en que Rusia no tenía intención de invadir Ucrania, hasta que lo hizo.
La ministra de Economía de Ucrania, Yulia Svyrydenko, recordó el lunes cómo el acuerdo de cese del fuego para el Donbás firmado por Rusia en París en 2019 fue violado por Moscú en cuestión de semanas.
“Entonces, el 18 de febrero de 2020, los rusos lanzaron uno de los mayores asaltos de la guerra. Este es el patrón del Kremlin: engaño, falsas promesas y escalada”, dijo Svyrydenko.
Más que las exigencias de Zelensky de garantías de seguridad, ese patrón es el mayor obstáculo para la paz.