Por Ernesto Castañeda*
Trump va a llegar con una ambiciosa agenda migratoria basada en parte en su discurso y promesas de campaña, pero sobre todo en asesores, como el extremista antinmigrante Stephen Miller, y agentes como Tom Homan, su Zar de Migración.
Tratará de hacer verdad propuestas del Proyecto 2025 sobre migración discutidas aquí. Además tratar de reactivar un nuevo “Muslim Ban” haciéndole muy difícil inmigrar a gente musulmana de países de mayoría musulmana. Esta acción ejecutiva es discriminatoria, porque no aplica la ley de manera pareja y van en contra del “equal protection clause” de la Enmienda 14. Las cortes la pararon en el pasado. Como hizo la vez pasada, la administración de Trump añadirá un par de países más para evitar esta crítica de las cortes. Un número importante de familiares, abogados de inmigración y aliados fueron a los aeropuertos a oponerse a esta ley a ayudar en casos particulares. Esta propuesta debe de ser opuesta en la corte de la opinión pública, con demandas legales y protestas, porque no hay ninguna razón legitima para excluir gente de países del Medio Oriente simplemente por su ley, dado que hay libertad de credo en Estados Unidos. En el pasado, esta medida afecto no sólo a peticionarios de asilo, sino también a inmigrantes legales y estudiantes internacionales.
Trump pretenderá seguir construyendo el muro fronterizo, pero serán poco millas en lugares alejados y desconectadas entre sí, así como lo ha hecho Texas en los últimos años. Habrá presupuesto asignado a esto, no hay prioridad en bloquear eso, lo más efectivo seguirá siendo los dueños de propiedades cerca de la frontera negándose a vender o a aceptar argumentos sobre dominio público. Los muros no funcionan porque la gente llega con citas, pidiendo asilo, o paga a gente que tiene escaleras o túneles para flanquearlo.
Trump tratará de reducir por mucho el número de refugiados que serán recibidos en EE.UU., establecer el límite ha sido una de las prerrogativas del presidente. En contra del espíritu de ayudar a gente escapando de genocidios y violencia y en contra de convenios internaciones, la gente debe hablar en contra de esto en base a principios y la defense internacional de los derechos humanos.
De manera similar, Trump podría continuar con los últimos anuncios de Biden sobre nuevas prácticas en la frontera que hacen más difícil entrar pidiendo asilo en la frontera México-Estados Unidos. Los números están ya a niveles muy bajos. Para disminuirlos más, Trump podría terminar el uso de la aplicación CBP One de DHS para hacer una cita para pedir asilo y entrar al país. O bajar el número de citas que se pueden agendar por día, hoy alrededor de 1,500 con prioridad para gente que lleva más tiempo usando la aplicación. Trump también ha hablado de traer de vuelta el Título 42, pero dado los números es innecesario y sería difícil que las cortes aprueben de nuevo usar la medida sin una razón de salud pública, dado que no hay pandemias como la del COVID-19.
Trump y compañía también quieren resucitar “Remain en México.” El programa tiene un nombre coloquial que Trump puede vender bien dentro de EE.UU. pero para eso necesitaría la cooperación de México. México va a recibir a mexicanos deportados, pero la Presidenta Sheinbaum ya dijo que no aceptará deportaciones de ciudadanos de otros países al territorio mexicano.
La deportación rápida de gente recién llegada a la frontera seguirá como hasta ahora pero tal vez con más cámaras y ruido. Lo más discutido y tal vez más dañino seria la deportación de millones de personas que están bien instaladas en EE.UU. y que llevan años viviendo, trabajando, pagando impuestos, ayudando a otros y apoyando a familia. Homan ha hablado de dejar que las familias sigan unidas al dejar que los esposos e hijos dejen el país (su derecho) para acompañar a las personas sin papeles. Esto no es práctico si los niños estudian o trabajan aquí, así como sus parejas no es (ni se debe permitir) que se deporten a la fuerza ciudadanos o gente con residencia legal. El deportar a sus familiares afecta los intereses y bienestar de ciudadanos americanos por lo que debe ser confrontado en la arena de la opinión pública, en la corte y con protestas enfocadas. Deportar a los padres de menores va en contra de los intereses de los menores (best interest of the child) un principio que las cortes de migración y grupos humanitarios y derechos humanos toman en cuenta.
El tratar de usar el ejercito será una violación del rol del ejército de trabajar en el extranjero o para ayuda humanitaria. Habría mucha oposición legal, social y en las calles ante tal expansión del Poder Ejecutivo.
Las deportaciones de trabajadores desde Estados Unidos y aranceles con México y Canadá tendrían importantes efectos inflacionarios. Un decrecimiento en la llegada de personas con parole humanitaria representaría una baja en el crecimiento poblacional y, por tanto, un declive en el crecimiento económico.
En este sentido Trump también quiere quitar el programa de parole para gente de Cuba, Venezuela, Haití y Nicaragua y probablemente también dificultar continuar la estancia legal de gente de Ucrania, Afganistán y Palestina entre otros. También podría no renovar los acuerdos de TPS de gente de varios países entre ellos Centroamérica. Esto crearía un mayor número de gente sin estatus migratorio legal, blancos para deportación y fuentes de decrecimiento económico y poblacional.
(*) El Dr. Ernesto Castañeda es director del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos; director fundador del Laboratorio de Inmigración, y director del programa de Posgrado de la Maestría en Sociología, Investigación y Práctica en American University.
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