Según un nuevo estudio a gran escala, mantener una dieta sana desde la infancia hasta la mediana edad puede facilitar el buen funcionamiento del cerebro durante la vejez, lo que a su vez disminuiría el riesgo de demencia senil.
La investigación, que aún no ha pasado por el proceso de revisión por pares, evaluó datos de más de 3.000 participantes que fueron monitoreados durante más de siete décadas desde su infancia. Los resultados del estudio se presentaron este año en la conferencia Nutrition 2024.
Hasta ahora, las investigaciones sobre la demencia se habían centrado en los hábitos alimenticios de individuos de entre 60 y 80 años; esta nueva indagación, sin embargo, es la primera en seguir la dieta y los cambios en las habilidades cognitivas durante el transcurso de la vida, afirmaron científicos de la Universidad de Tufts (Massachusetts, EE.UU.).
Se sabe que las capacidades cognitivas suelen mejorar hasta la mediana edad, y pueden comenzar a deteriorarse a partir de los 65 años.
Sin embargo, los nuevos hallazgos sugieren que seguir desde la infancia una dieta rica en alimentos de origen vegetal, con altos niveles de antioxidantes y de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, puede favorecer la salud del cerebro al mejorar la circulación de sangre a este órgano.
Esto incluye alimentos de origen vegetal enteros o poco procesados como verduras de hojas verdes, legumbres, frutas enteras y cereales integrales.
“Los resultados preliminares [del estudio] respaldan las actuales directrices de salud pública, según las cuales es importante establecer patrones nutricionales sanos desde una edad temprana para favorecer y mantener una buena salud a lo largo de la vida”, dijo Kelly Cara, coautora del estudio.
“Nuestros hallazgos también sugieren que mejorar los patrones alimenticios hasta la mediana edad podría influir en el desempeño cognitivo, y ayudaría a atenuar, o disminuir, el deterioro en años posteriores”, añadió la científica.
En la investigación, los científicos analizaron datos recopilados de 3.059 adultos del Reino Unido que participaron desde niños en el Sondeo Nacional de Salud y Crecimiento.
Los participantes proporcionaron información clave sobre su ingesta alimentaria, desempeño cognitivo, y otros aspectos a través de cuestionarios y pruebas realizadas durante unos 75 años.Los científicos descubrieron que la calidad de la alimentación estaba estrechamente relacionada con la evolución de las funciones cognitivas.
Por ejemplo, afirmaron que solo un 8 % de los individuos con dietas de baja calidad demostraron tener “capacidades cognitivas altas”; y solo un 7 % de quienes mantenían dietas sanas tenían una “baja capacidad cognitiva”.
Asimismo, los participantes del “grupo de alto desempeño cognitivo” tenía una retención de memoria y una velocidad de procesamiento de información mucho mayores que las del “grupo de bajo desempeño cognitivo”, resaltó el estudio.
Casi una de cada cuatro personas en el segundo grupo demostró tener síntomas de demencia, mientras que en el grupo de alto desempeño ningún individuo sufría de estos síntomas.
Según los científicos, incluso diferencias sutiles en la calidad de la dieta durante la infancia parecían influir de manera decisiva en la alimentación en etapas posteriores de la vida.
Sospechan que los efectos acumulativos de la nutrición a través del tiempo podrían estar relacionados con la evolución de las capacidades cognitivas.
Sin embargo, dado que la mayoría de los participantes eran de raza blanca, los investigadores aclararon que será necesario llevar a cabo otros estudios para determinar si los resultados se repiten en poblaciones más diversas.
Traducción de Sara Pignatiello