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La Fórmula 1 va a estrenar su quinto director de carrera desde que justo antes del comienzo de la temporada 2019, Charlie Whiting falleciera en su hotel por una embolia pulmonar.
A Whiting le sustituyó Michael Masi. Su nombramiento no dejó indiferente, pues literalmente era el que estaba ahí, en Australia, a mano, dando la sensación de ser una posición que podía ocupar cualquiera en lugar de un puesto de altísima cualificación al que solo debería optar el mejor. O puede que realmente fuese el mejor, no se sabe.
Masi, Freitas, y ahora, Wittich
Masi cometió numerosos errores. Algunos más excusables que otros pues venía a sustituir a una persona en edad de jubilación que llevaba toda una vida ejerciendo ese puesto. Pero quizás, el mayor error que cometió fue cuando empezó a sentirse protagonista y lejos de huir de ello, se sintió cómodo. Y en una competición de 20 pilotos, que el juez crea que es uno más, es algo que nunca debería ocurrir. Pero la fama es una tentación de la que muy pocos logran escapar.
En el pecado llevó la penitencia. Su alta exposición le valió al nuevo presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, la posibilidad de cobrarse una presa política para ganar puntos con diferentes partes. Y así fue. El problema iba a ser sustituirlo.
A la FIA se le ocurrió que para evitar, o mejor dicho, controlar, el exceso de protagonismo del director de carrera… iba a tener dos. O eso es lo que se sugirió. Porque otra versión indicaba que había dos directores de carrera porque Ben Sulayem quería a Eduardo Freitas, y el portugués se negaba a abandonar sus funciones en Le Mans y mundial de resistencia, por lo que idearon complementarlo con otro segundo director, Niels Wittich.
La aventura de Freitas terminó tras varias discusiones y un episodio polémico en el Gran Premio de Japón con una grúa en pista y Pierre Gasly. Una parte se mostró muy contrariada de que hubiera maquinaria pesada en pista. La otra exactamente lo mismo, pero con la velocidad excesiva que marcaba el francés en esas condiciones. Tras esto, las versiones difieren. Las más cercanas a Ben Sulayem vendieron que Freitas había sido castigado y no iba a volver a F1. Otras, que Freitas se había cansado de capitanear un barco en el que siempre intentaban dirigirle, por lo que decidió dar un paso atrás y dedicar toda su energía a la resistencia.
Fue entonces cuando Niels Wittich se quedó como cargo único. Wittich en cierta medida ha sido lo opuesto a Michael Masi. Ningún afán de protagonismo, lo que también podría confundirse de alguna manera con sumisión absoluta, con ser un títere al servicio de quienes están por arriba. Pero los acontecimientos apuntan en otra dirección.
La temporada comenzó con Ben Sulayem afirmando que quería volver a recuperar un segundo director de carrera. Y ha terminado -o casi- prescindiendo del que ya tenían. La FIA lo ha vendido como una dimisión de Niels, que busca otros caminos. Pero estaba claro que los tiempos no cuadraban. ¿Quién dimite voluntariamente a un mes de terminar el año?
Solo había que esperar a que Niles Wittich, de forma directa o indirecta, diera su versión. Y estás fuentes apuntan, no a una dimisión, sino a un despido fulgurante. Y está claro que no ha debido ser poca cosa para hacer esta exposición ante la opinión pública.
Los puntos de fricción son evidentes. La FIA no ha conseguido alejarse del foco de la polémica, y esto siempre acaba salpicando al director de carrera, aunque sea en acciones en las que nada puede hacer, como las sanciones puestas o dejadas de poner en mitad de carrera. También polémicas como la del lenguaje mal sonante que ya tiene a Max Verstappen y Charles Leclerc como víctimas y que ha provocado la movilización de la asociación de pilotos, que ha criticado con dureza a la FIA.
Dimisiones, despidos y mucha controversia
Y sobre todo, que no es ni medio normal todo lo que está rodeando a la Federación Internacional. Acusaciones al presidente de intermediar en determinadas sanciones, numerosas dimisiones en puestos relevantes, cambios de directrices, y siempre, en el foco de la polémica. Incluso las victorias que están vendiendo, como la de acabar con la problemática de los límites de pista, no son vistas como tal, sino más bien como un “ya era hora”.
La FIA estrenará su quinto director de carrera en pocos años. El tercero en la etapa Ben Sulayem. Pero mientras no decidan atacar lo que a menudo es el foco de polémica sobre la FIA, no parece que vaya a importar mucho.