
Dice Alain Guiraudie que prefiere que el público vaya a ver sus películas sin saber de qué van para poder sorprenderlo. Y lo consigue en su nuevo trabajo, Misericordia, que va de sorpresa en sorpresa. Arranca y parece que será una película reflexiva, de recuerdos, de mucho hablar como gusta tanto al cine francés, pero poco a poco se convierte en un thriller rural y más tarde en una especie de vodevil en el bosque.

Una imagen de ‘Misericordia’
Karma Films / ACN
Un joven panadero regresa a su pueblo para despedirse del hombre que le enseñó el oficio. Se instala unos días en casa de la viuda y despierta odios y querencias por igual entre los habitantes de la pequeña aldea. Es muy probable que el espectador aprecie las sorpresas y lo que es seguro es que no se aburrirá.
Puede que también le sirva para reflexionar, porque al fin y al cabo, Guiraudie es un cineasta francés que no olvida sus orígenes y que trabaja “a partir de mis preocupaciones personales e íntimas, que mezclo con el cine para tratar de sorprender, no solo al público, también a mi mismo”, explica en una entrevista concedida a La Vanguardia a su paso por la Seminci de Valladolid donde ganó la Espiga de Oro con Misericordia, que llegó el viernes a las pantallas españolas.
Lee también
Hugo Silva y Megan Montaner se enamoran por culpa de Gracia Querejeta en ‘La buena suerte’
Leonor Mayor Ortega

En este caso, las preocupaciones personales han llevado al director a disertar sobre una cuestión moral: ¿puede haber crimen sin castigo? “A veces la religión perdona crímenes que la justicia castigaría”, señala el realizador y recuerda el caso de un cantante belga, “famoso en Francia en los años 70, que sufrió una tragedia cuando un desequilibrado asesinó a su mujer. Fue un crimen terrible y violento porque la apuñaló varias veces. Pero el marido no quiso denunciar, consideraba que la vida tiene que seguir su curso y no estaba seguro que la prisión sirviese para algo”.
Lee también
Julio Medem busca la reconciliación de las dos Españas con ‘8’
Leonor Mayor Ortega

“De hecho, escribió una canción en la que sostenía que era la sociedad la que estaba enferma y no el criminal”, continua. Estas coordenadas han servido a Guiraudie para dibujar el personaje del cura del pueblo, interpretado por Jacques Develay. “Es un sacerdote que habla de misericordia, de perdón, de comprender el prójimo, de empatía… y que lleva todas esas ideas hasta el final”.
Lee también
‘Sorda’ gana la Biznaga de Oro y Mario Casas y Álvaro Cervantes se reparten el premio actoral
Leonor Mayor Ortega

“El cura llega hasta el extremo, algo que yo no haría, porque no soy cristiano ni nada por el estilo y considero que la justicia es mejor que la misericordia, aunque me pareció interesante que un sacerdote se hiciese preguntas sobre la necesidad de castigar los crímenes a través de la justicia ordinaria o si era suficiente con aplicar la divina”, añade el cineasta.
Lee también
La nieta de la Pasionaria: “Mi abuela me inculcó el espíritu de supervivencia”
Leonor Mayor Ortega

El hecho de que la acción transcurra en un pequeño y encantador pueblito francés ayuda a la reflexión sobre el crimen y el castigo, porque “es un lugar precioso, como si fuera de cuento de hadas, con las colinas a lo lejos y su el bosque y también la niebla, la lluvia, el viento y las setas”. “Pero en los lugares idílicos pasas cosas difíciles y muy raras. Más que en las ciudades, porque en los pueblos la gente conoce la vida de los demás y, si no la conoce, inventa hipótesis sobre lo que hacen los demás, lo que puede conducir a la tragedia y, en cualquier caso, puede ser un buen material cinematográfico”, concluye.