
Hoy, 27 de marzo de 2025, se cumplen cinco años desde la histórica Statio Orbis del Papa Francisco, un momento que quedó grabado en la memoria colectiva. Aquella noche, el Santo Padre, solo bajo la lluvia en una Plaza San Pedro vacía, elevó una oración por la humanidad en pleno pico de la pandemia. Las imágenes de esa vigilia se convirtieron en un ícono global de esperanza.
En una transmisión especial de Infobae, conducida por Paula Guardia Bourdin desde Buenos Aires y Massimiliano Menichetti desde los estudios de Vatican Media, referentes del pensamiento, la religión y la cultura de distintas partes del mundo reflexionaron sobre el impacto histórico de aquella noche y sobre el liderazgo del Papa Francisco en tiempos de crisis. A cinco años de la Statio Orbis, el evento conmemoró este hito y profundizó en uno de sus mensajes más trascendentes, también central en el Jubileo de este año: la esperanza.
El Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, señaló que, aunque la pandemia haya quedado atrás, el mundo sigue enfrentando lo que el Papa denomina una “policrisis”: “Es un entramado de crisis globales que nos deja incertidumbre. Ante esta situación, la respuesta no puede ser otra que la ‘polifraternidad’”, explicó. Y continuó: “La necesidad urgente de construir lazos de unidad y solidaridad a todos los niveles, desde la familia hasta la comunidad internacional, es clave para afrontar los desafíos actuales”.
Por su parte, Monseñor Lucio Ruiz, Secretario del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, destacó la Statio Orbis como un reflejo del magisterio de Francisco: “Cuando todos estábamos encerrados, él salía; cuando todos nos cubríamos, él caminaba bajo la lluvia e iba en un movimiento que va desde el pueblo hacia el templo para llevar al pueblo hacia la presencia de Dios”. Aquel gesto, según Ruiz, fue una manifestación de la cercanía, la compasión y la ternura, cualidades que el Papa ha transformado en pilares de su pontificado.
El Prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, llamó a retomar el examen de conciencia que Francisco propuso en esa oración histórica: “No es el momento de tu juicio, sino del nuestro”, recordó. Ruffini apuntó que muchas de las promesas de cambio que surgieron durante la pandemia quedaron en el olvido. En su opinión, “si se quiere reencontrar la esperanza, es necesario volver a esa interpelación del Papa: distinguir qué conservar y qué dejar atrás”.
El encuentro también contó con intervenciones de figuras destacadas del ámbito religioso y judicial, quienes reflexionaron sobre el papel de la esperanza en tiempos de crisis global. El Dr. Ricardo Lorenzetti, juez de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, subrayó la importancia de un nuevo humanismo como respuesta a la incertidumbre contemporánea: “Todos aquellos que buscan la felicidad deben pensar que no está en las cosas materiales, sino en el día a día”, destacó. Además, enfatizó la necesidad de crear marcos legales que protejan tanto la naturaleza como la dignidad humana, argumentando que “la salud humana está inescindiblemente unida a la salud de la naturaleza”.
En esa misma línea, Monseñor Lizardo Estrada, secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), recordó el compromiso de la Iglesia con la fraternidad, citando la encíclica Fratelli Tutti y el proceso sinodal como caminos fundamentales para fortalecer los lazos comunitarios. “Estamos llamados a vivir en fraternidad. Esto es lo que nos va a salvar”, afirmó, instando a la solidaridad con los más vulnerables, desde los migrantes hasta los ancianos.
Monseñor Pedro Brassesco, secretario adjunto del CELAM, destacó el papel de la esperanza como confianza en el otro: “La esperanza implica siempre esperar en otro, confiar en otro o en otros”, explicó. Remarcó también las palabras del Cardenal Pironio sobre la necesidad de una esperanza viva, que requiere esfuerzo y compromiso. En sintonía con esta idea, Austen Ivereigh, biógrafo del Papa Francisco e investigador en Historia de la Iglesia Contemporánea en Oxford, evocó la imagen del Papa Francisco en la Statio Orbis, resaltando su liderazgo en tiempos de crisis: “Nos contó que Dios estaba con nosotros, que no estábamos solos y que si tan solo nos abríamos a la gracia de ese momento, la epidemia no sería el momento de nuestra destrucción, sino de nuestro renacimiento”.
La jornada concluyó con la reflexión del Cardenal Pedro Barreto Jimeno, presidente de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, quien destacó la visión del Papa Francisco como un líder capaz de “mirar lejos, sin descuidar la cercanía, la compasión y la ternura con las personas”.
A todos se les preguntó: “¿Qué es la esperanza hoy?” y, aunque cada respuesta tuvo su propia mirada, todas coincidieron en que la esperanza no es ingenua ni pasiva, sino un llamado a la acción. Paolo Ruffini recordó que el Papa Francisco nos insta a “escribir el futuro” y a preguntarnos “de qué manera sembramos esperanza en medio de tanta desesperación que nos toca e interpela”. Para Ricardo Lorenzetti, la esperanza implica reconocer el fin de un ciclo, como ocurrió en el ocaso de la Edad Media, y anunciar “el renacimiento de un humanismo integrado”. En su visión, lo más urgente es “entusiasmar con el idealismo a todos los jóvenes”, evitando que caigan en el vacío de las “micro identidades pequeñas” que limitan su comprensión del mundo.
Esta esperanza no es solo una expectativa de tiempos mejores, sino una fuerza que transforma incluso la adversidad. El Padre Daniel Groody, experto en migración y vicepresidente de la Universidad de Notre Dame, lo explica diferenciándola del optimismo: “El optimismo quiere que las cosas mejoren”, pero la esperanza cristiana “se basa en la creencia de que Dios puede transformar las cosas más feas y difíciles en una nueva creación y una nueva vida”. Austen Ivereigh señala que la clave es enfrentar el miedo con fe, porque “donde hay peligro crece también lo que nos salva”. Y Pedro Barreto recuerda el impacto de la imagen del Papa Francisco caminando solo en la Plaza de San Pedro en marzo de 2020: una soledad aparente que, como señala el Cardenal Czerny, escondía una verdad mayor: “Nosotros estuvimos representados allí”, en los excluidos y rechazados. La esperanza, entonces, es abrir los ojos y el corazón para reconocer que “Dios está con nosotros, aun cuando no lo parezca”.
Gabriela Sacco, Directora del Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro, agregó que, inspirados por aquel mensaje de unidad y fuerza, nació, el 27 de marzo de cada año, el Día Mundial de la Esperanza. “No es solamente una fecha en el calendario, sino una invitación a recorrer juntos un camino, cada uno desde su contexto, construyendo soluciones posibles para un mundo complejo”.
La transmisión culminó con una oración guiada por Monseñor Lucio Ruiz, quien evocó las palabras del Papa Francisco en aquella noche de la Statio Orbis: “Señor, bendice al mundo, da salud a los cuerpos y consuela a los corazones. Nos pides que no sintamos temor, pero nuestra fe es débil y tenemos miedo. Más Tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta. Repites de nuevo: ‘no tengáis miedo’”.