La cara visible de la Obra es sobradamente conocida: un grupo religioso y lobby de poder con influencia en la política y la economía españolas que no desapareció con la dictadura, sino que moldeó el régimen constitucional de 1978. Sin embargo, en la serie documental El minuto heroico, la periodista Mònica Terribas pone el foco en lo que permanece oculto: la concepción teórica y las prácticas del Opus Dei en relación con la libertad y los derechos de las personas. “El minuto heroico no narra la historia de la Obra, es un documental sobre la vulneración sistemática de derechos”, afirma.
Estrenado en la plataforma Max, narra las vivencias de quienes, en su mayoría mujeres, son captadas a través del proselitismo activo y terminan explotadas en centros o residencias de la Obra bajo el pretexto de contribuir con su labor al “ambiente de familia” y a la santificación del trabajo. “La idea de hacer la serie surge en 2020, cuando recibo un correo de María Roca, exnumeraria que pasó 22 años en la organización y que consideraba que algunas de sus prácticas eran constitutivas de abuso”, explica Terribas.
Al profundizar en la investigación, la exdirectora general de Televisió de Catalunya comenzó a descubrir que no se trataba de un caso aislado, sino que existía un patrón estructural dentro de un engranaje internacional. Por eso, El minuto heroico recoge testimonios de mujeres del Estado español, Latinoamérica e Irlanda. Según datos de la Santa Sede (2021), el Opus Dei cuenta con unos 93.000 miembros en todo el mundo, el 90% de ellos en Europa y América.
Una estructura que deshace los vínculos familiares
Aunque la doctrina católica defiende la familia como un “centro de amor”, para las mujeres y los hombres que ingresan en la Obra con compromiso de celibato —agregados, numerarios y numerarias auxiliares; éstas últimas, las más explotadas del escalafón y siempre mujeres—, “la familia de sangre es sustituida por la familia de la Obra”, señala Terribas.
Esto convierte la dedicación a la organización en el centro de sus vidas, subordinando su tiempo, sus decisiones y el fruto de su trabajo a una institución que dicta “el derecho a no tener derechos” (Carta de Mons. Escrivá de Balaguer, 25-5-1962). El documental expone cómo el dominio de la Obra se extiende a las comunicaciones, las relaciones y la economía de sus miembros. No existen contratos ni registros oficiales de los trabajos realizados ni de los salarios percibidos, que deben devolverse en su práctica integridad porque “el Opus Dei es pobre”, se apunta en El minuto heroico.
Al abandonar la organización, además del distanciamiento con sus seres queridos, estas personas se ven en una absoluta indefensión. “Hay un proceso de disociación, porque la familia de sangre pasa a un segundo plano frente a la familia de la Obra, que rige la vida y justifica esos abusos”, afirma Terribas. Para Marina Pereda, licenciada en Comunicación Audiovisual y máster en Literatura, Arte y Pensamiento, esta dinámica es aún más perniciosa para quienes han nacido en el seno del Opus Dei, pues su identidad se construye en torno a la organización, “casi como si fuera un miembro más de la familia”.
La voz se les quiebra al hablar de relaciones viciadas por la naturaleza de la Obra, “mucha gente no era consciente del impacto del Opus Dei en su vida y en su familia”, sostiene Pereda. El minuto heroico, que incorpora además la mirada de expertos en Derecho y psicología para contextualizar los testimonios, ha supuesto una espoleta necesaria. Tanto la directora como las protagonistas del documental están recibiendo multitud de mensajes de personas que necesitan, sencillamente, hablar de lo vivido.
El clasismo dentro del Opus Dei
Además de los abusos, la coerciones y las prácticas presuntamente delictivas perpetradas por la Obra, el documental evidencia el clasismo como un elemento vertebral. Pereda relató para El Salto su experiencia en uno de los buques insignia del Opus Dei: la Universidad de Navarra, donde estudió gracias a un crédito dirigido a miembros de la organización procedentes, como ella, de familias obreras sin contactos.
Sin embargo, el coste de ese crédito iba mucho más allá de su devolución económica. En lo inmediato, implicaba trabajar limpiando y cocinando para profesores y compañeros de clase; a largo plazo, “significaba asumir un compromiso de por vida, pues el Opus Dei se convertía en el único referente y fuente de autoridad, interfiriendo en decisiones fundamentales como la carrera que se quería estudiar o los trabajos a los que se podía acceder”, explica. Cuando Pereda decidió desvincularse de la Obra, el mundo aspiracional que la envolvía —su faceta brillante y exitosa— se desvaneció. Entonces, tuvo que reconstruirse, hallar su propia identidad al margen de la institución. En términos opusinos, “pitó” para ella el verso profético de Rilke: Debes cambiar tu vida.
Por su parte, los testimonios de las auxiliares recogidos en el documental revelan una fortaleza mental inmensa, proporcional a la vulnerabilidad extrema en la que se encontraron tras su minuto heroico, el de abandonar la organización. Las innumerables horas trabajadas no existían para el mundo, ellas mismas no existían para el mundo. Eran borricos de noria, la metáfora que tanto gustaba a San Josemaría y que resume, con brutal elocuencia, su lugar dentro del engranaje de la Obra.
La respuesta del Opus Dei
Sobre el comunicado publicado por el Opus Dei ante el estreno del documental, Terribas y Pereda coinciden en que la respuesta de la organización es insuficiente. Antes del estreno, la directora intentó obtener una entrevista con el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, para ofrecerle derecho de réplica. A pesar de insistir durante meses, la institución se negó a dar una respuesta directa.
Para Pereda, el comunicado del Opus Dei es “revictimizante”, carece de medidas concretas para reparar el daño causado y no ofrece ninguna garantía de que se hayan dejado de captar menores o de que las personas que todavía están dentro de la organización puedan ejercer sus derechos con plena libertad. Consideran que la Obra ha desaprovechado la oportunidad de reparar el daño y que su respuesta demuestra falta de voluntad para sumir responsabilidades.
Impacto y sanación
El minuto heroico no solo ha visibilizado estas historias, sino que ha impulsado un proceso de reparación en muchas personas que vivieron experiencias similares. Según Terribas, el documental ha permitido que exmiembros del Opus Dei hablen por primera vez con sus familias y reconstruyan vínculos rotos. “El impacto ha sido enorme”, concluye, “porque ha roto silencios que parecían imposibles de romper”.
“He vivido dos vidas en un mismo cuerpo. Ahora, esas manos que pasaban cuentas de rosario, juegan con el pelo rizado de un hombre que duerme desnudo junto a mí. Observo con sorpresa ese otro cuerpo que late a mi lado, que respira por sí mismo y cuyo amor no se da por supuesto. El amor no se forja en la eternidad. El amor solo está en el presente, en el gesto y el roce”, escribe Marina Pereda en uno de sus textos literarios. Y en su voz se abre una grieta para la luz.