Es comprensible la euforia, el piloto más exitoso de todos los tiempos se sube al coche más legendario, pero la Fórmula 1 no es una película. Los finales de las grandes historias no siempre son felices y la explosión de marketing que rodea hoy a Maranello no servirá de nada cuando se apaguen los semáforos en Albert Park. Deportivamente, Hamilton tiene mucho que demostrar al volante de un Ferrari para salir bien parado en la comparativa con sus predecesores en el asiento más codiciado: Alonso, Vettel, Raikkonen y Sainz. Los siete títulos ya no cuentan, no iba de rojo.
Para empezar, el listón reciente de Sainz es exigente. Carlos promedió el 5,3º puesto los domingos en sus cuatro temporadas en Ferrari por el 4,6º de Leclerc. Pisó los talones a uno de los pilotos más talentosos de la parrilla y ganó cuatro carreras por las seis de Charles en ese periodo. En podios, el balance fue de 30-24 con ventaja para el monegasco. La diferencia fue pequeña, no se dio el clásico binomio de líder y escudero. Sainz estuvo delante en el 40% de las carreras y juntos formaron una de las alineaciones más igualadas de la F1 en los últimos tiempos. Ahora Hamilton rompe ese equilibrio: no es segundo piloto ni es primero, es una superestrella.
Pero en la pista, Leclerc juega con seis años de ventaja dentro de la escudería italiana (y un amplio conocimiento de esta generación de coches) y Hamilton viene de perder a todo contra Russell en su último año con Mercedes (19-5 en clasificación; 14-9 en carreras). Posiblemente la baja motivación de Sir Lewis en 2024 y los conflictos de intereses de Wolff lastraron sus resultados. Si bien, desde 2021 no se ha visto con regularidad la mejor versión del siete veces campeón inglés (apenas un par de destellos en Silverstone y Spa 2024), e incluso en aquella temporada perdió el título contra Verstappen.
Con respecto a los grandes campeones que se unieron a Ferrari en el pasado, Alonso ganó once carreras allí y luchó hasta el final por dos Mundiales. Llegó con 29 años, en su plenitud. Vettel venció catorce grandes premios, aunque sus intentos de ganar un quinto título nunca se adentraron en el tercio final de ninguna campaña. El alemán tenía 27 años en 2015. Es cierto que Raikkonen protagonizó un paso más bien discreto entre 2014 y 2018, que es lo más reciente, pero sigue siendo el último campeón de Ferrari. Hamilton cruza la puerta de la casa de Enzo con 40 años recién cumplidos. Es indiscutible que sus mejores actuaciones individuales ya sucedieron. Quiere rematar su carrera deportiva y hacer historia, pero no se vislumbra un proyecto a medio plazo como el que se construyó con Schumacher.
Hamilton y Ferrari pueden componer juntos una de las páginas más bellas de la historia del deporte. De todos los deportes. La máxima expectación es justificada. Pero en la F1 solo manda el cronómetro. El inglés llegará a los entrenamientos de pretemporada (26-28 de febrero en Bahréin) con un puñado de sesiones de test en Fiorano y Barcelona, todo antes de su debut en el GP de Australia (16 de marzo). Entonces acabará el márketing y empezará el deporte.