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Christian Gálvez (Madrid, 1980), famoso presentador de ‘Pasapalabra’, centra su última novela histórica en los primeros cristianos. Reflexionamos con él sobre la forma en que el profesor de Religión puede facilitar que se comprenda el cristianismo.
Como presentador de Pasapalabra, a Christian Gálvez (Madrid, 1980) se le reconoce la destreza comunicativa. Además, conocemos su pasión por los personajes del Renacimiento como Miguel Ángel, Rafael y sobre todo Leonardo da Vinci, a los que ha «rescatado» con diversas obras y novelas históricas. Ahora nos sorprende con Te he llamado por tu nombre (Suma, 555 páginas, dos ediciones ya en 2024), una novela histórica centrada en la vida de los primeros cristianos en el marco de la guerra entre romanos y judíos. Tratamos con él la importancia que en la clase de Religión pueden tener tres asuntos que aparecen en su novela: los datos históricos sobre la vida de Jesús, la Resurrección y el testimonio de los mártires.
En su novela recuerda que Jesús es mencionado por un historiador del mundo antiguo, Flavio Josefo. ¿Es importante tratar en clase de Religión este tipo de datos científicos?
–Estamos hablando de dos cosas diferentes. La profundidad que puedes llegar a presentar en una novela histórica, justificando además la existencia del personaje divino en los textos históricos, no sé si es pertinente en unas clases de Religión donde lo que tiene que calar, sobre todo en el magisterio infantil, es el mensaje, no la profundidad histórica o la demostración empírica de la existencia de Jesús y de su paso por la tierra. Desde el punto de vista infantil al final lo que tiene que calar es el mensaje; hay que poner mucho más énfasis en el mensaje de la misericordia, el mensaje del perdón, el mensaje del amor, más que intentar demostrar desde el punto de vista histórico-empírico a unos niños la existencia de Jesús. En el magisterio de Religión ya se da por sentado que existió: si ya tienes a los niños en la clase de Religión se da por hecho que vienen con cierta información de casa, que no hace falta demostrar la existencia histórica de Jesús Otra cosa es hablar de su divinidad, son dos temas totalmente diferentes.
¿Hay en su novela una invitación a la fortaleza en un mundo moderno donde no está bien visto ser cristiano?
–No sé si está bien visto o está mal visto. Yo entiendo que cuando uno tiene una convicción, la fe, no tiene miedo a decirlo, porque no hace daño absolutamente a nadie. Las impresiones de una persona en cuanto a la fe son todas son positivas. No solo son pertinentes, sino que son positivas. Si una persona me dice que tiene fe, es que está teniendo un punto espiritual más elevado y eso me habla muy bien de esa persona. Si encima comulgo con la deidad que él adora, pues mejor que mejor, lógicamente. En mi novela, cuando hablo de cómo podía afectar la censura romana a una persona como Flavio Josefo, hay que situarnos en el tiempo. Estamos hablando de hace 2.000 años y de un historiador que es subjetivo, que es un apóstata de la religión judía, porque se pasa al bando contrario para que no le maten. Y, sin embargo, cuando relata la caída del último bastión de resistencia judía, la fortaleza de Masada, pone a sus hermanos judíos como héroes. Es un hombre que navega entre dos aguas. El hecho de que mencione a Jesús de Nazaret es muy relevante, porque no puede ser una manipulación a posteriori de los cristianos, ya que escribió para los romanos y cuando los cristianos no tenían poder: por tanto, no podrían haber manipulado todas las copias de esa obra. En la novela trato de buscar una explicación al por qué pudo hace esa mención de Jesús.
Su novela resalta la figura del mártir como imitador de Cristo.
–El cristianismo es una religión de resistencia. Algo tuvo que pasar para que los apóstoles, en la diáspora, todos terminaran en el martirio, como les había vaticinado Jesús al decir que iban a sufrir. Jesús nunca dijo: «Todo va a ir bien». Les dijo: «Os van a perseguir, os van a insultar, os van a humillar, vais a padecer, lo vais a pasar mal como yo y aún así no os preocupéis, porque yo estaré a vuestro lado». Eso no solo pasa con la diáspora de de los Apóstoles, sino con todos los primeros cristianos y Pablo de Tarso. Tuvo que acontecer algo para que una cantidad ingente de hombres y mujeres estuvieran dispuestos a dar la vida en pro de la difusión de ese mensaje que no deja de ser un mensaje de misericordia, de perdón y de amor. En pos de esa verdad la gente murió y dio su vida por ello. Yo no me imagino a alguien hablando falacias hace 2.000 años, inventándose cosas, haciendo trucos de magia y que la gente dijera: «Vamos a dar la vida por ti». Cada uno de los Apóstoles nos personifica a cada uno de nosotros. Todos hemos dudado como santo Tomás, todos hemos negado alguna vez en la vida como Pedro en mayor o menor medida, consciente o inconscientemente, hemos traicionado muchas veces, o hemos sido fieles y hemos estado hasta el último momento como Juan. Al final todos los apóstoles, en mayor o menor medida, nos representan en algún momento de nuestra vida. La cuestión es que el mensaje caló y el mensaje a día de hoy sigue ahí.
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El cristianismo es una religión de resistencia
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¿Es importante entonces llamar la atención sobre el hecho de la Resurrección como lo que explica todo?
–Sin ella, sería inexplicable la historia. Es imposible que que por una mentira la gente se deje matar. Yo no me imagino a los apóstoles diciendo: «Chicos, se han cargado a Jesús, ¿qué hacemos?» «Esto tiene que funcionar como sea: vamos a robar el cuerpo y decimos que ha resucitado» «Venga, perfecto» «Y ahora vamos a hablar del mensaje de Jesús y que nos maten a todos; me parece un planazo». Parecería una película cómica. Más allá del hecho de la Resurrección no se explica el cambio del mundo antiguo si no estuviera realmente presente una fuerza, si Jesucristo realmente no estuviera presente haciendo que la gente acepte morir perdonando. Eso sí que es inexplicable, es un cambio absoluto de paradigma. Si venimos del «Ojo por ojo y diente por diente», de la opresión de los romanos y de las torturas de las crucifixiones, que venga alguien y hable de paz y amor, y de que todos somos iguales… es muy revolucionario. No debemos olvidar que el mensaje de Jesús de Nazaret pasa por: uno, el sacrificio; dos, el fracaso y tres, la consecución del éxito después del fracaso. Es decir, para que cale tiene que ser humillado y tiene que morir para demostrar que puede resucitar. Con Él resucita también la palabra y el mensaje. Muchas veces no nos damos cuenta de que para conseguir un logro tenemos que estar dispuestos a perder y en la historia de Jesús de Nazaret se está dispuesto a perderlo todo: primero él y luego los que le siguieron.
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El mensaje de la asignatura de Religión es: enamorar a través de la pasión, de la verdad, de que “lo que te estoy contando lo creo firmemente
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¿El título es una invitación a ver el cristianismo no como algo ajeno sino como una invitación personal?
–El título viene de Isaías, porque Jesús no deja de ser un puente entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo de antes y lo de ahora. En Isaías habla el Dios de Israel a Jacob y le llama por su nombre. En mi novela el protagonista se llama Jacob. Es un homenaje al apóstol Santiago. Que alguien te llame por tu nombre indica interés, atención, también cierto carácter persuasivo: se está dirigiendo a ti, no a una multitud, personifica el mensaje. Me imagino que hace 2.000 años el hecho de que Jesús de Nazaret te llamara por tu nombre te tenía que cambiar la vida por completo. Pensando en los profesores, para que la Religión sea algo que implica a los chavales, les animaría a sugerir lecturas, temas de los que hablar. La gente se tiene que animar a a leer. Mi libro lo pueden leer creyentes y ateos, son dos lecturas diferentes, pero no tan polarizadas ni tan diversas. Tenemos que contar microhistorias dentro de la Macrohistoria con mayúsculas Los apóstoles quizá no entendieron las parábolas pero lo que sí que entendieron por encima de todas las cosas fue la compasión, fue la misericordia, fue el perdón, fue el amor. El mensaje que al final se transmite en la asignatura de Religión es el mismo: enamorar a través de la pasión, a través de la verdad, a través de que «lo que te estoy contando lo creo firmemente». Sí que hay dudas, hay crisis, pero si crees al final te das cuenta de que donde más a gusto estás es con los tuyos.