En su casa de la calle Josefina Márquez al 3500, Morón, Isaías Benjamín Farías, que tiene seis años y sufre múltiples patologías de nacimiento, tiene mucha fiebre: 39 grados y medio. Como no consigue bajarle la temperatura de ninguna manera, su mamá se comunica con el 911. Desde la central de emergencias de la Policía derivan la llamada al SAME, que envía una ambulancia al domicilio. Son las seis de la mañana del martes 17 de diciembre de 2024.
Diez minutos después, al llegar a la casa, la médica a cargo de la ambulancia le informa a la madre de Isaías que deben trasladar a su hijo al Hospital Municipal de Morón. No es una tarea menor: con discapacidades motrices y neurológicas, Isaías es electrodependiente y necesita asistencia respiratoria mecánica.
La madre se niega y exige que lleven a su hijo al Hospital Posadas. No hay acuerdo. La discusión sube de tono y la doctora llama a la Policía. Cuando llega el patrullero, y según pudo reconstruirse, la madre del chico forcejea con la médica y les grita a los policías: “Vayan a atrapar delincuentes… No tienen nada que hacer acá”. Media hora después de su llegada, la ambulancia se va del domicilio.
Pasan los minutos y el cuadro del menor empeora. Cerca de las siete de la mañana, la madre de Isaías vuelve a llamar al 911, que deriva nuevamente el pedido de ayuda al SAME. Cuando llega la segunda ambulancia, y aunque le hacen algunas maniobras de reanimación cardiopulmonar, su hijo está muerto.
Pasadas las 10.30 de la mañana del mismo martes 17 de diciembre, una tercera ambulancia llegó a la casa del chico pero en este caso para asistir a la abuela del menor, que se había descompensado al presenciar semejante tragedia.
La causa quedó en manos de la Fiscalía Número 3 de Morón, cuyos fiscales son Valeria Courtade y Mario Ferrario. Después de las primeras pericias, en la habitación del chiquito se encontraron dos tubos de oxígeno, la máquina que le permitía respirar y varios medicamentos. También se supo que, en su internación domiciliaria, Isaías contaba con dos cuidadoras.
Interna familiar
Natalia Novillo es prima de Isaías Farías. Con el corazón roto, denunció que el niño murió por no recibir atención médica porque su mamá “impidió el traslado”. Y sumó: “La mamá está denunciada por IOMA (la obra social de la Provincia de Buenos Aires) y por el papá de Isaías, porque le impedía el contacto con su hijo, y por abandono. La Justicia no hizo nada. Nadie puede decir que el padre no hizo nada. Se cansó de golpear puertas. Y acá está el resultado”.
Según Novillo, el drama no terminó ahí. “La mamá firmó el entierro del nene sin avisarle a su papá ni al resto de la familia. Sólo estuvo el personal de la cochería”.
Por lo que denunció Novillo en X, Isaías tenía un hermano que tampoco la está pasando bien. “Hace poco estuvo internado con principio de neumonía. La mamá no lo llevó al médico y se le empeoró el cuadro. Llegó al hospital sin oxígeno; lo llevó el papá cuando se enteró de lo que estaba pasando”.
También en redes sociales, Elías Jonatan, otro primo de Isaías, escribió con el mismo enojo: “La madre rechazó dos veces el traslado de parte del SAME y también de un vecino que se acercó a llevarla. Se va a conocer toda la historia y se va a hacer justicia”.
Miriam Isabel Castro Jacob sumó: “La madre es la única responsable. La emergencia ameritaba ir al hospital más cercano”.
¿Qué dicen en IOMA de la relación entre la madre de Isaías y la obra social? Según fuentes de esa entidad, “no hubo ninguna denuncia”, pero sí un “apercibimiento” de parte de En casa, la prestadora contratada por la obra social para ofrecer cuidadores a domicilio. En ese “descargo”, IOMA fue notificada de que las condiciones en la casa de Isaías Farías, donde debía llevarse a cabo su internación, “no eran las óptimas”.
Por favor necesitamos ayuda. Mi primo de 6 años con discapacidad ayer murió por no recibir atención médica xq la mamá impidió el traslado.
Ella está denunciada por IOMA y por el papá del nene por impedimento de contacto y abandono.— Natalia M Novillo (@natinovillo_ok) December 20, 2024
El protocolo
Circulando por la Avenida Eva Perón, de la casa de Isaías Farías al Hospital de Morón se puede llegar “en unos diez minutos”, explica Leo Lara, director del SAME de este municipio. “Al Hospital Posadas se iba a tarda más tiempo: media hora. Era mucho más arriesgado. Había que tomar la Avenida Hipólito Yrigoyen y subir a la autopista, que a esa hora no sabés con qué te podés encontrar… Si el chico entraba en paro, no era lo mismo estar arriba de la ambulancia diez minutos que media hora“.
Lara habla rápido. “El Hospital de Morón no tiene la complejidad del Posadas, es cierto. Pero en un caso como el de este chico hay que priorizar la cercanía”, agrega. “Además, si la ambulancia iba al Hospital de Morón, podía dar el alerta y avisar para que estuviera todo preparado en el sector de emergencias pediátricas. Si iba al Posadas, no sabía dónde se metía…”.
Isaías volaba de fiebre, tenía bradicardia (el corazón late más lento que lo normal), saturaba bajo, los antitérmicos no le hacían efecto… La médica de la ambulancia consideró que el menor no resistiría el traslado hasta el Posadas “sin entrar en shock séptico y un paro inminente”, detalla Lara.
“En su domicilio, el chico ya estaba en una especie de terapia intensiva. Había muy pocas chances de que sobreviviera. Era una situación muy delicada como para que se desmadrara de esta manera…”.
-¿Por qué la madre de Isaías se negó a que lo llevaran al Hospital de Morón?
-Es un tema que viene de lejos. Hace años que la madre del chico está enfrentada con la gente de Niñez… Había que atender al paciente y la madre se negaba. Y todo terminaba con oficios judiciales. Hay una discusión intrafamiliar entre los padres, que están separados, con los tíos, con los vecinos… La madre quiere una cosa, el padre otra… Hay denuncias cruzadas… La madre dice que no le gustan los médicos del Hospital de Morón.
Para que trasladaran a su hijo al Posadas, la madre argumentó que ahí estaba la historia clínica del menor. “En un caso tan grave, la historia clínica no es tan prioritaria“, sigue Lara. “¿Quién se va a poner a leerla en medio de una emergencia? Es como cuando te encontrás con una persona que sufrió un accidente de tránsito o con un herido de bala, la ambulancia los va a llevar a donde puedan salvarle la vida, donde haya médicos que puedan hacer una cirugía, después se ve si hay un sector de traumatología o de terapia vascular”.
Al ver que la madre se oponía al traslado al Hospital de Morón, el SAME llamó a la Policía, y cuando llegó el patrullero se dio una situación muy violenta. “La madre estaba enceguecida. Prepoteaba a la médica, que es de baja estatura, la empujaba… Estaba todo mal. La madre se peleaba con la médica, con las enfermeras… Y decía: ‘Hay que llevarlo al Posadas. Si se muere en la ambulancia me da lo mismo’. ¿Cómo pudo decir que le daba lo mismo?”, sigue Lara.
En general, en situaciones de estas características, la Policía respalda al médico de la ambulancia. Si no logra un acuerdo, el protocolo indica que debe avisar al juzgado de familia de turno para que libre un oficio y dé poder a los agentes para utilizar la fuerza.
“Pero eso requiere tiempo, claro, una hora, dos… No en un caso tan apremiante. Eso se puede hacer en casos de abandono, de brotes psiquiátricos, en los que está en riesgo la vida de terceros… No con chicos como Isaías, con diferentes discapacidades, electrodependiente… ¿Quién se arriesgaría a desenchufarlo y subirlo por la fuerza a la ambulancia? Además, si lo subís a la ambulancia, corrés el riesgo de que la madre agreda a la médica…. Un desastre”, explica el director del SAME de Morón.
Entonces, en un caso como el de Isaías, “la cuestión legal la sigue manejando la madre. La médica no tiene potestad para decidir sobre la vida del menor. Al final, cuando ya no había posibilidad de acuerdo, la madre empezó a decir que lo iba a trasladar en un remís”.
Atención asegurada
Los pacientes electrodependientes como era Isaías Farías son aquellos que conviven con diagnósticos severos o crónicos, a quienes la ciencia y la técnica les ofrece una alternativa para vivir en sus hogares.
En esta categoría, los cuadros clínicos más comunes son insuficiencias cardíacas, pulmonares, renales y hepáticas, diabetes, hipertensión, distintos tipos de discapacidades motrices, enfermedades neurodegenerativas, esclerosis lateral amiotrófica, distrofia muscular y patologías neuromusculares, entre otros.
Muchas veces, la posibilidad de seguir los tratamientos de manera domiciliaria mejora la calidad de vida de los pacientes y, al mismo tiempo, aumenta la disponibilidad de camas en centros sanitarios.
En los últimos años se incrementó la cantidad de pacientes electrodependientes en la Argentina. Y desde 2017 se aplica la ley 27.351, llamada “ley de electrodependientes”. La normativa establece que el servicio eléctrico es gratuito para estas personas, y que las empresas proveedoras de energía deben mantener sus domicilios conectados a la red “sin interrupción por ningún motivo”.
Profesión de riesgo
Aunque la ambulancia tardara más tiempo, ¿no habría sido mejor acordar con la madre de Isaías y trasladar a su hijo al Hospital Posadas?
“No”, se planta Lara, director del SAME de Morón. “Porque la médica de la ambulancia, a quien sólo la acompañaba el chofer, se habría metido en un problema grande. Si el chico moría en el camino, el padre podía denunciar que la médica trasladó al menor al centro de salud más lejano, cuando existía la chance de ir al Hospital de Morón”.
Lara agrega que nunca habían tenido un caso tan delicado. “Desde que yo asumí este cargo, en 2919, nunca habíamos llegado a tanto. La atención prehospitalaria siempre es de riesgo. Jugás de visitante. Pero hay casos más difíciles… Hay mucha gente que se niega a ser trasladada en ambulancia. Ni hablar de lo que nos pasó durante el Covid: la mayoría se quería quedar en su casa… Pero nunca habíamos vivido una situación tan tensa”.
-¿La madre de Isaías puede ser imputada por la fiscalía?
-No sé cómo va a terminar todo esto.
Por única vez, Lara baja la velocidad de su relato, hace un pequeño silencio y luego dice con tristeza: “Al chico lo conocíamos bien: en los últimos cuatro años lo habíamos atendido 63 veces en su domicilio. Es un caso que nos rompe el alma”.