Sentirse constantemente agotado puede ir más allá de largas jornadas laborales o falta de descanso. Según un informe de Popular Science, la fatiga crónica podría estar relacionada con deficiencias de nutrientes esenciales como la vitamina D, la vitamina B12 y los ácidos grasos omega-3.
Lina Begdache, neurocientífica nutricional, explicó que “el cansancio recurrente puede estar estrechamente vinculado a carencias de estos nutrientes, que afectan tanto la producción de energía como la salud general”.
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La vitamina D, fundamental para la salud ósea, muscular y cognitiva, es una de las deficiencias más comunes. Este nutriente se obtiene de pescados grasos, productos lácteos fortificados y la exposición al sol, aunque factores como la ubicación geográfica o el clima pueden limitar su síntesis. “La luz solar permite al cuerpo sintetizar vitamina D de forma natural”, destacó Begdache, subrayando la importancia de buscar fuentes alternativas en climas fríos.
Por su parte, la vitamina B12 es indispensable para la producción de glóbulos rojos y el correcto funcionamiento del sistema nervioso. Su carencia afecta especialmente a adultos mayores, embarazadas y personas con dietas vegetarianas o veganas. Este nutriente se encuentra principalmente en alimentos de origen animal, como la carne, los lácteos y los huevos.
Begdache aconseja que “los suplementos de B12 son efectivos, pero no deben reemplazar una dieta equilibrada”. Mientras tanto, los ácidos grasos omega-3, presentes en pescados grasos, semillas de chía y nueces, son clave para la salud cerebral y el manejo de trastornos emocionales que agravan la fatiga.
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Además de la nutrición, un estilo de vida saludable puede marcar la diferencia. Limitar el consumo de alcohol, practicar 150 minutos de ejercicio físico semanal y garantizar un sueño de calidad son medidas fundamentales para combatir el cansancio.