En español|Fortalece tus glúteos. Fortalece tu vida
https://www.nytimes.com/es/2025/01/18/espanol/fortalece-tus-gluteos-fortalece-tu-vida.html
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Carta de recomendación
No aprecié su utilidad, y pagué por ello.
Por Amy X. Wang
Amy X. Wang es redactora jefe adjunta de la revista. A menudo escribe sobre cómo los tentadores objetos de deseo cambian nuestro comportamiento cotidiano.
Dos años es aproximadamente lo que se tarda en alcanzar una fluidez moderada en un idioma extranjero, en adquirir un título técnico o en gestar un elefante africano. También es el tiempo que hace poco pasé fingiendo que podía caminar.
Mis problemas empezaron durante el invierno de 2023, cuando las condiciones del tiempo lúgubres y un ataque depresivo me impulsaron a apuntarme a un medio maratón. No era una atleta —antes de ese momento, mis habilidades deportivas podrían haberse descrito más amablemente como “no realizadas” o “aspiracionales”—, pero muchos amigos, escritores e influyentes de LinkedIn habían estado haciendo proselitismo al acto de correr como un respiro espiritual ideal para cualquiera. Al igual que un peón de ajedrez o un canguro, biológicamente carezco de la capacidad de dar marcha atrás, así que cuando decidí convertirme en una corredora, compré de inmediato el equipo en los colores neón necesarios y me metí de lleno en un programa de entrenamiento. El día de la carrera, un exceso de confianza me impulsó a recorrer los más de 20 kilómetros. ¡Triunfo! ¡El nirvana de las endorfinas gracias al ejercicio!
Solo cuando se me pasó la adrenalina me di cuenta de que me había roto la tibia.
“¿No te diste cuenta?”, me preguntó el ortopedista, quien, al día siguiente, chocándome la tibia con un martillito, estuvo a punto de ser golpeado por un espasmo de dolor instintivo. Solo había sentido punzadas de malestar, le expliqué. “Pero ¿por qué seguiste después de que empezó a doler?”, me preguntó mi pareja, mientras me ayudaba a caminar de la cama a la nevera durante semanas (era una pregunta retórica. Vivir conmigo le permitía ver en primera fila mi terquedad). El ortopedista me recomendó reposo en cama, que en gran medida ignoré.
Supuse que la fractura sanaría; eso es lo que hacen los huesos. Y así fue. Pero un día, meses después, corrí hacia el autobús y el tobillo de mi otra pierna, perfectamente sana, se dobló esmeradamente hacia dentro y se desplomó. Siguieron 18 meses de extrañas torceduras, tendinitis y hematomas recurrentes.
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