Viernes, 17 de enero 2025, 08:00
Hace veinte años que Miranda de Ebro se hace una pregunta: «¿Dónde está Marisa?» Pero, por el momento, la respuesta sigue en el aire. Pese a que durante más de 12 horas la ciudad del Ebro fue testigo este jueves, 16 de enero, de un amplio dispositivo policial abierto en pleno casco histórico mirandés, adentrada la noche, los agentes abandonaban el operativo sin confirmar novedades relativas al caso.
El escenario principal se ubicó en torno a la Iglesia Evangélica de Filadelfia, sita en la calle de las Escuelas de esta ciudad de Burgos. El pastor de esta iglesia se mostraba visiblemente molesto con la investigación y con que estuvieran haciendo agujeros en las paredes y techos del templo.
Nuevos indicios llevaron a los investigadores a sospechar que los restos de la mirandesa podrían estar emparedados, bien en el interior del templo, o bien en la casa aledaña, propiedad de la familia de Rafael Gabarri, marido de Villaquirán y autor de su desaparición. Y es que, desde que el 7 de diciembre de 2004 Gabarri la interceptara en plena calle Francisco Cantera y, ante testigos, la introdujera contra su voluntad en un vehículo, nada ha vuelto a saberse de Marisa.
El operativo reabre «una herida que no estaba cerrada»
La familia de Villaquirán pronto perdió las esperanzas de encontrar a Marisa con vida, pero lo cierto es que su cadáver nunca fue hallado, por lo que el principal sospechoso únicamente fue condenado por detención ilegal y violencia en el ámbito familiar con la pena máxima contemplada en el Código Penal, que era la de 14 años y 4 meses.
A ojos de la mayoría el caso parecía cerrado, pero en la jornada de este jueves, con gran sorpresa para los mirandeses e, incluso, para la propia familia de la desaparecida y sus allegados, la policía irrumpía en la ciudad del Ebro en busca de sus restos, reabriendo «una herida que no estaba cerrada, sino enquistada».
El apoyo de las mujeres de Miranda
Así lo manifestaba en declaraciones a este medio Conchi Salazar, activista del grupo feminista Mujeres en la Calle que desde el inicio se involucró en el apoyo a la familia participando en los rastreos, asistiendo a todas las sesiones del juicio contra Gabarri y su cómplice, y convocando actos para que el nombre de Marisa no cayese en el olvido.
En este contexto, se llevaron a cabo dos manifestaciones en las que salieron a la calle miles de mirandeses, así como un acto benéfico que contó con la participación de distintas personas del tejido cultural mirandés y de la propia Cristina del Valle, cantante del duo ‘Amistades Peligrosas’ y activista en contra de la violencia machista. Además, durante cuatro años, cada día 7 de mes, la comisión ‘¿Dónde está Marisa?’, de la que el grupo activista formaba parte, convocaba una concentración en su memoria.
La familia de Marisa estuvo presente durante el operativo
Veinte años después de la desaparición, una buena representación del grupo feminista estuvo presente durante el operativo para dar apoyo a muchos de los familiares que se acercaron a la calle de las Escuelas en busca de respuestas. Y es que, tal y como confirmaron las activistas, «no nos esperábamos esta noticia, ni nosotras ni la propia familia, que no tenía notificación de que la investigación se volviera a reabrir».
A su juicio, resulta «vergonzosa» la «falta de empatía» que se ha tenido con la familia, «que se ha enterado a la vez que el resto de la ciudadanía por lo que ha salido en los medios de comunicación». Tampoco estaría exenta de la crítica la Administración local que, pese a ser promotora de las ‘Jornadas Marisa Villaquirán’, «tampoco se ha puesto en contacto con la familia».
Es por eso por lo que, a lo largo de la jornada, fueron los propios familiares quienes acudieron al escenario del operativo para presenciar el transcurso de los acontecimientos. En distintos momentos estuvieron presentes tanto la madre de Marisa, como su tía, su hermana y tres de sus cuatro hijos, uno de los cuales es, además, hijo del presunto autor del delito. Se les veía notablemente afectados y la propia Salazar reconocía que «están mal, destrozados», pero que «no quieren hacer declaraciones hasta que no se sepa algo».
Falta por confirmar algún posible hallazgoo
En torno a las 19:30 horas, se retiraba la mampara que cubría la zona y no dejaba ver nada más que las sombras de los policías y perros que intentaban dar con los restos de Marisa en un ir y venir constante. Algunos mirandeses curiosos, a lo largo de la jornada, se acercaban a la zona con el ánimo de dar luz a este caso que golpeó la ciudad hace ya dos décadas. Y a pesar del trasiego de gente y del constante ir y venir de la policía, exceptuando algunos momentos de tensión vinculados a la familia de Gabarri, presente durante el operativo, el silencio fue el auténtico protagonista del día porque, por respeto o por dolor, todo el mundo callaba ante la inusual estampa.
De momento, habrá que esperar a una notificación oficial sobre lo que este jueves sucedió entre las paredes de la Iglesia Evangélica. Hasta la fecha, queda confirmado que los dos condenados por la desaparición de Marisa Villaquirán ya cumplieron su pena. No obstante, quien fuera su marido, ya en la calle, no podrá acercarse a la ciudad a orillas del Ebro durante mucho tiempo, pues su condena tuvo el añadido de 18 años de alejamiento de la familia de Marisa.
