Magnesio: el mineral más buscado a lo largo y ancho del planeta
Los suplementos de magnesio son los más buscados en todo el mundo. Y no, no es una afirmación efectista hecha desde el conocimiento popular y la multitud de conversaciones que escuchamos a nuestro alrededor sobre ellos. Que este mineral sea el gran hype de 2024 está cuantificado con datos, más allá de la amplia, amplísima oferta, de complementos alimenticios que se pueden encontrar en las farmacias o de los miles de artículos que hablan de sus bondades y de los inconvenientes de su carencia (generalizada, por cierto, entre una inmensa mayoría de la población). Según los datos del informe sobre tendencias de suplementos alimenticios de 2024 llevado a cabo por Spate, una agencia fundada por dos ‘ex-Googlers’ especializada en detectar tendencias en la industria cosmética y alimentaria, el magnesio es el más buscado en ese interés creciente de dar con complementos que mejoren el bienestar de forma holística. Concretamente tiene un volumen de búsquedas de 3,3 millones al mes y un aumento exponencial respecto al año pasado. Y precisamente las palabras que acompañan esas búsquedas a lo largo y ancho del planeta –principalmente ‘sueño’ y ‘ansiedad’– tienen mucha vinculación con los beneficios reales, constatados por médicos, que tiene este mineral. “El magnesio, aunque silencioso, está en el corazón de nuestro bienestar. Si sentimos que algo nos falta, quizás sea hora de escuchar a nuestro cuerpo y darle la atención que merece”, adelanta Elisa Blázquez, nutricionista integrativa de la marca española de suplementos Kobho Labs, que también ha visto cómo en el últimos años su producto de este esencial capitanea el ranking de ‘más vendidos’.
Todos los beneficios que necesitas saber
Enumerar y explicar las funciones en las que interviene el protagonista de este artículo daría (casi) para un libro. No en vano, está implicado en más de 300 procesos de nuestro cuerpo, lo que justifica el interés por él, sobre todo en un momento en el que el acelerado ritmo de vida afecta de forma directa a su carencia. Pero por nombrar solo algunas “que hacen de este mineral una molécula indispensable y multifuncional”, adelanta la doctora Isabel Viña, directora médico-científica de IVB Wellness Lab, podemos hablar de su papel clave para la producción de energía celular. “Es indispensable para que las grasas, carbohidratos y proteínas que consumimos se conviertan en la moneda energética universal de los seres vivos. Además, es fundamental para la utilización de los ácidos grasos como fuente de energía en las mitocondrias y para iniciar la síntesis de proteínas”, explica.
Hasta ahí solo una pequeña parte de cómo interviene en la buena salud de las células, sin olvidarnos de que regula los niveles de glucosa en sangre (otro de los furores de 2024) y, por tanto, puede ayudar a prevenir enfermedades metabólicas o cardiovasculares. A lo que Lourdes Villalobos, reumatóloga del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, suma su capacidad esencial para la formación de huesos y la modulación del sistema inmune y de la inflamación del organismo, uno de los grandes enemigos de la longevidad. Pero puede que sus funciones más conocidas popularmente tengan que ver con la salud muscular y el buen funcionamiento del sistema nervioso. “Es necesario para la transmisión adecuada de impulsos nerviosos y puede tener un papel en la regulación del estrés y la ansiedad. Además, interviene en la producción natural de GABA, serotonina y melatonina, por lo que mejora el sueño y la relajación”, explica Belén Acero, farmacéutica especializada en nutrición de la Farmacia Avenida de América.
Un apunte: el GABA es un neurotransmisor que regula la excitabilidad cerebral. Y es aquí donde nos encontramos con la pescadilla que se muerde la cola. Si bien la carencia de magnesio puede llevar a unos niveles elevados de estrés, el estrés y la ansiedad también provocan una disminución de este mineral, lo que nos hace entrar en un círculo (muy) vicioso. A todo esto hay que sumar una falta generalizada que no siempre se detecta en una analítica de sangre. “Estudios poblacionales indican que en la actualidad hay un mayor déficit que puede pasar incluso desapercibido porque el magnesio que se puede medir en la sangre no refleja el magnesio intracelular, que constituye la mayor parte de este mineral a nivel corporal total”, explica María José Alonso, profesora colaboradora de los estudios de Ciencias de la Salud de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya). Por tanto, prestar especial atención a los síntomas que evidencian niveles bajos de magnesio parece fundamental. “Los más comunes son cansancio y fatiga, calambres musculares, hormigueos, espasmos leves en los párpados, tensión en las mandíbulas, dolor de cabeza nerviosismo, mal descanso nocturno… pero en el caso de deficiencias mayores se pueden producir náuseas y vómitos, arritmias e incluso si los niveles son extremadamente bajos podrían llegar a presentarse convulsiones. Pero dado que interviene en múltiples procesos del organismo, podría estar en la base del agravamiento de ciertas enfermedades crónicas”, explica la profesora.
Los grandes inconvenientes
Además, hablamos de un componente que no produce nuestro organismo y que, por tanto, debe aportarse a través de la dieta. Una dieta que no suele ser la adecuada para incrementar sus niveles porque, entre otras cosas, se abusa de los procesados (que hacen que se pierda entre el 80 y el 90% del contenido original de magnesio), y del alcohol, el azúcar y la cafeína. Además, hay ciertos medicamentos que interfieren en su absorción y pérdida. Y se suelen pasar por alto, señala Villalobos, alimentos que lo contienen como verduras de hoja verde –las espinacas, por ejemplo–; frutos secos, sobre todo anacardos y almendras; legumbres, granos integrales, semilla de calabaza y chía y pescados como el salmón. A lo que hay que añadir otro hecho que resume Isabel Viña con estadísticas: las frutas y verduras que comemos tienen entre un 20 y un 30 % menos de magnesio en comparación con hace 60 años por el empobrecimiento de los suelos agrícolas y la desmineralización de las aguas.