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SANTIAGO SIGUERO
Actualizado
El Real Madrid es un equipo grande (vigente campeón de Liga y Copa de Europa) que se empequeñece ante sus iguales. La segunda derrota de la temporada ante el Barcelona (tercera si se incluye el amistoso de verano en Estados Unidos) demuestra que el equipo de Carlo Ancelotti no está dando la talla ante sus teóricos pares en esta temporada.
El Madrid, que la temporada pasada arrasó en España y Europa dejando sin opciones a potencias como Barça, Atlético, City o Bayern, no encuentra en este curso la forma de competir en los grandes partidos. A estas alturas, suma dos derrotas ante los catalanes, ambas por goleada, de esas que abren heridas en el orgullo de la afición; otra, igualmente clara (aunque más honrosa) ante el Liverpool en la fase Liga de la Champions; la de San Mamés ante el Athletic; y un empate ante el Atleti, líder de la Liga. Cierto es que los rojiblancos lograron la igualada in extremis, pero también que el Madrid estuvo lejos de la excelencia en el Metropolitano, y que no fue capaz de cerrar el partido.
Con estos datos a la vista, parece lógico pensar que el Madrid está más lejos de la élite que la temporada pasada, en la que apenas dio opción a sus rivales al margen del KO en el duelo copero ante los de Simeone. De hecho, en este ejercicio sus victorias de más relumbrón han sido las dos ante la Atalanta (la primera de ellas certificó el primer título de una temporada en la que se optaba a siete, algo ya imposible de lograr) y ante el Dortmund, su rival en la última final de la Copa de Europa. Dos equipos de nivel medio-alto, pero lejos del top futbolístico europeo. Tampoco lo está ya el AC Milan, por mucho que los rossoneri sean segundos en el palmarés de la Copa de Europa sólo por detrás del propio Real Madrid, que también derrotó con suma facilidad a los blancos en su duelo europeo del Santiago Bernabéu, justo después la primera hecatombe de la temporada ante la escuadra de Hansi Flick.
Planteamiento de equipo menor
Con todo, quizá lo peor de la derrota ante el Barcelona fue el enfoque del partido por parte de Ancelotti y su equipo técnico, un plan que consistía básicamente en el lanzamiento de balonazos para tratar de encontrar a los delanteros pasando olímpicamente del centro del campo, una táctica que ya se había usado en otras ocasiones por parte del técnico italiano, y que tuvo un resultado simplemente desastroso porque tampoco la defensa, condicionada por las bajas de hombres clave, supo frenar a un Barcelona que se plantaba una y otra vez en zona de peligro con una facilidad pasmosa.
Así las cosas, el calendario que aguarda al Madrid parece dar un respiro al equipo, al menos en teoría. Celta, Las Palmas y Salzburgo no son grandes tiburones, Pero, tal y como están las cosas, cualquier tropiezo puede hacer saltar la espita de una afición que ya está cansada de no ver competir a su equipo contra los considerados de su misma categoría. Los tres próximos partidos se juegan en casa y, aunque el Bernabéu no es tan duro como en tiempos pasados, el equipo afrontará tres exámenes de los que puede salir todavía más trasquilado.